El laberinto vasco
TRAS su estruendosa derrota pol¨ªtica y moral en el refer¨¦ndum andaluz, el Gobierno no debe minimizar ahora el serio descalabro que para sus planteamientos constituyen los resultados de las primeras elecciones que la historia registra para un Parlamento vasco. Los diputados abertzales -nacionalistas- suman ellos solos m¨¢s de los dos tercios de la Asamblea, y el ascenso de sus posiciones es tan espectacular como el desmoronamiento en Euskadi de los dos principales partidos del Estado (UCD y PSOE). Cuantos an¨¢lisis se quieran hacer sobre el futuro de aquel pa¨ªs deben, pues, partir de una doble base: los partidos de implantaci¨®n estatal poco o casi nada tienen que hacer all¨ª, y la burgues¨ªa vasca, base fundamental del electorado peneuvista, se ha determinado fundamentalmente por un partido nacionalista cuyas ra¨ªces hist¨®ricas ahondan en los postulados independentistas de Sabino Arana.Este papel relevante del PNV en el panorama pol¨ªtico de Euskalherr¨ªa no hace sino depositar, una vez m¨¢s, grandes responsabilidades sobre las espaldas del lendakari Garaikoetxea.
Pasa a p¨¢gina 8
El laberinto vasco
(Viene de primera p¨¢gina)Euskadi es un pa¨ªs amenazado hoy de bancarrota econ¨®mica, con una profunda escisi¨®n en su cuerpo social, amedrentado por el terrorismo y mirado con cicatera desconfianza por el poder central. El PNV tiene fuerza para establecer un Gobierno monocolor y, sin duda, lo va a intentar. Tambi¨¦n tiene ahora el poder de exigir m¨¢s vivamente a Madrid que las transferencias previstas en el Estatuto se hagan de manera generosa y urgente. El Gobierno Su¨¢rez, por su parte, no debe llamarse andanas en esta cuesti¨®n. La pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco pasa hoy ya, definitivamente, por la comprensi¨®n de que las necesidades y los deseos de autogobierno de aquella tierra lindan con el federalismo y deben encontrar m¨¢s generosa acogida, sin que se fuerce o rompa el marco de nuestra Constituci¨®n, si deseamos que en el futuro ¨¦sta sea respetada por todos. Pero el propio PNV ha de asumir tambi¨¦n las realidades vigentes. La m¨¢s inmediata es que su respetable utopismo pol¨ªtico, que le lleva a reclamar hasta la independencia de las provincias vascofrancesas, debe ser combinado con su necesario sentido com¨²n sobre las posibilidades y virtualidades reales de un programa as¨ª en la Espa?a de 1980. Garaikoetxea sabe adem¨¢s, por si fuera poco, que la muy grave situaci¨®n econ¨®mica por la que pasa Euskadi no ha de solventarse sin el apoyo financiero del poder central y que una recuperaci¨®n de la econom¨ªa vasca es impensable a medio plazo prescindiendo de ¨¦ste. Semejante hecho no debe ser utilizado por, el Gobierno como una nueva arma agresiva contra los poderes vascos, pero tampoco ¨¦stos deben desconocerlo a la hora de establecer sus planteamientos pol¨ªticos.
La segunda consideraci¨®n que merece la victoria del PNV y la irresistible ascensi¨®n del radicalismo abertzale es el hecho de que aqu¨¦l sigue siendo un partido tradicionalmente burgu¨¦s, afincado en la internacional democristiana, con apoyo del clero y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica vascos y en posiciones detonantemente conservadoras respecto a graves cuestiones de la convivencia. Su amplia implantaci¨®n en aquellas tres provincias puede suponer, desde este punto de vista, un serio obst¨¢culo al proceso de renovaci¨®n y transformaci¨®n social que las nuevas generaciones reclaman tambi¨¦n en el Pa¨ªs Vasco. Todo ello le convierte, precisamente por eso, en un peligroso y contumaz aliado de UCD en no pocas cuestiones a debatir pr¨®ximamente en las Cortes. La necesidad y virtualidad de esta alianza en muchos casos -Estatuto de Centros Escolares, ley de Divorcio, etc¨¦tera- hacen suponer a algunos la eventual presencia de un ministro vasco en el pr¨®ximo Gobierno de UCD. No parece probable, sin embargo, que esto suceda, y s¨ª m¨¢s bien que el PNV utilice tambi¨¦n sus esca?os en las Cortes espa?olas como palanca para arrancar m¨¢s y m¨¢s atribuciones del poder central, con el posible apoyo pr¨¢ctico de Euskadiko Ezkerra y el moral -no ocupan sus esca?os- de HB. La situaci¨®n de debilidad que UCD va a mantener desde ese punto de vista es evidente.
