Recitales de Raimon en Madrid
El mito quiere ser cantante
Durante mucho tiempo Raimon no ha sido en puridad un cantante. Ha sido un profeta, un h¨¦roe, un agitador. Demasiadas im¨¢genes entretejidas con las frustraciones, m¨¢s desesperanzadas de una juventud que se sent¨ªa inmersa en ese largo silencio, que dec¨ªa no por lo bajo, ya que no pod¨ªa hacerlo en alta voz, y que, finalmente, deseaba poder extenderse en un viento que todos supon¨ªamos era el de la libertad. Y despu¨¦s de haber querido creer tanto, les asaltaron todas las decepciones.
Tal vez por ello el Raimon que se ha presentado estos d¨ªas en Madrid (Teatro Alcal¨¢ Palace) reclamando una reubicaci¨®n dr¨¢stica de su personalidad, se encontrara de frente con el muro de una nostalgia que no puede olvidar las pasadas emociones ni las frustraciones presentes. Raimon quiere ser un cantante, lo pide e incluso lo exige. Bien esta, por mucho que nadie pueda esperar de la gente que renuncie a su propia identidad (sus recuerdos) para analizar de nuevas y sin emociones previas la obra de un cantante que nunca ha sido s¨®lo eso.Por lo pronto, el p¨²blico que acudi¨® a ver a Raimon y que no consigui¨® llenar el teatro (sesi¨®n del jueves) deb¨ªa rondar la treintena; no exist¨ªan muchos s¨ªntomas de renovaci¨®n. Un p¨²blico que por primera vez en Madrid no core¨® las canciones de Raimon, que de esta manera no contaba con la complicidad participativa de quienes est¨¢n en lo mismo que ¨¦l. Se aplaudi¨®, como siempre ocurre en este pa¨ªs, pero es significativo el hecho de que s¨®lo hubiera un bis.
Raimon, por su parte, y contando con la colaboraci¨®n de contrabajo, viento y guitarra (con su voz en un excesivo primer plano), mont¨® un recital tan articulado y coherente como el resto de su persona. Las canciones de sus dos ¨²ltimos discos se alternaban con aquellos viejos hits que levantaban a la gente de sus asientos y que posiblemente sigan teniendo alg¨²n sentido hoy d¨ªa (Al vent, Diguem no, D'un temps d'un pais, etc¨¦tera). Alguna de esas canciones, como Als matins a ciutat o I Beg Your Pardon, resultaban agradables, dentro de un estilo que podr¨ªa llamarse canci¨®n mel¨®dica espa?ola y que Raimon no acostumbraba a practicar.
El resto, con sus s¨ªncopas extra?as, sus recitados musicalizados o sus gritos airados, no es que fueran malas o buenas, sino mucho m¨¢s cotidianamente aburridas. Como aburrido es ¨¦l mismo en escena, sin la menor concesi¨®n al sentido del humor o, por mejor decir, sin ninguna emoci¨®n apreciable desde el patio de butacas o desde los desiertos anfiteatros. Raimon cant¨® como en ¨¦l es habitual o incluso algo mejor, por cuanto los a?os de oficio le han ido dotando de una cierta inteligencia respecto a sus propias posibilidades.
Su forma de tocar la guitarra sigue el viejo estilo de aporreo inmisericorde cuando no inicia unos t¨ªmidos arpegios, y las presentaciones apenas resultaron en otra cosa que la traducci¨®n de canciones.
No s¨¦ si es suficiente para un mito, pero s¨ª que es muy poco para un cantante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.