Barroquismo y equ¨ªvoco
Antonio Gala escribi¨® hace d¨ªas, a prop¨®sito de esta obra, que ten¨ªa a punto de estrenar, que en estos tiempos de confusi¨®n, de extra?eza, todo autor tiene que hacer teatro de ensayo: experimentar, buscar, tratar de abrir caminos. Puede proceder de ese punto de vista -que es muy adecuado- la sensaci¨®n de inseguridad, de inexperiencia, el curioso punto de autor novel que da este autor experto y escritor adulto. Sus defectos -vayan por delante- son de primerizo. Su obra est¨¢ mal colocada; discontinua, como entrecortada; con una ambici¨®n globalizadora de curso sobre la vida, los hombres, las mujeres, el pueblo, la pol¨ªtica; recargada de frases, de di¨¢logo; metida de lleno en el dif¨ªcil pero tentador mundo del s¨ªmbolo (personajes que representan ideas, situaciones hist¨®ricas, claves); ingenua muchas veces...El cuento relata un fragmento de la historia de un pueblo con una tradici¨®n: un viejo convento se ha convertido en un prost¨ªbulo donde reina una ¨²nica mujer, asistida por un ama que fue la Petra Regalada -t¨ªtulo, nombre gen¨¦rico y propio al mismo tiempo del cargo-; en ella se entrecruzan las viejas l¨ªneas de la prostituci¨®n sagrada, que la reviste de un car¨¢cter m¨ªstico y las de la servidumbre de su oficio, las de la esclavitud. Impuestos, oficio, esclavitud y mitolog¨ªa por una hermandad: el cacique es el amo, con el alcalde que ¨¦l nombr¨®, y el notario, que es su esbirro. Los amos, los tiranos, los inventores de ritos y costumbres para sus intereses.
Perra Regalada,
de Antonio Gala. Int¨¦rpretes: Julia Guti¨¦rrez Caba, Juan Diego, Aurora Redondo, Javier Loyola, Carlos Canut, Gabriel Jim¨¦nez, Ismael Merlo.Escenograf¨ªa y vestuario: Andrea d'Odorico. Direcci¨®n: Manuel Collado. Estreno: Teatro Pr¨ªncipe, 15-2-1980.
Un joven revolucionario llega de fuera, mueve al pueblo: gana el amor de mujer de la Petra Regalada, la hace revolverse contra sus amos, desmitificarse, tratar de ser ella misma. El tirano muere, el pueblo se alza, el revolucionario recibe la pleites¨ªa de los continuistas; ¨¦l mismo contiene al pueblo, resucitando el mito de Petra Regalada como portadora de virtudes milagrosas; cuando ella espera el regreso a la vida que va a comenzar realmente, en lugar de la ficci¨®n en que ha vivido, llega el desencanto. El joven revolucionario ha sustituido al cacique, es el nuevo cacique; jubila a la prostituta sagrada y trae, seg¨²n la tradici¨®n, otra que la suceda en magia y oficio... Ser¨ªa el final, pero hay una coda: un ni?o tonto en el que la Petra Regalada ha puesto su ¨²nica ternura mata al nuevo cacique y queda un final abierto en el que parece que hay algunas esperanzas, pero tambi¨¦n que todo va a continuar seg¨²n la tradici¨®n.
Y queda el p¨²blico, solo, buscando como puede sus claves y sus identificaciones. ?El arte no tiene por qu¨¦ ser inequ¨ªvoco ?, dice Gala en el programa. Este es un arte equ¨ªvoco. ?Es Espa?a Petra Regalada? ?O lo es la casa, el viejo convento transformado en lupanar sagrado? ?Es Franco el cacique que muere? ?Es UCD el grupo de fuerzas vivas que cambia de poder? ?Es la izquierda pactante, consensual, esperando agarrar el poder para continuarlo de la misma forma, el joven revolucionario? ?Qui¨¦n es el ni?o tonto? ?Qui¨¦n es el ama, con un comportamiento oscilante? Todo se convierte en una gigantesca adivinanza.
