El octeto de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, en la m¨¢s pura tradici¨®n germana
La sociedad Cantar y Ta?er ha celebrado sus bodas de plata abriendo sus puertas al p¨²blico con un concierto del Octeto de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. Sesi¨®n bien representativa de la actividad de Cantar y Ta?er, siempre amante de la m¨²sica de c¨¢mara, reducto casi ¨²nico en Madrid durante a?os de tan importante parcela musical, mimada cuidadosamente por Helga Drewsen dentro del impermeable y casi dom¨¦stico clima de sus veladas. Para todos ellos, nuestro deseo de que contin¨²en largamente su actividad, sin perder el car¨¢cter innovador que tuvieron en sus primeros a?os.El Octeto de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn es, naturalmente, una entidad formada por excelentes instrumentistas, de empastada aunque no en exceso brillante sonoridad, excelente afinaci¨®n y ajuste. Es, adem¨¢s, un conjunto cuyas interpretaciones se mueven dentro de la m¨¢s pura tradici¨®n germana, cuyas versiones poseen l¨®gica y unidad (son versiones, en definitiva), sin ser en modo alguno resultado de la suma de criterios particulares. Aun cuando uno de los miembros se destaca del conjunto, esto es l¨®gico y justificable por razones intr¨ªnsecamente musicales.
Obras de Mozart y Schubert
Octeto de la Filarm¨®nica de Berl¨ªnTeatro Real 10 de marzo
El conjunto se caracteriza por concebir la m¨²sica de c¨¢mara con cierto sentido dom¨¦stico (en el mejor sentido), es decir, sus interpretaciones parecen no estar pensadas, para un auditorio al que hay que llegar a trav¨¦s del juego de tensiones, de la espectacularidad o del efecto din¨¢mico. Por el contrario, se dir¨ªa que los m¨²sicos est¨¢n haciendo m¨²sica para ellos mismos, eso s¨ª, excelentemente.
As¨ª, me parece particularmente valioso el planteamiento del maravilloso quinteto con clarinete mozartiano (una de las obras m¨¢s sublimes del salzburgu¨¦s): los m¨²sicos berlineses acent¨²an el car¨¢cter tremendamente melanc¨®lico, sombr¨ªo, que domina la p¨¢gina, sin resaltar la aparente, (y no por ello falsa) alegr¨ªa que flota en la superficie. Mozart, flexible, ¨ªntimo, que voluntariamente renuncia a muchas de las tendencias actuales de la interpretaci¨®n mozartiana, fue muy bien tocado por el clarinetista Ulf Rodenh?user, excelente m¨²sico de sonido acaso excesivamente opaco, muy en la l¨ªnea germana.
En la segunda parte pudimos o¨ªr una notable versi¨®n del Octeto, de Schubert, obra menor dentro del panorama general de la m¨²sica de c¨¢mara de Schubert, demasiado seguidora del Septimino beethoveniano, pero con momentos de innegable belleza. Entre los ocho excelentes instrumentistas hay que destacar, el asombroso trompa Gerd Seifert, de ins¨®lito legato, bell¨ªsimo sonido e impecable afinaci¨®n, y el excelente contrabajo Rainer Zepperitz, que puso de manifiesto su virtuosismo en las variaciones de la tercera sonata para cuerda de Rossini, que fueron regaladas, junto a dos fragmentos del Septimino, fuera ya de programa.
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