Los interventores del Estado florecen con la democracia
Los interventores, ojos y o¨ªdos del dinero p¨²blico, tienen como fundador m¨¢s inmediato a Jos¨¦ de Echegaray, el de los billetes de mil pesetas, quien firm¨®, el 7 de enero de 1874, el decreto por el que se cre¨® el Cuerpo. Los interventores, seg¨²n el pre¨¢mbulo del decreto de Echegaray, ?tienen la alta y noble misi¨®n de velar por la exacta aplicaci¨®n de las leyes y por la guarda y leg¨ªtima inversi¨®n de los caudales, de las rentas y de toda clase de patrimonios del pa¨ªs?.
Nuestros funcionarios, en su inmensa mayor¨ªa, suelen ser bastante intervencionistas. Sin embargo, en el caso de los interventores del Estado no cabe la menor duda: lo llevan en el Cuerpo. Como indica su propio nombre, la misi¨®n del interventor es la de intervenir, la de poner pegas, exigir aclaraciones, vigilar, en definitiva, el trato que se da al dinero de todos los espa?oles. Son los garantes de la dignidad del Estado, si entendemos que la dignidad de un Estado se mide por la honestidad en el uso de. los caudales p¨²blicos y no por los entorchados, coches oficiales o condecoraciones que lucen nuestros mandatarios.Por todo ello, queda bastante claro, a lo largo de la historia, que el Cuerpo de Interventores ha florecido con mayor esplendor en ¨¦pocas de libertad que en tiempos de ominosa dictadura. No es casual, por tanto, que al cabo de un a?o escaso de las primeras elecciones generales libres los interventores recibieran el encargo -por medio del decreto de 12 de mayo de 1978- de realizar mediante auditor¨ªas, por primera vez, el control financiero de los organismos aut¨®nomos del Estado y de las sociedades estatales.
Poco despu¨¦s de publicado el decreto, bajo la responsabilidad de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, se orden¨®, por la Intervenci¨®n General del Estado del Ministerio de Hacienda, una de las primeras auditorias -y, sin duda, la m¨¢s famosa de ellas- sobre las cuentas de Radiotelevisi¨®n Espa?ola. (El informe elaborado por seis interventores fue publicado por EL PAIS, a partir del 20 de enero de 1980.)
El enorme impacto producido por la publicaci¨®n del informe que result¨® de la auditoria de los interventores ha puesto de moda al Cuerpo. Un Cuerpo trascendental para un r¨¦gimen democr¨¢tico y bastante desconocido por los contribuyentes. Los inspectores financieros y tributarios son los encargados de recaudar los impuestos, mientras que los interventores son los responsables de que ese dinero de los impuestos se gaste adecuadamente, es decir, de acuerdo con lo previsto en la ley del Presupuesto del Estado. Los inspectores controlan los ingresos, mientras que los interventores controlan los gastos. De ah¨ª que, cuando los miembros de una sociedad como la espa?ola pasan de ser s¨²bditos a ser ciudadanos, el papel de los interventores se revaloriza autom¨¢ticamente. Los administrados exigen cuentas cada d¨ªa m¨¢s claras a los administradores.
Salto a la fama
Un Cuerpo oscuro, silencioso, abnegado, burocr¨¢tico, puritano, quisquilloso y anticuado est¨¢ estos d¨ªas en boca de los contribuyentes. La auditor¨ªa de las cuentas de Radiotelevisi¨®n Espa?ola ha permitido a los representantes de la oposici¨®n calificar el hecho como el ?Watergate de Su¨¢rez?, seg¨²n Santiago Carrillo, o ?la cueva de los ladrones?, seg¨²n Alfonso Guerra, y ha dejado en entredicho al Gobierno. Pero ha hecho algo m¨¢s por los interventores del Estado: les ha devuelto una cierta credibilidad en su independencia y capacidad profesional.
El informe de RTVE no es, sin embargo, el ¨²nico realizado por la Intervenci¨®n General desde el decreto de 1978. Tambi¨¦n se han realizado auditor¨ªas en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona y en la red de paradores nacionales, entre otros. En estos momentos, los interventores -aunque no les correspond¨ªa por decreto- han sido encargados por el Gobierno de auditar W cuentas del Montep¨ªo de la AISS (antiguos funcionarios de los sindicatos verticales), a las que el Estado tiene que hacer frente, pese a no tratarse de un organismo aut¨®nomo ni de una sociedad estatal.
Son los cruzados de la buena administraci¨®n, pero sus oposiciones y su imagen no tienen, sin embargo, buen mercado. En parte porque aqu¨¦llas son duras y no se adaptan ni a los estudios de Derecho ni a los de Econ¨®micas, sino que precisa de ambos campos y, en parte tambi¨¦n porque durante la dictadura los interventores perdieron su brillo hist¨®rico frente a otros m¨¢s poderosos cuerpos -viveros de ministros- y no resultaron apetecibles para los j¨®venes, que buscaban en la Administraci¨®n un empleo ?de por vida?.
Sin embargo, entre los 180 interventores en ejercicio -el resto, hasta 256, se encuentra en comisi¨®n de servicio en la Administraci¨®n- hay un pu?ado de j¨®venes que son, al mismo tiempo, asesores del gestor en su destino, que mueven con rapidez y flexibilidad los papeles, y hay tambi¨¦n otro pu?ado de antiguos profesores mercantiles, los llamados ?periciales?, de manguito y pluma de ave, que unas veces lo paran todo por falta de una firma perezosa, y otras por exceso de rigor e intransigencia, propios de una conciencia profesional escrupulosa.
Del esplendor alcanzado por el Cuerpo de Interventores durante la II Rep¨²blica da muestra el hecho de que el propio ministro de Hacienda del doctor Negr¨ªn fue el interventor M¨¦ndez Aspe, el ¨²nico del Cuerpo que alcanz¨® ese m¨¢ximo rango. M¨¦ndez Aspe era de Izquierda Republicana, como el tambi¨¦n interventor Adolfo Sixt¨®n, entre otros. Abundaron tambi¨¦n, en aquel tiempo, los interventores de car¨¢cter liberal y progresista hasta que la depuraci¨®n efectuada tras la guerra civil dej¨® temblando al Cuerpo.
Varias generaciones, encabezadas por el n¨²mero uno del escalaf¨®n, Joaqu¨ªn Collada Andr¨¦u, hoy ministro del Tribunal de Cuentas, malvivieron durante los a?os del franquismo sin pena ni gloria. Procedentes del Cuerpo de Contadores del Estado -antiguos profesores mercantiles-, los ?periciales? cubrieron el vac¨ªo dejado por los interventores depurados. El control del gasto p¨²blico, como suele ser habitual en todas las dictaduras, no estuvo muy bien valorado por el franquismo. Incluso pasaban m¨¢s de diez a?os sin que se convocaran oposiciones. Entre, aquellas generaciones de periciales y los j¨®venes de hoy existe un abismo profesional y suaves enfrentamientos personales. Hay unos cincuenta interventores de m¨¢s de sesenta a?os, unos ochenta con edades comprendidas entre los cuarenta y sesenta a?os y m¨¢s de un centenar menores de cuarenta a?os, de los cuales unos cuarenta son menores de 33 a?os. Cuentan tambi¨¦n con veinte mujeres interventores, en su mayor¨ªa j¨®venes.
En la historia del Cuerpo hay un eslab¨®n que une a los periciales con los j¨®venes, a trav¨¦s de las generaciones intermedias, y este ha sido el papeljugado por Jos¨¦ Barea Tejeiro, una de las glorias del Cuerpo. En ese grupo de los valores intermedios pueden figurar Miguel Mart¨ªn, Francisco Luis Franc¨¦s, Ceferino Arguello, Jes¨²s Palacios, Juan Aracil, etc¨¦tera. Y entre los j¨®venes se encuentra la mayor parte de los componentes del heroico equipo que investig¨® las cuentas de RTVE.
Barea predica entre los j¨®venes
Jos¨¦ Barea, que empez¨® de contador y pericial y termin¨® de interventor tras licenciarse en
Los interventores de Estado florecen en la democracia
Econ¨®micas, se apoy¨® en los j¨®venes para introducir reformas importantes en la t¨¦cnica de control presupuestario, dignific¨® la profesi¨®n en su momento, transformando los interventores de meros controladores de rutinas en programadores del gasto p¨²blico. Con las cuentas nacionales, cuentas de las administraciones p¨²blicas y la nueva t¨¦cnica presupuestaria aprendida en Par¨ªs, Jos¨¦ Barea alcanz¨® gran predicamento entre los j¨®venes de los a?os setenta, y no pocos recelos entre los viejos.Barea, que fue subdirector general de Inversiones en 1967, director general de Presupuestos y subsecretario de Presupuesto y Gasto P¨²blico, durante el ministerio de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, introdujo un nuevo sistema de informaci¨®n presupuestaria que, en su d¨ªa, constituy¨® un notable avance. Sin embargo, los j¨®venes misioneros del gasto p¨²blico admiten que al cabo de un cierto tiempo se apag¨® el impulso reformador de Barea, hoy consejero delegado de Iberia. Su estructura presupuestaria qued¨® mornificada, con una gran rigidez y cierta arbitrariedad. ?Reb¨¢?ame de la 32?, sol¨ªa decir Barea, refiri¨¦ndose a una partida presupuestaria, cuando precisaba alg¨²n gasto urgente. El presupuesto de cristal, que es el anhelo de todo buen interventor que se precie, qued¨® frustrado al consagrarse durante tantos a?os el actual sistema presupuestario incrementalista sin incorporar novedades, m¨¦todos de evaluaci¨®n modernos y alternativas del gasto. En el Presupuesto Barea, llamado por algunos ?de cemento? por su escasa transparencia, no hay an¨¢lisis coste-beneficio, ning¨²n criterio de rentabilidad y s¨®lo sobrevive con una facilona din¨¢mica exponencial (un crecimiento anual desbocado del veinte) que los expertos califican de ?muy peligrosa?.
Hoy d¨ªa, el presupuesto Barea, que merece un homenaje en la historia del Cuerpo, puede reposar, sin embargo, en un museo o en el archivo de alg¨²n anticuario, y, al decir de los j¨®venes interventores, deber¨ªa ser sustituido por otro m¨¢s racional que obligue a gastar lo presupuestado por las Cortes, pero que lo haga con eficiencia y sin despilfarro, respondiendo a las demandas verdaderas de la sociedad.
Se dice que los interventores son los que ?levantan el presupuesto a pulso? y ello exige un notable esfuerzo personal de Fiscalizaci¨®n del gasto y de ejecuci¨®n del mismo gasto. Las oficinas presupuestarias reci¨¦n creadas en cada ministerio pueden suponer un cierto avance en la fijaci¨®n de objetivos y en la programaci¨®n del gasto, ya que lo que se gasta del dinero p¨²blico debe ser conocido, evaluado y sopesado con exquisita delicadeza.
Controladores incontrolados
El control interno lo hace la propia Administraci¨®n y tiene para ello unos mecanismos de evaluaci¨®n de lo que se gasta y en qu¨¦ se gasta. Este control interno, realizado por los interventores. sirve de soporte de evaluaci¨®n y legaliza el gasto. Las nuevas auditor¨ªas son una parte m¨¢s del control interno, pues son realizadas por los propios interventores sobre cuentas ya intervenidas previamente en todos sus niveles. En el caso de RTVE, pese al control interno y permanente de los interventores, la posterior auditor¨ªa de ellos mismos demostr¨® que hubo, cuando menos, despilfarro y desorden, hasta que los tribunales alg¨²n d¨ªa nos lo clarifiquen. Por ello se considera preciso, en todo pa¨ªs democr¨¢tico, otro control externo a la Administraci¨®n, y ¨¦ste corresponde en Espa?a al Tribunal de Cuentas, dependiente de las Cortes. El nuevo Tribunal de Cuentas, hoy en fase de enmiendas parlamentarias y balance¨¢ndose entre el modelo ingl¨¦s y el franc¨¦s, ser¨¢ la pieza clave que determine si nuestro dinero se ha gastado bien o mal, incorporando juicios de valor. La auditor¨ªa de RTVE, seg¨²n especialistas, no deber¨ªa haber sido labor de los ¨ªnterveptores de Hacienda, que son juez y parte, sino del Tribunal de Cuentas, ya que los interventores no est¨¢n legitimados para aplicarjuicios de valor,tarea que corresponde a los representantes del pueblo elegidos libremente para ello.
Cuando firmaban en barbecho
Existe el peligro de unir en el mismo Cuerpo de Intervenci¨®n el control interno, que ya ven¨ªan haciendo y que no ha impedido los fraudes ni el despilfarro, y el control externo, realizado mediante auditor¨ªas, que corresponde a las Cortes.
En realidad, hay quien opina que, durante la dictadura, los marginados interventores fueron simples contables que firmaban algunas veces en barbecho -sin comprobar nada-, lo que con el tiempo desvaloriz¨® la profesi¨®n y permiti¨® que muchas empresas, especialmente constructoras, se fueran a pique durante la dictadura cuando mor¨ªa ?su? ministro.
Las oposiciones, por tanto, se vinieron abajo. En algunos casos, para veinticinco plazas no llegan a 150 los que firman, la mitad de los cuales ni se presentan. La retribuci¨®n es semejante a la de los dem¨¢s cuerpos especiales de la Administraci¨®n, es decir, se sit¨²an, en el m¨¢ximo nivel de coeficiente, en torno a las 140.000 pesetas, variando sus ingresos seg¨²n el cargo que ocupe y la provincia donde est¨¦ destinado. El 95% del cuerpo pertenece, al mismo tiempo, al de Censores Jurados de Cuentas, como supernumerarios, sin necesidad de hacer la oposici¨®n correspondiente, aunque no ejercen.
Funcionalmente, dependen todos de la Intervenci¨®n General del Estado, del Ministerio de Hacienda, cuyo. director general puede o no ser del cuerpo. Actualmente, el interventor general del Estado es Augusto Guti¨¦rrez Robles, de 59 a?os, n¨²mero 46 del escalaf¨®n. Antes de que la Constituci¨®n Espanola derogara la anacr¨®nica existencia de los tribunales de honor de los cuerpos, el escalaf¨®n de interventores ten¨ªa su importancia, pero hoy d¨ªa tiene s¨®lo car¨¢cter honor¨ªfico.
La t¨®nica general, aunque son acusados por los viejos de excesiva politizaci¨®n del cuerpo, es la apoliticidad o, al menos, la no militancia. Hay solamente dos afiliados a UCD -uno de los cuales, Manuel Tixaire Buil, es senador por Huesca- y dos al PSOE. La primera mujer ingres¨® en 1974. Se jubilan a los setenta a?os y no tienen santos patronos conocidos.
El actual cuerpo naci¨® en enero de 1874 por un decreto de Jos¨¦ de Echegaray -el de los billetes de mil pesetas-, que fue fundador del Banco de Espa?a, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y ?no sabemos por qu¨¦? -seg¨²n algunos expertos literarios- premio Nobel. Tiene su origen, sin embargo, en ¨¦poca remota e indeterminada. A partir del siglo XV, los interventores son los que salvaguardan los intereses del Tesoro P¨²blico, ?bas¨¢ndose en un embrionario conjunto de normas de buena administraci¨®n?, seg¨²n Collada. Pero la Intervenci¨®n General del nuevo Estado liberal centralista surge con cierta fuerza, junto con el movimiento constitucional iniciado en 1812 y la invasi¨®n napole¨®nica,
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