"El libro rojo del cole"

(Viene de p¨¢gina 11)dag¨®gico y de cultura, invocando la libertad de expresi¨®n y un bajo nivel de nuestro sistema escolar que precisar¨ªa con urgencia de este trasnochado manual, viejo ya, de doce a?os, y considerado obsceno por los tribunales ingleses. Un ejemplo de esta distorsi¨®n del tema es la carta firmada por varios escritores y periodistas, aparecida en EL PAIS del d¨ªa 13.

Estoy totalmente a favor de la cultura entendida en su dimensi¨®n real, y por ello he facilitado a mis hijos el acceso a los verdaderos valores de la literatura universal. Cuando de obras de arte se trata, su prohibici¨®n supone un grave atentado a la cultura. Dicho esto, pretender incluir en la categor¨ªa de obras literarias un panfleto como el Libro rojo... me parece una aberraci¨®n producto de la ignorancia o de partidismos interesados.

La Constituci¨®n, en efecto, en su art¨ªculo veinte, reconoce la libertad de expresi¨®n. Pero en el punto cuatro se a?ade: ?Estas libertades tienen su limite en el respeto a los derechos reconocidos en este t¨ªtulo, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, y a la protecci¨®n de la juventud y de la infancia.?

Una encuesta realizada recientemente por un psic¨®logo, entre alumnos estatales y no estatales, ha dado una cifra inquietante de muchachos inclinados a la violencia, el pasotismo y la delincuencia; un porcentaje importante de estos ni?os hab¨ªan le¨ªdo El libro rojo.

Como madre, me acuso, efectivamente, de haberme erigido en conciencia de mis hijos. Y de no haberles pedido su opini¨®n al protegerles contra enfermedades y peligros. Y as¨ª como nunca se me ha ocurrido darles una copa de co?ac o un puro, tampoco permitir¨ªa que fueran sometidos a la influencia de libros que pueden causarles da?o.