Catedr¨¢ticos
En EL PA?S apareci¨®, el pasado d¨ªa 25 de enero, la noticia del ?posible nombramiento de 33 catedr¨¢ticos extraordinarios de universidad?, y al d¨ªa siguiente se elogiaba esta decisi¨®n del Ministerio de Universidad en un editorial.No, sabemos c¨®mo se ha confeccionado la ?lista de los 33? ni deseamos pasar a discutir los m¨¦ritos de los propuestos. Nuestro desacuerdo nace precisaminte en el procedimiento. Y as¨ª no entendemos que la ?funcionarizaci¨®n? de los encartados vaya a mejorar un ¨¢pice sus reconocidas cualidades intelectuales. Ni mucho menos participamos de la idea de que con la citada operaci¨®n de lavado de conciencia se alivie en algo nuestra desvencijada universidad. Aqu¨ª ocurre como en tantas otras ocasiones: una medida de efecto para solapar las aut¨¦nticas soluciones a los problemas. Nos explicamos: si las universidades poseyeran capacidad de contratar -democr¨¢ticamente- a aquellas personas y en aquellos niveles que libremente desearan para llevar a cabo sus labores docentes y de investigaci¨®n, no 33, sino 333 o muchas m¨¢s podr¨ªan aportar su experiencia a la casa.
Y vamos a referirnos, a t¨ªtulo de ejemplo, a un caso especialmente vergonzante que nos ilustra con la suficiente elocuencia sobre la realidad que se esconde detr¨¢s de semejantes golpes de magnanimidad administrativa.
Reyna Pastor -doctora y catedr¨¢tica en Argentina, cuyo prestigio intelectual es de todos conocido y que, al decir de su editorial, es uno de esos profesores del Cono Sur con los que la ?madre patria? se ha comportado m¨¢s bien como, madrastra- pudo entrar ?de favor?, y previa adopci¨®n de la nacionalidad espa?ola, en la facultad de Econ¨®micas de Madrid (Complutense) hoy hace cuatro a?os Desde entonces, y en virtud de las peculiaridades administrativas de nuestra universidad, Reyna, desde la categor¨ªa de profesora encargada -no numeraria, por tanto-, ha debido recomenzar su ?carrera burocr¨¢tica?: nueva tesis doctoral, ?futuras oposiciones?, etc¨¦tera.
?Menos mal que ahora, con los 33 nuevos catedr¨¢ticos, cosas como estas no volver¨¢n a ocurrir! ?Verdad, se?or Seara?
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