Crecer hacia adentro
La suerte del acuerdo-marco interconfederal (AMI) suscrito por la Uni¨®n General de Trabajadores y la CEOE en las postrimer¨ªas del pasado a?o parece decidida a favor de su generalizada aceptaci¨®n. No obstante, en el nuevo modelo laboral que resulte del di¨¢logo inaugurado entre los interlocutores sociales habr¨¢ de reflejarse la carencia de una importante fuerza social, Comisiones Obreras, ausente del AMI y, en consecuencia, al margen de los convenios negociados dentro de su ¨¢mbito.Sin embargo, las organizaciones federadas en CEOE, UGT y, en alguna ocasi¨®n, en USO aceptan la negociaci¨®n y asumen compromisos que se traducen en la suscripci¨®n de innumerables convenios colectivos.
Mientras tanto, Comisiones convoca huelgas y se repliega al ¨¢mbito de la empresa. No obstante, las acciones promovidas por el sindicato comunista chocan con la dificultad de movilizar a los trabajadores contra convenios colectivos que contienen aumentos salariales que oscilan entre el 13% y el 16%.
De otra parte, presionar para conseguir trabajar doce horas menos al a?o, o por la no asunci¨®n de cl¨¢usulas reductoras del absentismo -cuando ¨¦ste ha visto doblada su importancia en los ¨²ltimos cinco a?os- carece de la suficiente fuerza para justificar una huelga. Como tel¨®n de fondo a este decorado, los datos de desempleo existente golpean con contundencia extraordinaria las esperanzas de la opini¨®n p¨²blica de superar la grave crisis econ¨®mica que padecemos.
Parad¨®jicamente, Comisiones y el PCE reconocen que el grave momento nacional e internacional exige la colaboraci¨®n de todos. Pero, resulta evidente, no est¨¢n dispuestos a aportar la suya si no se mantiene la filosof¨ªa del consenso como instrumento b¨¢sico de ejercicio del poder pol¨ªtico.
Y es aqu¨ª donde se centra la pol¨ªtica del PCE y Comisiones Obreras, desvirtuando la democracia en base al consenso.
En efecto, la responsabilidad de gobernar se desnaturaliza en beneficio de la participaci¨®n de todos los grupos pol¨ªticos y fuerzas sociales en la elaboraci¨®n de programas y decisiones. En tal supuesto, los que menos votos tienen reciben proporcionalmente mayor cuota de poder.
El PCE, a corto plazo, espera pocos ¨¦xitos de las urnas: la ¨²nica salida del ostracismo en el que hoy se encuentra se halla en el consenso. La credibilidad del eurocomunismo entre las bases del PCE peligrar¨ªa si el electorado no incrementara sus votos, con el consiguiente aumento del n¨²mero de diputados en las pr¨®ximas elecciones. Ello, sin embargo, no es probable que ocurra.
Esta situaci¨®n justifica el af¨¢n del PCE por apurar la rentabilidad que puede obtener de la real fuerza de CCOO.
De esta manera, la central comunista antepuso a la negociaci¨®n del AMI su empe?o en mantener las movilizaciones, en una perfecta simbiosis entre los planteamientos pol¨ªticos del PCE y su instrumentalizaci¨®n con el apoyo social de Comisiones Obreras.
La estrategia de CCOO
Pero quien no pacta, no existe. Visto que los convenios colectivos firmados sin Comisiones Obreras resisten todas las adversidades, es natural que surja el interrogante acerca de la real estrategia que esta central sigue en los momentos actuales. No es l¨®gico que un aparato s¨®lido, eficaz y que ha demostrado capacidad de decisi¨®n permanezca quieto.
Ser¨ªa err¨®neo, sin embargo, esperar algo nuevo de CCOO. Casi nada ocurre en el universo comunista sin que obedezca a un previo programa.