Bajo todo esto hay un talento de autor, una calidad de escritor. Bajo todo esto, porque est¨¢ como aplastado, ahogado. Brilla a veces una viveza de di¨¢logo, un ingenio, una sabidur¨ªa de r¨¦plica que pocos autores de hoy tienen, si la tiene alguno; un instinto de dramaturgo que crea situaciones palpitantes, interesantes, vivas; un pensamiento honesto, un concepto de la vida que revela a quien piensa diariamente sobre ella. El problema est¨¢ en el exceso m¨¢s que en el defecto; un problema de condenado por desconfiado. Demasiados sucesos, demasiadas situaciones, demasiadas palabras, demasiado tiempo.
De un autor novel dir¨ªamos que la contemplaci¨®n de su propia obra representada le podr¨ªa llevar inmediatamente a otras obras con m¨¢s eficacia, con m¨¢s claridad y sencillez: dando, naturalmente, por descontado su talento. Con m¨¢s raz¨®n puede decirse de Antonio Gala, capaz de objetivizarse en la observaci¨®n del resultado y de aprender las lecciones que ¨¦l mismo puede darse: est¨¢n todas contenidas en esta tentativa, y no tiene m¨¢s que aprovecharlas. Tener grandes facultades no quiere decir arrojarlas todas, amontonadas, en un escenario, sino administrarlas, medirlas, contrapesarlas.
Tres barrocos juntos
Al barroquismo meridional de Gala se unen en este caso dos barroquismos m¨¢s: el de la escenograf¨ªa de Andrea d'Odorico y el de la direcci¨®n de Manolo Collado. Los dos son conocidos por sus aglomeraciones de efectos. Digamos, tambi¨¦n, como en el caso de Antonio Gala, que son creadores con gran talento. Brilla en Andrea d'Odorico una est¨¦tica de primer orden, un sentido del bulto y del color en los elementos de escena como en los trajes, y en Collado, un ¨ªmpetu, un entusiasmo, una sabidur¨ªa de colocaci¨®n, movimiento, subrayado, ¨¦nfasis en las situaciones . Adem¨¢s de una capacidad, demostrada ya varias veces y ratificada ahora, muy poco com¨²n, en la direcci¨®n de actores. Pero los tres barrocos juntos, y su horror al vac¨ªo, a los silencios, al reposo, al tiempo de asimilaci¨®n que necesita el espectador, es una suma de demasiados.La mayor lecci¨®n est¨¢ en los int¨¦rpretes. Julia Guti¨¦rrez Caba se sale -afortunadamente- de sus papeles habituales: demuestra y se demuestra que cuando se es una excelente actriz no hay papel inadecuado. Da a Petra Regalada toda la viveza, toda la emoci¨®n, toda la humanidad que est¨¢n soterradas en el papel. Humaniza tambi¨¦n el suyo Aurora Redondo, que viene del fondo de los tiempos, del teatro aprendido en la pr¨¢ctica de cada d¨ªa, y conoce cada inflexi¨®n de voz, cada peque?o gesto. Hay una sencillez natural en Ismael Merlo, apropiada a su personaje c¨ªnico; una dureza sin pasarse nunca en Javier Loyola, que da vida al cacique; un servicio a su trabajo en Javier Canut. Juan Diego lucha con el personaje menos grato de la obra, el m¨¢s contradictorio. Sin quitar un punto de valor al trabajo de cada uno, hay mucho que anotar en favor de la direcci¨®n de actores de Collado, ganador tambi¨¦n del m¨¦rito de que la representaci¨®n general salga limpia, sin baches.
El p¨²blico del estreno ri¨®, aplaudi¨® escenas, se entusiasm¨® con Julia Guti¨¦rrez Caba y con Aurora Redondo especialmente.
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