Tres grandes problemas esperan al futuro Gobierno vasco
Por primera vez desde que hace un siglo comenzaran su desarrollo econ¨®mico, las provincias vascas se hallan sumidas en una profunda crisis, cuyas principales caracter¨ªsticas est¨¢n ¨ªntimamente relacionadas. Son: el paro, la autonom¨ªa y la violencia. A partir de ellas, los programas de los distintos partidos que concurren a las elecciones al Parlamento vasco ofrecen soluciones para la tarea del futuro Gobierno aut¨®nomo.
Hace cien a?os, Guip¨²zcoa ocupaba el ¨²ltimo lugar en la escala provincial de renta per c¨¢pita. Se iniciaba por entonces el despegue industrial del Pa¨ªs Vasco, reducido todav¨ªa a las m¨¢rgenes del Nervi¨®n, pero pronto extendido a las dos provincias cant¨¢bricas del territorio que Sabino Arana estaba a punto de denominar Euskadi. Esa industrializaci¨®n acelerada, coincidente con el trauma hist¨®rico de la abolici¨®n foral, consecuente a la derrota carlista en dos guerras separadas por menos de cuarenta a?os, creaba el marco de la crisis de identidad colectiva en el que hab¨ªa de surgir el proyecto pol¨ªtico nacionalista, que marcar¨ªa, a su vez, la vida pol¨ªtica vasca durante la siguiente centuria. Tres cuartos de siglo despu¨¦s, en 1975, las antiguas provincias m¨¢s pobres del Reino ocupaban los puestos primero, tercero y cuarto en renta per c¨¢pita.
La crisis econ¨®mica como fondo
A los cuatro a?os de la muerte de Franco, la tasa de desempleo oficialmente registrada supon¨ªa en el Pa¨ªs Vasco el 15,82% de la poblaci¨®n laboral. Guip¨²zcoa, la provincia m¨¢s peque?a del Estado espa?ol, era en esa misma fecha no s¨®lo la que registraba un mayor ¨ªndice de acciones terroristas, sino la que soportaba el mayor crecimiento relativo del n¨²mero de desempleados.La semana pasada, mil candidatos compitieron en una prueba -consistente en una suma, una resta, una multiplicaci¨®n y un dictado-, para tratar de conseguir una de las cuarenta plazas sacadas a concurso p¨²blico por el Ayuntamiento de Baracaldo, para cubrir cuarenta puestos de pe¨®n dependientes de la Corporaci¨®n municipal El dato -y otros muchos del mismo estilo, que podr¨ªan aportarse- resulta doblemente significativo si se tiene en cuenta que desde fines del siglo XIX y hasta el inicio de la crisis del petr¨®leo, la tasa media de paro registrada en Euskadi -de apenas el 3%, frente a una media estatal del 5,09%, en 1973- situaba al Pa¨ªs Vasco en una situaci¨®n que cualquier keynesiano ortodoxo hubiera calificado como de ?pleno empleo?.
Primero, la pol¨ªtica
El sector que en los ¨²?timos a?os del franquismo sol¨ªa ser denominado por los partidos de izquierda, como ?la fracci¨®n m¨¢s l¨²cida del gran capital?, ha comprendido que, sin un cambio sustancial de la estructura productiva, Euskadi puede dejar de ser a corto plazo la fuente segura de beneficios que, fue durante decenios. As¨ª, la C¨¢mara de Comercio de Bilbao, dominada hoy por sectores pol¨ªticamente identificados con el PNV -lo que, por cierto, no deja de reflejar una evoluci¨®n muy significativa del empresariado vasco- se ha convertido en los ¨²ltimos meses en principal inspiradora y alentadora de un ambicioso plan de reconversi¨®n industrial, que afectar¨ªa en primer lugar a Vizcaya, pero cuyos efectos se extender¨ªan a medio plazo al conjunto de Euskadi. El propio presidente Garaikoetxea -que antes de dedicarse a la pol¨ªtica activa fue ¨¦l mismo empresario y presidente de la C¨¢mara de Comercio de Pamplona, y que acaba de declarar a una revista. que ¨ªntimamente se siente ?socialdem¨®crata?- revel¨® al comienzo de la actual campa?a que importantes sectores de la banca internacional estar¨ªan dispuestos a financiar dicho plan, invirtiendo sus capitales en Euskadi si se les garantizaba un m¨ªnimo de estabilidad social y pol¨ªtica.La oferta, de ser cierta, admitir¨ªa una lectura del rev¨¦s, es decir, directamente pol¨ªtica: a la hora de la desaparici¨®n de Tito en Yugoslavia y del renacimiento de la guerra fr¨ªa, el gran capital internacional estar¨ªa interesado en evitar que el Pa¨ªs Vasco se convierta en un punto caliente similar al Ulster, para lo que estar¨ªa dispuesto a invertir en Euskadi.
