"Garc¨ªa Lorca nos ense?¨® a convivir con el genio"
Entrevista con el profesor Rafael Mart¨ªnez Nadal
Rafael Mart¨ªnez Nadal, amigo personal de Federico Garc¨ªa Lorca, de quien ha editado varias obras confiadas a su persona por el propio poeta, comenz¨® ayer en la Fundaci¨®n Juan March un cielo de conferencias sobre el poeta asesinado, que coinciden con la aparici¨®n del tercer volumen de los publicados por ¨¦l con los manuscritos en su poder. Se trata ahora de una edici¨®n facs¨ªmil de As¨ª que pasen cinco a?os, a la que acompa?a transcripci¨®n del texto manuscrito y pr¨®logo y notas, as¨ª como un texto interpretativo al final.
?Lo honesto?, dice Rafael Mart¨ªnez Nadal, ?es publicar la obra dejada tras la muerte, facsimilarmente. Mientras el poeta vive, ¨¦l garantiza lo que aparece impreso. Cuando ¨¦l muere, debe dejarse al lector la visi¨®n de sus vacilaciones, de sus tachaduras y de su letra, porque no podemos saber cu¨¢l es la versi¨®n final, que no existe, y lo correcto es dar el documento tal como ¨¦l lo dej¨®. Con este criterio de transparencia y respeto al amigo y al poeta, es con el que yo he editado los manuscritos que Lorca me dej¨®.?El libro, en una edici¨®n realmente deliciosa, como saben hacer los ingleses, ?se ha vendido, incre¨ªblemente, m¨¢s en Londres que en toda Espa?a. Este es el tercer tomo: en los dos primeros hab¨ªa 78 poemas, muchos de ellos in¨¦ditos hasta entonces, y El p¨²blico?. Y ese mismo criterio de lealtad al poeta y al amigo es el que le mantiene ahora de alg¨²n modo distanciado de la familia de Lorca. ?Yo comprendo que en el mundo de la literatura se dan los dos casos contrarios: esas viudas terribles, comerciantas o insensatas, por una parte, y por otra los que, por exceso de cari?o y de respeto, de protecci¨®n a la memoria del familiar muerto, por idealizar o por defender, se han pasado de rosca y han llegado al exceso. Esta segunda postura es tambi¨¦n contraproducente. Yo he pensado siempre que antes que la familia estaba la lealtad al amigo, y antes, si cabe, al poeta. Creo que Federico me hubiera maldecido desde su tumba si me hubiera comportado de otra manera. Y si mi inter¨¦s comenz¨® con la amistad -Mart¨ªnez Nadal public¨® en 1939 la primera antolog¨ªa de Lorca, traducida al ingl¨¦s por Stevens Spender-, luego ha sido guiada por la siempre creciente fascinaci¨®n que me produce su obra.?
Fascinaci¨®n es, seguramente, la palabra clave para definir el efecto que Federico Garc¨ªa Lorca produjo en los que le conocieron. Rafael Mart¨ªnez Nadal hace uw retrato vivo del poeta, en el que algunas an¨¦cdotas sirven como flashes para catalizar facetas de este personaje, un poco al margen del mito, de la versi¨®n oficial, y, seguramente, para confirmarla por extra?as v¨ªas. ?Federico consigui¨® algo extra?o y admirable: nos ense?¨® a convivir con el genio?, dice. ?En mi primera conferencia contar¨¦ en siete vi?etas el recuerdo que tengo de Federico, y que para m¨ª es como una pel¨ªcula que va pasando. Son siete momentos, elegidos no s¨¦ bien por qu¨¦ extra?as fuerzas y tampoco s¨¦ si son los m¨¢s representativos. Pero dan una idea de c¨®mo era el hombre, y aspiro a dar tambi¨¦n la idea de ese milagro: conseguir que se aceptara cotidianamente el genio.?
El genio, el duende, dice en otro momento. ?Nunca vi recitar as¨ª a nadie, y no creo que nadie sepa el secreto. Quiz¨¢ la voz algo ronca, quiz¨¢ las aes abiertas o el acento: luchando con el grana¨ªno y dej¨¢ndose llevar por ¨¦l a veces... Cuando conoc¨ª a Lorca?, dice, ?me pregunt¨® qu¨¦ me parec¨ªa lo suyo. "No s¨¦ si me gusta lo que naces o c¨®mo lo dices." Yo era muyjoven y muy impertinente. Y ¨¦l dijo: "Ni?o, ?sabes que eres un pu?eterito?" Y creo que nos hicimos amigos entonces... Cuando le¨ªa sus propios textos aparec¨ªan otras cosas que el propio Federico desconoc¨ªa. Era el duende.?
Habla Mart¨ªnez Nadal del mundo de Lorca, de ?la riqueza de aquel Madrid, donde cab¨ªan en una peque?a habitaci¨®n Lorca, Dal¨ª y Bu?uel?, de ?la desesperaci¨®n del t¨¦? en la residencia de estudiantes, varias horas a base de t¨¦, cigarrillos rubios y literatura y arte hasta la borrachera. O de la crisis de Federico, tras la aparici¨®n del Romancero gitano, que le convertir¨ªa en un poeta popular de la mano de un libro dif¨ªcil, surrealista y minoritario... Del viaje a Am¨¦rica, del amor de Lorca por los ni?os -una historia cada encuentro, con ranitas y paraguas-, de la pesadilla de Lorca el d¨ªa 18 de agosto, a la hora de la siesta, de sus moment¨¢neos horrores por el amanecer, ?la hora de la muerte ?. De las lecturas de Lorca (?bastar¨ªa un ¨ªndice onom¨¢stico al final de su obra para acabar con el mito imb¨¦cil del poeta espont¨¢neo?) y del secreto de la intensidad lorquiana, que seguramente estaba -dice Mart¨ªnez Nadal- ?en el asalto de la muerte?. ?Que cierren todo", dice que dijo alguna vez, ?que no quiero ver amanecer...?
Babelia
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