Stanley Kramer: "El cine da un falso sentimiento de poder"
Stanley Kramer ha sobrevivido a la mitolog¨ªa de Hollywood porque cree que el cine ofrece al que lo realiza un falso sentimiento de poder. El director y productor de S¨®lo ante el peligro, Fugitivos, Mot¨ªn en el Caine, El juicio de Nuremberg, El barco de los locos y Adivina qui¨¦n viene esta noche, entre otras numerosas pel¨ªculas, piensa, adem¨¢s, que tal sentimiento de poder carece de sentido si se tiene en cuenta que las grandes multinacionales son las que ahora controlan la industria cinematogr¨¢fica y suelen ocuparse m¨¢s de sus f¨¢bricas de patatas fritas que de los filmes
Stanley Kramer, 65 a?os, norteamericano, director y productor de cine, responsable de 35 largometrajes en una y otra capacidad, es hoy un hombre esc¨¦ptico que lamenta haber olvidado el poco espa?ol que aprendi¨® en Espa?a hace veinte a?os, cuando rod¨® en Avila Orgullo y pasi¨®n. Es tambi¨¦n un optimista recalcitrante, a pesar de que ha comprobado que en esta ¨¦poca ?se ha perdido todo compromiso por los valores en los que alguna vez quisimos creer?. La suya no es una actitud moral, dice, ni una posici¨®n intelectual. Es, dice ¨¦l, un hombre desencantado que sigue manteniendo en pie su optimismo. Est¨¢ en Espa?a para promocionar una pel¨ªcula, M¨¢s all¨¢ del amor, en la que se narra una dram¨¢tica historia de amor entre un sacerdote y una monja. El se?or Kramer, que en broma se llama ap¨®stol, porque cuando estuvo en Espa?a se acerc¨® por Santiago de Compostela, niega que esta ¨²ltima pel¨ªcula suya incluya conflictos relativos a la moralidad. ?Es algo m¨¢s importante que eso, porque yo no estoy resolviendo nada con mi filme, sino presentando una serie de dudas. Cuando yo ten¨ªa veinte a?os todo era positivo, nada me ofrec¨ªa dudas. Ahora dudo de todo. Por eso, en mis pel¨ªculas busco, no encuentro.?Gracias a las dudas, Stanley Kramer, uno de los grandes personajes de la ¨¦poca dorada de Hollywood, dej¨® la antigua meca del cine mundial. ?Aquello ya no era el centro del cine y hab¨ªa que buscar nuevas amistades, relaciones distintas, aunque alguna vez se sintiera nostalgia de aquel universo, que en un tiempo fue el lugar donde convivi¨® la gente m¨¢s creativa que hab¨ªa en el mundo. ?
En Hollywood y fuera de ¨¦l, este norteamericano de Manhattan ha sobrevivido, ?a pesar de los numerosos fracasos que he tenido?, gracias a una m¨¢xima que aprendi¨® de su amigo el actor Spencer Tracy. ?Spencer me dec¨ªa que pod¨ªas hacer seriamente tu trabajo siempre que no te tomaras a ti mismo en serio.? De esa manera ha impedido que se intelectualizara su arte y que sus obras contuvieran una sola verdad: la suya. ?Mi verdad es siempre parte de la verdad y, por tanto, puede convertirse en una gran mentira.? A lo largo de su vida, jalonada de fracasos, como dice, Stanley Kramer afirma que ha probado ?la delicia de la derrota, gracias a la cual es posible notar la delicia de sobrevivir. En cierta manera, yo tengo nueve vidas, como los gatos?. En Espa?a se dice que el gato s¨®lo tiene siete vidas. ?Es que los espa?oles son m¨¢s modestos?, precisa, sonriendo, Stanley Kramer.
Stanley Kramer debe su duda permanente a su madurez, que le ha a?adido escepticismo a su car¨¢cter. ?Cuando uno se hace m¨¢s viejo tambi¨¦n se pone m¨¢s impaciente. Ahora me resulta m¨¢s dif¨ªcil esperar por los actores para rodar una escena, porque adem¨¢s me da la impresi¨®n de que estoy trabajando para nada. El cine ser¨¢ dentro de unos a?os algo muy diferente: las pel¨ªculas las proyectar¨¢n en tu propia casa, como ahora ves la televisi¨®n; cambiar¨¢n los sistemas de comunicaci¨®n y cambiar¨¢ la comunicaci¨®n misma. ?En qu¨¦ sentido debe uno trabajar teniendo en cuenta esta evoluci¨®n??
Para defenderse de su escepticismo, Stanley Kramer se ha puesto solo, como un Gary Cooper intr¨¦pido, pero dudoso, ante el peligro de la m¨¢quina de escribir, y ha abrazado la fe del periodismo. Escribe una columna en un diario norteamericano y en ella refleja la evoluci¨®n de su car¨¢cter de observador de la vida cotidiana de Estados Unidos. ?Hace a?os yo cre¨ªa que la CIA y el FBI hac¨ªan correctamente su trabajo. Luego conoc¨ª algunas irregularidades, aunque segu¨ª pensando que hab¨ªa zonas de la democracia americana que eran sacrosantas, pero entonces surgi¨® el esc¨¢ndalo Watergate y ya no hubo manera de mantener creencia ni ingenuidad algunas.?
A profundizar en el escepticismo de Stanley Kramer ha contribuido recientemente el suceso pol¨ªtico internacional de mayor actualidad. ?Cuando Ir¨¢n cay¨® en manos del ayatollah Jomeini y ¨¦ste consinti¨® que los estudiantes de su pa¨ªs tomaran como rehenes a los funcionarios de la embajada estadounidense en Teher¨¢n, el presidente Carter tuvo palabras muy duras para Ir¨¢n y sus l¨ªderes. Pero despu¨¦s se produjo la invasi¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n -un gran error, sin duda- y Carter descubri¨® que no ten¨ªa tantos desacuerdos con respecto a las posiciones iran¨ªes, con las que se mostraba dispuesto a coincidir, siempre que fuera posible un pacto defensivo entre ambos pa¨ªses, de modo que alg¨²n d¨ªa veremos c¨®mo Jomeini es recibido como un h¨¦roe en mi pa¨ªs.? ?El fracaso de Estados Unidos?, dice el observador pol¨ªtico en que se ha convertido Stanley Kramer, ?se basa en su falta de perspicacia para apoyar a gente adecuada. Y esto le ocurre porque, en lugar de apoyar a los pueblos, apoya a los poderes. Por eso ocurri¨® cuando se produjo la revoluci¨®n cubana aquel divorcio entre la opini¨®n p¨²blica y el Gobierno de mi pa¨ªs: mientras el New York Times saludaba a Fidel Castro como el George Washington de Cuba, el pa¨ªs oficial apoyaba al dictador Fulgencio Batista. ?
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