Para algunos pol¨ªticos poco sutiles (?de uno y otro signo?, por as¨ª decirlo), todo el problema de la pacificaci¨®n se reduce a ETA. Que el Gobierno acepte los puntos de ETA, seg¨²n unos, y que la polic¨ªa acabe con ETA y sus cinco puntos, seg¨²n otros.
Programas y f¨®rmulas de gobierno
Piensan otros, por el contrario, que los tres problemas un¨¢nimemente se?alados a la hora del diagn¨®stico: violencia, crisis econ¨®mica y paro, institucionalizaci¨®n auton¨®mica, no son independientes entre s¨ª. M¨¢s concretamente: que dificilmente puede ignorarse la relaci¨®n -constatable incluso estad¨ªsticamente- entre aumento de las acciones violentas e incremento del paro. Y que dificilmente podr¨¢n reducirse ambos sin una normalizaci¨®n pol¨ªtica que, aqu¨ª y ahora, pasa por la plena institucionalizaci¨®n auton¨®mica.De la distinta valoraci¨®n de esas relaciones y las soluciones propuestas para romper el c¨ªrculo vicioso parte la diferenciaci¨®n de programas y ofertas electorales presentadas por los distintos partidos de cara. a la confrontaci¨®n ante las urnas del d¨ªa 9.
Sin embargo, a la hora de analizar las propuestas de cada partido, lo primero que llama la atenci¨®n es que el partido mayoritario a nivel estatal, la UCD, no, haya cre¨ªdo conveniente explicitar a sus posibles electores mediante qu¨¦ programa piensa hacer frente a esos tres problemas b¨¢sicos; y que el partido mayoritario en el ¨¢mbito vasco, s¨®lo a ¨²ltima hora -con la campa?a muy avanzada- se haya decidido a dar a conocer, en un peque?o folleto, lo que considera un ?sucinto resumen? de un trabajo m¨¢s amplio, no conocido.
El electorado de izquierdas podr¨¢, por el contrario, basar firmemente su opci¨®n en la lectura de los detallados programas presenlados en las ¨²ltimas semanas por el PSOE, Euskadiko Ezkerra, Partido Comunista de Euskadi y ESEI.
Ese distinto nivel de concreci¨®n se ha plasmado, como no pod¨ªa dejar de ocurrir, en la orientaci¨®n dada por cada partido a la campa?a. As¨ª, el PNV la ha basado m¨¢s en la necesidad de una ?mayor¨ªa fuerte? -o sea, en la necesidad de un Gobierno monocolor PNV que en la defensa de las decisiones que esa mayor¨ªa iba a adoptar. Esa orientaci¨®n requer¨ªa de un complemento l¨®gico, que ha sido la desautorizaci¨®n de las opciones no nacionalistas, sutilmente identificadas con ?no vascas?. Menciones que parec¨ªan olvidadas al car¨¢cter espa?olista o sucursalista de partidos como el PSOE o el PCE han vuelto a aparecer en los labios de los m¨¢s significados tribunos na cionalistas. En la ¨²ltima semana, y como reflejo probablemente de los resultados de alg¨²n sondeo de opini¨®n, los ataques se han extendido tambi¨¦n a Euskadiko Ezkerra.
El PSOE, por su parte, ha hecho una campa?a bastante diferente a las desarrolladas en las anteriores elecciones, poniendo el acento, en esta ocasi¨®n, en los ataques implacables al PNV, antes que al Gobierno o a UCD. Ricardo Garc¨ªa Damborenea, que encarna dentro del partido una l¨ªnea que podr¨ªa considerarse neo-prietista, ha imprimido a la campa?a, desde su posici¨®n de candidato n¨²mero uno por Vizcaya, un car¨¢cter marcadamente antinacionalista que cabe interpretar, por una parte, como esencialmente dirigido a recuperar la franja del voto inmigrante que el 1 de marzo fue a engrosar la abstenci¨®n; y, por otra, como un intento de devolver al socialismo la imagen de partido de oposici¨®n desgastada por el consenso con UCD -durante el per¨ªodo constituyente a nivel estatal- y con el PNV, en el preauton¨®mico vasco.
Euskadiko Ezkerra se muestra mucho m¨¢s prudente a este respecto, y no descarta la idea de negociar con el PNV un programa lo suficientemente minucioso como para poder permitirse el riesgo de aceptar algunas carteras. Su planteamiento parece descansar en la convicci¨®n de que m¨¢s peligroso que quemarse en una acci¨®n de Gobierno -aunque fuera limitadaser¨ªa dejar en las exclusivas manos del PNV la institucionalizaci¨®n auton¨®mica, con lo que supondr¨ªa de hipoteca para el futuro de la izquierda vasca.
