Tres ejes de acci¨®n para el futuro urbano del centro de Madrid
Lo que hoy es distrito Centro antes fue Madrid. El inicial n¨²cleo ¨¢rabe creci¨® para hacerse caser¨ªo manchego y pobret¨®n. El caser¨ªo se hizo villa, sin crecer, densificando codiciosamente el escaso espacio que hab¨ªa heredado.En ese espacio, comprimida y densa, se api?aba la heterogeneidad de la ciudad: la aristocracia menguante y las clases populares de bajos jornales. En ¨¦l se concentraban las inversiones y en ¨¦l surgieron los equipamientos que la burgues¨ªa de entonces ped¨ªa y estaba en condiciones de obtener. En ¨¦l se asentaban cuantas actividades exig¨ªa, tanto el funcionamiento econ¨®mico de la ciudad como el albergar una poblaci¨®n de varios cientos de miles de personas. Y las primeras no eran muchas, porque Madrid viv¨ªa, en gran parte, de rentas-rurales transferidas a la nobleza.
El crecimiento de la ciudad supuso la ruptura de ese precario equilibrio. Madrid creci¨® con taca?a escasez de recursos. Se acentu¨® el desequilibrio entre el capital-fijo acumulado en el centro frente al de otras zonas, y se reforz¨® su accesibilidad.
Como resultado, la funci¨®n residencial del distrito est¨¢ cada vez m¨¢s degradada. La presi¨®n especulativa y la falta de actuaciones que hagan del centro un lugar adecuado expulsan a su poblaci¨®n y causan el abandono, el deterioro y la ruina acelerada de sus edificios.
En 1960 viv¨ªan en el centro 300.000 personas. Hoy s¨®lo 160.000. Cada a?o, el centro pierde 7.000 residentes y concentra mayor cantidad de empleo. Cada a?o crece la congesti¨®n y se degradan las condiciones ambientales. Desaparecen las actividades y el empleo local. Las viviendas que se dejan, pasan a estar ocupadas por oficinas o se mantienen sin alquilar a la espera de ganancias especulativas.
Quedan en el distrito quienes no han podido o no han tenido necesidad de establecer vivienda propia. Y los viejos. Al centro se le ha convertido en un lugar dif¨ªcil para los ni?os y abandonado cada vez m¨¢s por los j¨®venes.
El resultado es duro. Hay en el centro 15.000 infraviviendas, sobra equipamiento para no-residentes y falta el necesario para vivir dignamente. Hay comparativamente tres veces m¨¢s empleo que poblaci¨®n, aun cuando ¨¦sta se api?a en densidades alt¨ªsimas, que a menudo desbordan los mil habitantes-hect¨¢rea, llegando en puntos a los 2.000, mientras el l¨ªmite para ¨¢reas nuevas est¨¢ en trescientas.
El proceso especulativo presiona al centro. Se presiona para demoler edificios, agregar parcelas y transformar el centro apropi¨¢ndose de su centralidad. Se presiona para sustituir viviendas actuales por otras m¨¢s caras, fuera del alcance de los residentes.
Se presiona el deterioro de las zonas populares, Lavapi¨¦s o Malasa?a, dej¨¢ndolas a su suerte y acelerando su degradaci¨®n para crear condiciones qu¨¦, dentro de unos a?os, permitan disfrazar el ¨ªmpetu especulativo de la remodelaci¨®n bajo la apariencia de ¨²nica soluci¨®n posible.
El Estado y la promoci¨®n facilitan cr¨¦dito para construcci¨®n y compra de nuevas viviendas. No hay ayuda, y s¨ª trabas, a la hora de rehabilitar las existentes.
Si no se interviene, el centro, se convertir¨ªa en escenario hueco, en centro terciario y barrio-dormitorio para unos pocos. Y se agravar¨ªa la dependencia y subdotaci¨®n de la periferia madrile?a. Sin embargo, el centro no est¨¢ perdido, tiene remedio.
