Conciertos del pianista McCoy Tyner
McCoy Tyner y su grupo actuaron el pasado viernes, en sesiones de tarde y noche, en el teatro Alcal¨¢ Palace, de Madrid.La avalancha de jazz que (agradablemente) sufre Madrid en estos primeros acordes del ochenta nos tra¨ªa esta vez a McCoy Tyner, gran pianista que fue de John Coltrane y que en su anterior visita madrile?a do al personal lleno de pasmo y maravilla.
En esta ocasi¨®n el concierto discurri¨® por los senderos de la improvisaci¨®n ad libitum, sin por ello caer en formas absolutamente libres. Para aclarar algo es cuesti¨®n de explicar que, excepto en la repetici¨®n, la estructura de cada tema era muy similar y cl¨¢sica: Introducci¨®n -solo-solo-solo-vuelta al tema y final. Ocurr¨ªa tambi¨¦n que uno va a escuchar un sexteto esperando unos arreglos, un sonido de grupo, unas composiciones, y se encuentra con unos grandes m¨²sicos (eso s¨ª) cuya ¨²nica misi¨®n parece estar bien en el solo, bien acompa?ando el solo de otro. Claro que estos acompa?amientos, a cargo del bajo Charles Fambroug, el bater¨ªa George Johnson y el mismo McCoy al piano eran diferentes y muchas veces magn¨ªficos, pero es que la f¨®rmula era un pelo reiterativa. Ya se sabe que eso es consecuencia y desarrollo de lo que en los sesenta se llam¨® hard-bop, pero nuevos jazzmen demuestran una mayor preocupaci¨®n por la cosa composicional. Alguien alegaba que como el sonido del grupo era malo sus mismos componentes optaron por lanzarse a los solos de manera casi exclusiva. Bien, puede ser una explicaci¨®n.
En vista de ello es cuesti¨®n de dar un repaso a los solistas. El viol¨ªn John E. Blake tenla un sonido bonito y gastaba poco esfuerzo en efectos. Apenas percut¨ªa el instrumento y no parec¨ªa muy propenso a dejar el arco para nada. El saxo James Allen Ford realiz¨® alguno de los solos m¨¢s mel¨®dicos de la noche, con un sonido claro y n¨ªtido. Un hombre delicadamente expresivo. La percusi¨®n corr¨ªa a cargo de Guilherme Franco, a quien apenas se o¨ªa cuando tocaba todo el grupo, y que realiz¨® un solo de pandereta verdaderamente espectacular. El bater¨ªa Johnson era un tipo contundente y con una visi¨®n de lo que es un solo articulado como pocas veces se contempla. El bajo Fambroug tuvo un par de intervenciones bastante espectaculares (con rasgueo incluido) y acompa?¨® muy profesionalmente.
Y, por ¨²ltimo, la estrella, McCoy Tyner. Resulta que su trabajo r¨ªtmico y arm¨®nico se escuch¨® mal, una verdadera cat¨¢strofe, ya que es uno de esos instrumentistas que hacen casi mejor m¨²sica cuando realizan bases que cuando se lanzan a sus solos. En ¨¦stos, McCoy volvi¨® a mostrar su incre¨ªble mano izquierda, con unos acordes siempre sorprendentes y siempre efectivos. A su lado, la mano derecha, la mel¨®dica, se difuminaba algo, y no porque estuviera mal, sino porque lo otro era demasiado. Esto fue todo, una bella repetici¨®n y todos a casa tras haber visto a unos grandes instrumentistas y haber echado de menos un poco m¨¢s de trabajo en grupo. Pero mereci¨® la pena.
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