Las asaltos a nuestras embajadas
?(...) Las embajadas de Espa?a, tanto en Guatemala como en San Salvador, carec¨ªan de cualquier aparato de protecci¨®n y seguridad. Apenas un guardia controlaba los visitantes, aunque jam¨¢s se atreviera a pedirles la documentaci¨®n. Tanto M¨¢ximo Cajal como V¨ªctor S¨¢nchez Mesa, embajadores en Guatemala y El Salvador, respectivamente, ten¨ªan a su servicio dos guardaespaldas pagados por el Gobierno espa?ol e impuestos por los ministerios del Interior de ambos pa¨ªses. Los embajadores dudaban bastante de la eficacia defensiva de estos individuos: el tiempo les ha dado la raz¨®n.Las embajadas de M¨¦xico y Estados Unidos en Guatemala, por ejemplo, contaban con un impresionante aparato de seguridad propio, adem¨¢s del que pon¨ªa a su disposici¨®n el Gobierno. No ser¨ªa en ellas, ciertamente, donde cualquier grupo de estudiantes o campesinos fuese a capturar rehenes. La residencia del embajador americano Joseph Ortiz (donde debi¨® buscar refugio el embajador Cajal) es un verdadero b¨²nker. Ortiz, diplom¨¢tico experimentado de origen espa?ol. sab¨ªa (y sabe) muy bien que su persona ser¨ªa una codiciada presa para cualquier grupo revolucionario. ( ... )
La transici¨®n democr¨¢tica espa?ola despert¨® en aquellos pa¨ªses del istmo sometidos a dictaduras militares (Nicaragua, El Salvador. Honduras y Guatemala) gran curiosidad primero y una dosis considerable de esperanza. ( ... )
Los ocupantes de la embajada espa?ola en Guatemala no actuaron por azar. Sab¨ªan que aquella caza era la representaci¨®n de un pa¨ªs democr¨¢tico. pr¨®ximo a ellos por historia y cultura. y que no ten¨ªa compromiso alguno con la dictadura de turno. Y que. tal vez por eso, no ten¨ªa guardias a la puerta, ni marines en los pasillos. Semejante evidencia facilitaba su acci¨®n y reduc¨ªa el riesgo. Pero la polic¨ªa del general Lucas prefiri¨® la matanza al di¨¢logo.?
7 de febrero
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