ESEI y el Partido Comunista coinciden en la necesidad de un Gobierno ?de concentraci¨®n?, o ?de amplia base?, similar al que presidi¨® Euskadi a la sombra del Estatuto de 1936. Ambas fuerzas ponen un acento especial en el peligro de que cristalicen las tendencias a la divisi¨®n de Euskadi en dos comunidades enfrentadas que perciben en algunos rasgos de la situaci¨®n actual, y ambos creen que la perspectiva de una izquierda unida que pacte en posici¨®n de fuerza con el PNV es la ¨²nica que permitir¨ªa abordar de manera coherente la resoluci¨®n de los tres problemas m¨¢s acuciantes del Pa¨ªs Vasco actual: violencia, crisis econ¨®mica, autonom¨ªa pol¨ªtica.
La otra opci¨®n:
La campa?a de UCD, basada en la presentaci¨®n de determinadas obras p¨²blicas, financiadas con cargo al Presupuesto del Estado, como conquistas de UCD, y en la deliberada confusi¨®n- de la indefinici¨®n pol¨ªtica con la postura geogr¨¢fica o geom¨¦trica del ?centro? de algo, ha irritado profundamente a los dem¨¢s partidos, pero ha tenido el m¨¦rito de aparecer a los ojos de un sector del electorado moderado como la opci¨®n de quienes temen tanto o m¨¢s que a la izquierda a cualquier partido que, directa o indirectamente, pueda verse relacionado con las metralletas de ETA. La h¨¢bil utilizaci¨®n por parte de Jes¨²s Mar¨ªa Viana, del fantasma de un ?frente aberizale?, en el que Apala fuera poco menos que el asesor militar de Garaikoetxea, proporcionar¨¢ probablemente a su partido m¨¢s votos que la semiclandestina visita de Su¨¢rez a un territorio en el que, dijo, ?militar en UCD es heroico?.Los intereses propios de la base social de UCD no son, sin embargo, tan distintos de los que defiende el PNV, y no pocos sectores del empresariado vasco ver¨ªan con excelentes ojos una alianza de Gobierno entre ambos partidos. Las brechas abiertas entre ambas formaciones no son ciertamente Pocas, pero, hist¨®ricamente, la direcci¨®n del PNV ha solido ser lo suficientemente pragm¨¢tica como para saber compaginar el radicalismo ideol¨®gico con la real-politik a la hora de la verdad.
PNV-UCD
En los dos extremos del abanico quedan AP, por una parte, y Herri Batasuna, por otra. Alianza Popular ha hecho una campa?a pensada, probablemente, m¨¢s de cara a pasado ma?ana que al momento actual. Sabe que ahora mismo es dif¨ªcil que pueda jugar un papel significativo en el Parlamento vasco, pero espera que el desgaste de UCD acabe por devolverle un voto de derecha que Fraga piensa que, en el fondo, le pertenece a ¨¦l.
La inc¨®gnita de Herri Batasuna
En cuanto a Herri Batasuna, sigue siendo tan inc¨®gnita como cuando debut¨® electoralmente, hace un a?o. Cierto que en estos doce meses se han producido cambios tan significativos como el abandono -en algunos casos con portazo- de la coalici¨®n por la mitad de los partidos fundadores. Pero la acentuaci¨®n de su populismo, que ha acompa?ado al desdibujamiento de las opciones de izquierda presentes en sus inicios, puede atraerle votantes de sectores tan heterog¨¦neos como, por una parte, el ala independentista del PNV y, por otra, el procedente del desencanto anarquizante de la extrema izquierda. Con todo, el triunfalismo consustancial a esta coalici¨®n, agudizado l¨®gicamente durante la campa?a, la hace menos resistente que otras fuerzas pol¨ªticas a unos resultados electorales que, incluso si no alcanzan los l¨ªmites del fracaso, supusieran un descenso m¨ªnimamente significativo. Mucha gente, en Euskadi y fuera de Euskadi, prestar¨¢, por ello mismo, particular atenci¨®n a los resultados que obtenga la coalici¨®n abertzale el d¨ªa 9. S¨®lo entonces quedar¨¢n despejadas, si no todas, algunas de las inc¨®gnitas fundamentales. que se ciernen hoy sobre un territorio que ha hecho de la paradoja su principal se?a de identidad y que, no por casualidad, cuenta entre sus h¨¦roes m¨¢s celebrados al cura Santacruz, cl¨¦rigo guerrillero vasco que acab¨® su vida predicando en los cafetales de Colombia la devoci¨®n a Alfonso XII, Rey de Espa?a.
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