Comisiones Obreras est¨¢ ?creciendo hacia adentro?. Durante los pr¨®ximos dos a?os, previsiblemente padecer¨¢ crisis internas, desafiliaciones, algunos abandonos ostensibles e incluso la incorporaci¨®n de alg¨²n grupo con identidad propia, como es el caso de la corriente escindida de USO, que estos d¨ªas negocia su integraci¨®n en la central comunista. Mientras tanto, la direcci¨®n del sindicato emplear¨¢ su tiempo en defender la fuerza y capacidad de asimilaci¨®n e integraci¨®n de su aparato entre sus propias bases.
Durante este per¨ªodo, Comisiones Obreras aguardar¨¢ la oportunidad de reaparecer con las tesis consensuales sostenidas en diciembre de 1978 en Castellana, 3, cuando no fue posible el pacto social buscado por el Gobierno, por la insistencia comunista en lograr un nuevo consenso con las restantes fuerzas pol¨ªticas. Si durante este tiempo todo fuera de mal en peor, no aumentase la inversi¨®n, creciera el paro, el desorden p¨²blico, la inestabilidad en la calle, el terrorismo, etc¨¦tera, CCOO y el PCE har¨ªan valer su teor¨ªa reiterada en las negociaciones del acuerdo-marco para convencernos de que los graves problemas existentes exigen un inmediato acuerdo pol¨ªtico y, por ende, el consenso.
La realidad, diferente
Pero la realidad aparece muy diferente de tan negras previsiones. UGT est¨¢ adquiriendo presencia en un amplio espectro sociol¨®gico de la clase trabajadora, cansada de tensiones, huelgas, piquetes y confrontaciones.
De otra parte, la bondad del AMI parece evidente: la media de incremento salarial obtenido durante la negociaci¨®n colectiva de este a?o se sit¨²a en un 15,7%, mientras que en 1979, y tras 190 millones de horas perdidas por huelgas que costaron al pa¨ªs muchos miles de millones de pesetas, los trabajadores no pudieron superar la cota de incremento salarial del 14%. Tambi¨¦n en este a?o, y durante el mismo per¨ªodo de negociaci¨®n colectiva, las huelgas disminuyeron un 96,4%.
El patronato acept¨® un acuerdo-marco con banda salarial muy alta, reducci¨®n de jornada e importantes concesiones en materia de derechos sindicales, en su intento por construir unas nuevas relaciones industriales basadas en la negociaci¨®n, y no en la tensi¨®n permanente, de lograr un clima de mayor concordia en el que afrontar los problemas dimanantes de la crisis econ¨®mica en la que nuestro pa¨ªs, y el mundo libre en general, se hallan inmersos.
El gran reto es consolidar el sistema democr¨¢tico en Espa?a, sin arrojar al pa¨ªs a niveles de decadencia ya felizmente superados.
La consigna debe ser: con la democracia tambi¨¦n se puede mantener y crear empresas y puestos de trabajo, ganar dinero, generar bienestar y, en definitiva, subsistir en un proceso que, desde la libertad, puede conducir el electorado a la justicia sin modificar el sistema.
El empresariado espa?ol trata de defender el modelo de sociedad en el que cree, de la ¨²nica manera posible: entregando a los sindicatos el protagonismo y la cuota de poder que en una sociedad pluralista y democr¨¢tica les corresponde. La CEOE huye hacia delante en una larga marcha, en la que sin duda quedar¨¢ consolidado un patronato en condiciones de servir los intereses empresariales con eficacia y responsabilidad.
Para que nuestro sistema pol¨ªtico guarde un adecuado equilibrio entre instituciones y poderes f¨¢cticos es esencial conferir a CCOO y al PCE la importancia que realmente tienen, sin olvidar el papel que han desempe?ado en el proceso de consolidaci¨®n de la democracia. Pero simplemente la importancia real que ambas organizaciones tienen. Una democracia, igual que una empresa, no puede ser gobernada m¨¢s que por aquellos que, de acuerdo con los procedimientos leg¨ªtimos, poseen la mayor¨ªa de las acciones. Respetando las minor¨ªas, por supuesto, pero situ¨¢ndolas en el lugar que en justicia les corresponde. Tan peligroso ser¨ªa supervalorar determinadas fuerzas como pretender ignorarlas.
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