Actuaci¨®n de Rafael Ramos y estreno de Rom¨¢n Al¨ªs
El C¨¢ntico de las soledades, escrito por encargo de la Orquesta Nacional, hace el n¨²mero 130 en las obras de Rom¨¢n Al¨ªs. Se trata de un muy amplio poema sinf¨®nico, de inconfundible sello post-rom¨¢ntico, bajo cuyos pentagramas habita un repertorio sentimental, pasional incluso, que en algo podr¨ªa avecinarse a Scriabin. Como dice el propio Al¨ªs en una nota de programa, sorprendente como expresi¨®n literaria y como exacto reflejo de la m¨²sica que comenta, ?se narran impresiones esquem¨¢ticas de mis propias vivencias an¨ªmicas... tras la actitud de desesperaci¨®n, se percibir¨¢ la resonancia del encuentro con el propio yo... El paroxismo exaltado de los afectos y pasiones se elevar¨¢n como crestas dolientes, precipitadas de continuo al abismo, para alcanzar el v¨¦rtice del estr¨¦pito humano ?.Es sabido que, actualmente, sobre la validez de posturas eclecticistas y la amplitud de margen para el cultivo de cualquier lenguaje musical, parece imponerse en no pocos casos una l¨ªnea regresiva con relaci¨®n a las ¨²ltimas vanguardias e incluso complaciente con formas y procedimientos del pasado sinf¨®nico m¨¢s grandilocuente. Si no suele alcanzar el estilo sublime que, como segunda acepci¨®n del t¨¦rmino propone Casares, s¨ª tiende a la abundancia y amontonamiento expresivo e instrumental con miras a concepciones elevadas, en el sentido que pod¨ªa emplear la palabra un Conrado del Campo. Que los objetivos se cumplan, o no, es ya otra cuesti¨®n.
Orquesta NacionaL Dr
: Ros Marb¨¢.Solista: R. Ramos. Obras de R. Al¨ªs, W. Walton y Tschaikowsky, 29 de febrero, 1 y 2 de marzo.
El poema de Rom¨¢n Al¨ªs -cultivador, por otra parte, de muy varias tendencias en sus distintas obras- se inscribe en las direcciones apuntadas, m¨¢s sorpresivas aqu¨ª, en donde escuchamos un n¨²mero de estrenos bastante reducido, que en los centros musicales europeos de mayor vitalidad. A mi modo de ver, en el C¨¢ntico de las soledades, lo excesivo se erige en valor constituyente: exceso de lirismo, exceso de pasiones -?sufrimiento, esperanza, ira, sublimaci¨®n, fogosidad?, por decirlo en palabras del compositor-, formidable exceso de amontonamiento orquestal que parece desde?ar la transparencia sonora, en contraste con soluciones mistico-est¨¢ticas, apoyadas en meditativas individualizaciones t¨ªmbricas, para volver luego a las ?superposiciones an¨¢rquicas en reiteraci¨®n ca¨®tica?, seg¨²n exacta descripci¨®n del autor, ?hasta apocaliptizar la desesperaci¨®n del ser?. Todo ello, sin duda, fruto de una enorme sinceridad, largamente desarrollado en tono narrativo, ambiental, en algo cinematogr¨¢fico. La versi¨®n del estreno, por parte de Ros Marb¨¢ y la ONE, fue brillante, y Al¨ªs recogi¨®, desde la escena, muchos aplausos.
Antes de escuchar una espl¨¦ndida versi¨®n de la Cuarta sinfon¨ªa, de Tschaicowsky, tan bien concebida por Ros Marb¨¢ como realizada por los profesores de la Nacional, pudimos aplaudir con entusiasmo al violoncellista Rafael Ramos en el Concierto, de William Walton. La belleza de su sonido, la elegancia de su l¨ªnea, la depuraci¨®n de su estilo, la precisi¨®n de su t¨¦cnica, son -entre otras muchas- virtudes que cualifican al cabeza de fila de los violoncellos de la ONE. La partitura, no intensa, pero s¨ª expresiva, est¨¢ escrita con concisi¨®n y claridad. En ella el solista tiene una parte, no por l¨²cidamente virtuos¨ªstica, menos servidora de puras intenciones musicales. Walton parece evocar, desde su particular y ecl¨¦ctico estilo, la moderaci¨®n transparente y el lirismo sin excesos de un Saint-S?ens.
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