Arconada evita una derrota humillante
El d¨ªa de San Isidro de 1929 Espa?a logr¨® una de sus mejores victorias futbol¨ªsticas, al batir a los entonces invencibles ingleses. Ayer, festividad de los santos Braulio, Lucario, C¨¢stulo, Sicario, Deodosio, Manuel y Marciano solamente hubo intercesi¨®n por Arconada, el jugador gracias al cual Espa?a solamente recibi¨® una derrota no humillante. Inglaterra, que no pas¨® de realizar un buen entrenamiento, super¨® en todos los sentidos a esa roma selecci¨®n que prepara Kubala. En los ¨²ltimos encuentros internacionales m¨ªnimamente decorosos, Espa?a marc¨® dos goles de penalti. Ayer, ni eso.Kubala hizo un equipo ultradefensivo, con cinco hombres destinados a perseguir a sus contrarios y sin otro objetivo que no fuera evitar los goles. Migueli, Ur¨ªa, Guisasola y Saura se olvidaron de cualquier misi¨®n que no fuera la de vigilar a los Keegan, Francis y Wilkins y como, por otra parte, a¨²n quedaban detr¨¢s Urquiaga, Alexanco y Gordillo, forzosamente qued¨® imposibilitada cualquier ocasi¨®n de crear un juego decoroso.
Como se barruntaba desde el d¨ªa anterior, la selecci¨®n espa?ola no cont¨® con ning¨²n hombre creador en el centro del campo. Sin nadie capaz de dirigir el juego, los atacantes quedaron inhabilitados en todo momento. Inglaterra se apoder¨® del terreno de juego a base de un f¨²tbol que forzosamente tuvo que agradar a los espectadores, porque no tiene nada que ver con el que actualmente vemos en los campos espa?oles. El f¨²tbol espa?ol est¨¢ adocenado y, adem¨¢s, a nivel de selecci¨®n carece de una direcci¨®n coherente. Si a lo poco que tenemos le restamos la posibilidad de que alguien con cabeza intente hacer funcionar cuatro ideas es evidente que cada d¨ªa iremos a menos. Kubala cada d¨ªa se embarulla m¨¢s. Cada d¨ªa cambia de selecci¨®n, no tiene criterio y de cuando en cuando se saca de la manga el concurso de jugadores cuya capacidad es m¨¢s que mediana. Y s¨ª parece haber m¨¢s cera que la que arde, o al menos para sacarle m¨¢s provecho.
Inglaterra, desde el comienzo, funcion¨® a base de entregar el bal¨®n con rapidez a los espacios libres y, sobre todo, movi¨¦ndose con celeridad tanto en el ataque como en la defensa. Los relevos de los jugadores brit¨¢nicos eran instant¨¢neos. Jugaban repentizando, pero como sabiendo por d¨®nde iba a moverse el compa?ero. La impotencia espa?ola recurri¨®, sobre todo en el segundo per¨ªodo, a un juego sucio, ¨²nica f¨®rmula capaz de parar los ataques ingleses.
La diferencia fundamental entre ambas selecciones radic¨® en los cambios sobre la marcha, en el ritmo adecuado para cada jugada y en el control de las partes claves del terreno. As¨ª, cuando atacaba Espa?a no hab¨ªa espacios libres por los que penetrar. Los continuos pases horizontales y la obsesi¨®n de penetrar por el centro del campo permit¨ªan a los ingleses taponar huecos con toda tranquilidad. No ocurr¨ªa lo propio en el ¨¢rea espa?ola, porque el contragolpe brit¨¢nico se realizaba con toda rapidez y por el lugar m¨¢s id¨®neo, que era siempre aquel que estaba desguarnecido. Los ingleses, que centraron todos sus ataques en Francis, Keegan, Kennedy y Woodcock, se encontraban perfectamente apoyados por Coopell, Wilkins y hasta los laterales, que sub¨ªan sin que Juanito y Dani les siguiesen. Por parte espa?ola, en el primer tiempo, a los tres atacantes solamente les lleg¨® el refuerzo de Saura y Gordillo, y en el segundo ni siquiera eso. Unicamente los diez primeros minutos del segundo tiempo fueron de ataques m¨¢s vivos por parte espa?ola, pero a continuaci¨®n los ingleses volvieron a controlar el juego y a ?in poner su ritmo.
Espa?a se salv¨® de un gran desastre gracias a Arconada, que supo estar siempre bien colocado, que supo salir en el momento oportuno para cubrir los fallos de los defensas y que si recibi¨® dos goles fue porque nada pudo hacer para evitarlos, ya que se encontraba vendido. Espa?a fracas¨® de nuevo a nivel internacional. Cada vez se va a peor, pero nadie pone remedio al hecho. No existe la m¨ªnima direcci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.