En torno al Premio Cervantes
El fallo del Premio Cervantes en su presente edici¨®n me ha dejado reflexiva y at¨®nita. tanto por la cuantiosa suma -diez millones- como por haber reca¨ªdo en dos personalidades de las letras tan distintas distantes: Gerardo Diego y Jorge Luis Borges.La concesi¨®n del premio a Gerardo Diego. just¨ªsima y just¨ªficad¨ªsima. nome ha sorprendido en absoluto. Es el reconocimiento a una dilatada, prol¨ªfica y madurada labor literaria.
No podr¨ªa decir lo mismo respecto a Borges. cuyo valor literario no pongo en duda. El mismo fue el primer sorprendido: ?Es una broma.? El caso Borges ha sido como una explosi¨®n de ternura maternal, que rebasa todos los l¨ªmites previsibles hasta lo imprevisible. Un alarde de elegancia espiritual y de generosidad, al devolverle sus dardos ensartados en el m¨¢s preciado, codiciado y significativo galard¨®n literario, que lleva emparejados el nombre de Cervantes y cinco millones.
Cervantes traz¨® como nadie en Don Quijote los rasgos m¨¢s sutiles y sobresalientes de la raza. En este pa¨ªs todos llevamos algo de quijotes, de cristos y de masoquistas. Vamos por el mundo, alegre y deportivamente, en busca de palos, y cuando recibimos una bofetada. no s¨®lo ofrecemos la otra mejilla, sino que. en el colmo de la euforia, somos hasta capaces de abrazar a nuestro agresor. Pero, cuidado!, esto es v¨¢lido ¨²nica y exclusivamente fuera de los l¨ªmites nacionales. Porque dentro y para el hermano de la misma nacionalidad ya no somos tan tiernos ni tan quijotes. Para eso est¨¢ la dureza y el ?ojo por ojo y diente por diente.? Y no nos andamos por las ramas si hay que perdonar fallos o flaquezas.
A la hora de alabar o vituperar, nos excedemos en lo primero y somos. parcos en lo segundo si se trata de lo for¨¢neo y nos comportamos a la inversa si concierne a lo nuestro.
Pero mientras lo espa?ol siga paseando su hidalgu¨ªa por el mundo como quien pasea garbosamente el aire y el donaire de la capa espa?ola o la gracia del sombrero cordob¨¦s, tendr¨¢ sentido lo quijotesco, aun cuando encierre un contrasentido. Y Don Quijote ser¨¢ eternamente joven, aunque maduro; el s¨ªmbolo de la raza hispana.
Quijotesco es poner en pantalla televisiva el programa 300 millones. O conceder el Premio Cervantes a Borges, actitud del m¨¢s puro y decantado quijotismo. Enhorabuena.
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