La fuerza execrable
LA CADENCIA de asesinatos presuntamente protagonizados por organizaciones de extrema derecha merecen algunas disgresiones dentro del panorama general del terrorismo que padecen buena parte de los pa¨ªses europeos en general y Espa?a en particular. En las democracias parlamentarias se tiende siempre a esa utop¨ªa que procura erradicar toda violencia (incluida la posible violencia del Estado, que en tiempo de paz no debe contar con m¨¢s coerci¨®n hacia los violentos que la de lajusticia).El terrorismo de ETA (que en s¨ª mismo alberga diferenciaciones entre sus fracciones ?militar? y ?pol¨ªtico-militar?) o el de los GRAPO son perseguidos con mejor o menor acierto por el Estado y la justicia. Sin embargo, otros terrorismos, no menos execrables por pretender ser contrapuestos, encuentran todav¨ªa los flecos de antiguas complicidades y tolerancias a los que agarrarse, y son los que en verdad pueden erosionar la credibilidad de una sociedad democr¨¢tica que no puede tolerar la venganza sin menoscabo de sus m¨¢s caros principios; se trata de optar entre la justicia o los ?justicieros?, no entre un terrorismo u otro.
La creciente cadencia de asesinatos de j¨®venes de difusa o concreta militancia izquierdista a manos de la extrema derecha (asesinatos que empiezan a equipararse en frialdad a los de los grupos terroristas antes citados), la parte de presunta culpabilidad que en su d¨ªa se dilucidar¨¢ sobre militantes o simpatizantes de Fuerza Nueva, la calidad de los arsenales hallados en poder de personas pr¨®ximas a esta organizaci¨®n, exigen reflexionar a los poderes p¨²blicos -no menos que las declaraciones de sus l¨ªderes- sobre sus aut¨¦nticos y ¨²ltimos fines.
Esa misma reflexi¨®n es obvia sobre ETA o sobre el eterno misterio de los GRAPO; pero no es trivial acerca de una organizaci¨®n pol¨ªtica fascista (el t¨¦rmino ?neofascista? ya es viejo hasta para los italianos, que lo acu?aron), que, junto con otras del mismo corte, obtuvo un esca?o en el Parlamento en las ¨²ltimas elecciones generales.
Lo m¨¢s correcto que se puede escribir de tal partido y de su l¨ªder es que con su propaganda incontenida y demag¨®gica enga?an a algunos j¨®venes e inculcan en su ¨¢nimo la idea aberrante de que el fin justifica los medios y de que la violencia es camino de regeneraci¨®n social.
El asesinato de Yolanda Gonz¨¢lez (r¨¦plica de los ?paseos? tan denostados como practicados por el fascismo espa?ol) y el de Vicente Cuervo, el pasado domingo, en Madrid, piden algo m¨¢s que la detenci¨®n de los asesinos. Es precisa una investigaci¨®n del Tribunal Supremo y del Congreso sobre las responsabilidades pol¨ªticas parejas, que por acci¨®n u omisi¨®n pueden llegar a propiciar hasta el asesinato de aquellas personas que defienden (y lo pagan con su vida) las libertades constitucionales.
Fuerza Nueva debe clarificar sus archivos y definirse n¨ªtidamente ante los ¨²ltimos asesinatos de la ultraderecha. Entonces podr¨¢ defender su opci¨®n ?misma? sin que sobre ella caiga la sospecha objetiva de que han puesto un pie en el Congreso para procurarse una respetabilidad parlamentaria, mientras que mantienen el otro revolviendo en las tramas negras europeas. De otro modo seguir¨¢ siendo un partido execrable.
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