La tercera consideraci¨®n debe hacerse sobre el ascenso de las posiciones de Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra. Euskadiko se configura as¨ª como la ¨²nica izquierda marxista de signo nacionalista verdaderamente presente en Euskadi, mientras que los votos al confuso conglomerado ideol¨®gico de HB, para quienes los terroristas de ETA militar han pedido la papeleta, siguen significando la existencia de un amplio sector social que apoya pol¨ªticamente la acci¨®n criminal del terrorismo. Sector al que es preciso a?adir parte de las bases electorales de EE, alentadas a su turno por ETA (p-m). Por desagradable que esto sea, por est¨²pido que suene en un pa¨ªs con libertades democr¨¢ticas establecidas y altas posibilidades de autogobierno, negarlo ser¨ªa como esconder la cabeza debajo del ala. No desciende, sino todo lo contrario, el apoyo popular -probablemente en gran parte proveniente de los sectores m¨¢s j¨®venes del electorado- a los profesionales del asesinato, el robo y la metralleta. O el Gobierno de Madrid, tanto como el vasco, asume de una vez por todas esta lamentable realidad, o cuantos intentos de pacificaci¨®n en la zona quiera hacer resultar¨¢n un fracaso. A este respecto merece la pena expresar las dudas o los temores de que una acci¨®n represiva como la que el nuevo delegado gubernamental, para el orden p¨²blico pueda desarrollar en Euskadi sea ni de lejos la soluci¨®n eficaz a los problemas. Si la actividad policial no es respaldada por un entendimiento pol¨ªtico de la situaci¨®n -aun si ese entendimiento no tiene otro remedio que partir de las malas noticias que las urnas arrojan- no servir¨¢ sino para enconar los ¨¢nimos y avivar el fuego de la protesta. El Gobierno va a enfrentarse ahora con la reclamaci¨®n de amnist¨ªa para los etarras presos, y su negativa a entrar en nuevas negociaciones de este tipo debe ser ?balanceada?, cuando menos, con soluciones imaginativas y reales a los problemas pol¨ªticos planteados. Dejar de nuevo que la cuesti¨®n de los presos se convierta en la piedra de toque de toda negociaci¨®n ser¨ªa un lamentable error.
La ¨²ltima gran meditaci¨®n que las elecciones vascas sugieren en este primer comentario es el considerable porcentaje de abstenci¨®n ante las urnas. Cabe sospechar que una gran parte del electorado potencial de los partidos no nacionalistas -PSOE y UCD notablemente- no ha acudido a votar o por temor a hacerlo o por falta de fe en semejante acto. Tambi¨¦n quiz¨¢ porque estas eran las primeras elecciones que se celebraban en domingo. Cualquiera que sea el motivo, su actitud no puede resultar m¨¢s deplorable ni m¨¢s antipatri¨®tica para la patria vasca y para la patria hispana. La sospecha de que tras esa abstenci¨®n se encierra un dram¨¢tico cansancio de enormes sectores de la poblaci¨®n vasca, hartos del lodazal de violencia y enfrentamiento civil en el que se ven sumidos a diario, debe hacer recapacitar seriamente a las fuerzas pol¨ªticas hoy representadas en el Parlamento de Euskadi. Y es tambi¨¦n un toque de atenci¨®n para aquellas regiones espa?olas en las que los l¨ªderes pol¨ªticos se encuentran empecinados, por motivos partidistas o por un caciquismo de nuevo cu?o, en seguir la v¨ªa del art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n, con Parlamento y Gobierno para cada regi¨®n aut¨®noma.
En definitiva: estas elecciones, como lo han de ser en breve las catalanas y lo ha sido recientemente el refer¨¦ndum andaluz, son un buen motivo de reflexi¨®n para que alguien en este pa¨ªs, con m¨¢s capacidad y tes¨®n que las eminencias grises del Gobierno, se dedique a instrumentar te¨®ricamente qu¨¦ cosa ha de ser el Estado espa?ol de las autonom¨ªas. Y que se asuma por todos los espa?oles el hecho simple y radical que ya Aza?a expusiera en magistrales palabras: ?Votadas las autonom¨ªas, esta y la de m¨¢s all¨¢, y creados estos y los de m¨¢s all¨¢ Gobiernos aut¨®nomos, el organismo del gobierno de la regi¨®n es una parte del Estado espa?ol, no es un organismo rival, ni defensivo ni agresivo, sino una parte integrante de la organizaci¨®n del Estado. Y mientras esto no se comprenda no se entender¨¢ nadie lo que es la autonom¨ªa.? Ojal¨¢ que lo comprendan, y lo demuestren, el presidente del Gobierno espa?ol y el presidente del Gobierno vasco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- UCD
- Declaraciones prensa
- Manuel Aza?a
- Elecciones Vascas 1980
- Presidencia Gobierno
- EAJ-PNV
- Elecciones auton¨®micas
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- PSOE
- Parlamentos auton¨®micos
- Pa¨ªs Vasco
- Partidos pol¨ªticos
- Elecciones
- Comunidades aut¨®nomas
- Parlamento
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Finanzas p¨²blicas
- Gente
- Gobierno
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Administraci¨®n Estado
- Finanzas
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica