Videla, de la par¨¢lisis a la iniciativa
El r¨¦gimen militar argentino cumple ma?ana su cuarto a?o, el m¨¢s activo desde que accedi¨® al poder. Seg¨²n todos los analistas, lo que diferencia este ¨²ltimo a?o de los anteriores es que el r¨¦gimen del general Videla ha pasado a tomar la iniciativa pol¨ªtica en casi todos los frentes.Hasta ahora, una especie de complejo de culpabilidad y la opini¨®n p¨²blica internacional parec¨ªan paralizar pol¨ªticamente al r¨¦gimen militar argentino, tras un periplo hacia la consolidaci¨®n del poder que ha constituido uno de los episodios represivos m¨¢s duros de la historia contempor¨¢nea.
Sin embargo, esta par¨¢lisis ha terminado. Buena prueba de ello ha sido la oferta de un denominado di¨¢logo pol¨ªtico hecha por el presidente Videla a los civiles el pasado 6 de marzo. ?Se trata de una iniciativa orientada a civilizar el poder a plazo fijo en Argentina, o m¨¢s bien de recabar ayuda de los pol¨ªticos de paisano para que avalen un proyecto que no encontrar¨ªa todos sus avales en el seno de las fuerzas armadas?
Por el momento es necesario admitir que la oferta, pese a sus grandes estrecheces, supone un reconocimiento impl¨ªcito de los partidos pol¨ªticos argentinos y su presencia activa en Argentina. Adem¨¢s los reconoce como eventuales interlocutores del di¨¢logo. A pesar des su debilidad, fruto de unas condiciones de silencio y represi¨®n, junto a algunos errores, los partidos pol¨ªticos y sus programas, tarde o temprano, se har¨¢n o¨ªr. Por lo menos, a partir de ahora, los partidos podr¨¢n hacerse planteamientos a largo plazo.
Las fuerzas armadas
Comprender la oferta del general Videla implica analizar la situaci¨®n al trasluz de las fuerzas armadas, ¨²nico sujeto al que le ha sido dado el atributo de hacer pol¨ªtica. Desde ahora, hasta el pr¨®ximo mes de septiembre, el Ej¨¦rcito de Tierra, la Marina y la Aeron¨¢utica han de concretar su propuesta del candidato a sustituir a Videla en la presidencia de la Rep¨²blica en marzo de 1981. Un general retirado tiene que ser el presidente. Para lograrlo, las tres armas, te¨®ricamente, tendr¨ªan que ponerse de acuerdo. Esto es lo dif¨ªcil.
En principio, la Marina acostumbra a oponerse a casi todo lo que propone el Ej¨¦rcito de Tierra. La influencia del almirante Emilio Massera todav¨ªa se hace notar en la Armada, representada en la Junta Militar por el almirante Lambruschini. Del arma de Tierra cabr¨ªa esperar la candidatura del general Roberto Viola, hasta hace muy poco delfin del r¨¦gimen y de Videla, pero con una limitaci¨®n importante: abandon¨® la Junta Militar antes de tiempo y ahora se encuentra en situaci¨®n de retiro, sin poder concreto. Su sucesor en la Junta, el general Galtieri, era hombre de Viola en un principio, pero una vez en el m¨¢ximo ¨®rgano militar ha emprendido una pol¨ªtica aut¨®noma.
Un trinomio poderoso
Con todo, la persona elegida habr¨¢ de satisfacer a unos y otros, pero, por encima de todo, tendr¨¢ que contar con el apoyo del arma de Tierra. Adem¨¢s le ser¨¢ dif¨ªcil eludir el enorme poder que ha acumulado el trinomio, que tiene su cabeza estatal en el general Jorge Videla, su rostro econ¨®mico en el poderoso superministro Mart¨ªnez de Hoz y sus brazos potentes en el ministro del Interior, Albano Harguindeguy.
Otro frente donde Videla ha consolidado sus prop¨®sitos ha sido el de la econom¨ªa. El plan Mart¨ªnez de Hoz, muy contestado, incluso desde sectores del Ej¨¦rcito, ha acabado imponi¨¦ndose al pa¨ªs a un costo muy elevado, sobre todo para los trabajadores. Su eje consiste en privilegiar a la burgues¨ªa agroexportadora, en detrimento de la burgues¨ªa industrial. Los desarrollistas de Rogerio Frigerio y de Frondizi han sufrido una fuerte derrota al no lograr suplantar aquel modelo econ¨®mico por el suyo.
Atomizaci¨®n sindical
En el ¨¢mbito sindical, el triunfo del Gobierno militar argentino parece evidente. Mediante la ley de Asociaciones Profesionales, que entr¨® en vigor a finales de 1979, se arrebata a los sindicatos la posibilidad de utilizar y recaudar fondos, con lo cual toda la red econ¨®mica de fondos para viviendas y protecci¨®n social qued¨® desbaratada. Adem¨¢s, la ley implica la imposibilidad de que los sindicatos se confederen, con lo cual la atomizaci¨®n se presenta como ¨²nica alternativa org¨¢nica. La respuesta sindical todav¨ªa no se ha producido.
Entre tanto, Videla trata de llenar su estancia en la presidencia hasta marzo de 1981 con nuevos planes pol¨ªticos. Hacia adentro, espera los prometidos resultados del plan econ¨®mico -que a¨²n no llegan- y va a protagonizar el citado di¨¢logo pol¨ªtico para ofrecer un modelo de democracia controlada menos brutal del que la dictadura militar argentina presentaba. Hacia afuera, seguir¨¢ utilizando el poder cereal¨ªcola de Argentina para eludir pol¨ªticamente las recomendaciones norteamericanas, orientadas a forzar las transformaciones desde Washington, donde los resultados de las investigaciones sobre los derechos humanos se utilizan seg¨²n interese en cada coyuntura. Con Brasil se trata de correr la carrera nuclear suramericana.
Sin embargo, todo puede eclipsarse. El prop¨®sito de zanjar el espinoso tema de los desaparecidos, miles desde el golpe de Estado de 1976, mediante una requisitoria judicial convoc¨¢ndolos ante el juez y, si no comparec¨ªan, declararles fallecidos, ha fracasado ante la opini¨®n p¨²blica dentro y fuera de Argentina. La mala conciencia por este pasado de sangre y, sobre todo, su peso pol¨ªtico interior e internacional es tan elevado que dentro de las fuerzas armadas todos los candidatos a la presidencia de la Rep¨²blica se presentan como alternativas opuestas a lo que ellos contribuyeron a traer al pa¨ªs; la dictadura militar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.