La poes¨ªa de Jos¨¦ Luis Gallego: Prometeo en el penal de Burgos
Por su edad, si los ant¨®l9gos hubieran puesto m¨¢s atenci¨®n en su trabajo en vez de saltar de facilidad en facilidad, habr¨ªan incluido a Jos¨¦ Luis Gallego en las recopilaciones dedicadas a la generaci¨®n po¨¦tica de 1936. Con Miguel Hern¨¢ndez, Ridruejo, Celaya, Rosales, Azcoaga, Bleiberg, Aparicio, Varela y algunos nombres m¨¢s. Pero no se entretuvieron en flor?turas, y as¨ª, Jos¨¦ Luis Gallego result¨® ser un nombre ausente en esas antolog¨ªas. En esas y en otras. Aunque realmente Jos¨¦ Luis Gallego no s¨®lo fue un olvido para los ant¨®logos, sino que lleg¨® a serlo para todos. Transcurrieron varios lustros en los que no se le nombraba. Exist¨ªa, eso lo sab¨ªan todos; pero muy pocos se atrev¨ªan a pronunciar su nombre.El final de la guerra civil le condujo a las c¨¢rceles. Tras un breve per¨ªodo de libertad, y despu¨¦s de haberse enrolado en las arriesgadas filas. de la clandestinidad pol¨ªtica, volvi¨® a ser detenido y condenado a una larga pena de prisi¨®n. De ah¨ª arranca el silencio que cay¨® !obre su nombre. La causa de su ausencia envolvi¨® en olvido su identidad y sus versos. Pero, a pesar de todo, en 1947, como si una mano agitara un pa?uelo entre las rejas, apareci¨® su primer libro. Llevaba el t¨ªtulo de Noticia de m¨ª. Versos sombr¨ªos y ce?idos. Por entonces, la revista Indice public¨®, bajo una foto suya, un breve poema de Jos¨¦ Luis Gallego por el que pasaban las nubes y el tiempo, y aquello fue tomado como un desaf¨ªo y casi cost¨® el secuestro a la revista. Poco despu¨¦s, en 1953, se imprimi¨® un op¨²sculo con otros cinco poemas -as¨ª se titul¨® el folleto: Cinco poemas- del poeta prisionero con otros poetas en el penal de Burgos.
La obra de Jos¨¦ Luis Gallego se alarga a s¨®lo un t¨ªtulo m¨¢s de los citados: Prometeo XX, un libro que en 1970 edit¨® la colecci¨®n El Bardo, con pr¨®logo que firmaron Jaime Ballesteros y Jos¨¦ Esteban. Este libro resulta ser el m¨¢s personal y caracter¨ªstico del poeta. Apareci¨® impreso veinte a?os despu¨¦s de -haber sido escrito. Y todo ¨¦l est¨¢ referido a la presencia del cautiverio, a las circunvoluciones del dolor, a la insistencia vecindaria de la muerte y a la memoria viva de la libertad. Hubo un hombre encadenado a una roca por haber robado el fuego a los dioses. Puesese hombre tiene el terrible y mon¨®tono gemido de quien lo perdi¨® todo. En Prometeo XX se encuentra uno de los m¨¢s tremendos testimonios de la tragedia espa?ola derivada de la guerra civil. Y seguramente no existe ning¨²n otro en el que el tema del cautiverio alcance un acento m¨¢s profundo y estremecido. Su lirismo resulta tan verdadero, nace de tan sincero impulso, que arrasa y aleja la tentaci¨®n ¨¦pica y, replegado en la morada m¨¢s ¨ªntima, se moja en llanto como quien se ahoga en a?oranzas e impotencia. En una-poes¨ªa concebida y escrita en prisi¨®n y bajo condena, y en un tiempo po¨¦tico regido, para la izquierda sobre todo, por dos nombres inevitables -Antonio Machado y Miguel Hern¨¢ndez-, hallamos, al abrir Prometeo XX, de Jos¨¦ Luis Gallego, un destello que escapa y como un aliento de color que se expande. Es el influjo de alguien insospechado. Se trata, nada menos, que de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Desde el penal de Burgos, Juan Ram¨®n, atravesando con su luz el coraz¨®n de un prisionero. El lector de entonces -y aun el de ahora- no puede por menos que retirar sus ojos de esa luz dorada. Pero comprende inmediatamente que lo que dota a los extraordinarios sonetos de Jos¨¦ Luis Gallego de tan espl¨¦ndida rotundidad l¨ªrica es la filtrada presencia lib¨¦rrima de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Tan fiel resulta la actitud de Jos¨¦ Luis Gallego, que llega a dedicar un soneto a su maestro. Es como una acci¨®n de gracias puesto que era consciente de que el lejano hombre de Moguer hab¨ªa originado en su llanto prometeico un acento de singularidad impulsora. Jos¨¦ Luis Oallego resulta as¨ª, en su momento, un poeta sin comparaci¨®n. Por haber acertado con otra clave. Ese es su m¨¦rito. Y hay que devolv¨¦rselo, con un largo y emocionado adi¨®s ahora que acaba de morir definitivamente y cuando hab¨ªa dejado, por fin, de ser un compromiso.
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