Para ello son necesarias tres l¨ªneas de acci¨®n, que se apoyan entre s¨ª y que son posibles, si se mantiene un apoyo municipal firme y no se dan actuaciones contradictorias en otras esferas.
Los tres ejes de esta actuaci¨®n est¨¢n claros: detener el crecimiento terciario en el centro; potenciar y revitalizar su funci¨®n residencial. y, defender y mantener la calidad del ambiente urbano.
El crecimiento de oficinas y grandes comercios puede frenarse mediante medidas de planeamiento, accesibilidad e inversi¨®n, todas ellas en la esfera de competencias municipales. Habr¨¢ que revisar el planeamiento vigente y, antes, modificar y suprimir interpretaciones abusivas que han jugado a favor de la densificaci¨®n terciaria del centro.
Habr¨¢ que favorecer a los transportes p¨²blicos, dificultando por el contrario el uso del autom¨®vil privado por no-residentes, al ejemplo de lo hecho en Navidad. Habr¨¢, que evitar inversiones que refuercen la centralidad y accesibilidad de usos no residenciales, como hicieron los pasos elevados o los estacionamientos. Y, por el contrario, se deber¨¢n llevar a cabo las que garanticen un buen funcionamiento selectivo de enclaves irreversiblemente destinados por las caracter¨ªsticas de su edificaci¨®n a usos y servicios centrales.
Frenar la presi¨®n terciaria no bastar¨¢ para mantener y mejorar el uso residencial. S¨®lo har¨ªa m¨¢s lenta, pero no menos irremediable, su transformaci¨®n para nuevos usuarios. Se impone un programa de actuaci¨®n municipal de rehabilitaci¨®n y construcci¨®n en el centro de viviendas para las clases populares. Los estudios y trabajos realizados demuestran que este programa es viable. Apoy¨¢ndose en actuaciones de adquisici¨®n de edificios y solares, compr¨¢ndolos o permut¨¢ndolos con terrenos en otras zonas o a expropiar en el anillo verde, el Ayuntamiento puede convertirse, a corto plazo, en el mayor ofertante de vivienda del distrito.
Tambi¨¦n puede actuar apoyando y dando cobertura a iniciativas y acuerdos de rehabilitaci¨®n entre caseros e inquilinos. Hay ejemplos. Y los habr¨¢ m¨¢s a medida que disminuyan o desaparezcan expectativas especulativas y se diluyan miedos hoy fundados.
Como complemento, habr¨ªa que actuar en la esfera de los equipamientos y los espacios libres. Los primeros pueden integrarse en la actuaci¨®n residencial, complet¨¢ndose con el uso de edificios singulares existentes. Los segundos, son m¨¢s problem¨¢ticos. Su tratamiento convencional requerir¨ªa un suelo que no existe. Su soluci¨®n ha de ser cualitativa: recuperar la calle como espacio p¨²blico, facilitando estacionamiento alternado a los residentes; establecer acuerdos para usar jardines y espacios hoy cerrados; aprovechar al m¨¢ximo intersticios y solares; crear instalaciones deportivas cubiertas, hoy inexistentes.
Aunque estas l¨ªneas de acci¨®n supondr¨ªan por s¨ª solas un gran paso para el mantenimiento de la escena urbana, deben complementarse con un programa quepotencie la puesta en valor de los espacios p¨²blicos, de la trama y del patrimonio arquitect¨®nico del centro. Devolver al espacio p¨²blico su papel como lugar de encuentro y marco de actividades no estructuradas, ser¨ªa parte inseparable d e esta l¨ªnea de acci¨®n.
Las acciones apuntadas son posibles. Tres ejes de acci¨®n para un centro. Una pol¨ªtica urban¨ªstica viable, aunque dif¨ªcil, que el actual Ayuntamiento puede hacer verdad. Y que se ver¨ªa facilitada mediante una gesti¨®n descentralizada, apoyada en la transparencia que supondr¨ªa el territorializar el presupuesto, sabiendo lo que se recauda y lo que se invierte en cada distrito.
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