Primer Parlamento auton¨®mico
AYER QUEDO constituido en Guernica el primer Parlamento vasco. Queda as¨ª abierto un proceso legislativo auton¨®mico que presumiblemente llevar¨¢ al poder en Euskadi al PNV, con Carlos Garaicoetxea como lendakari, y que conformar¨¢ un Gobierno pactado que se enfrentar¨¢ primordialmente con temas como las solicitudes de amnist¨ªa para los presos acusados de connivencia con ETA o de atentados terroristas (un diputado del Parlamento electo est¨¢ en la c¨¢rcel de Soria), la aceleraci¨®n de las transformaciones desde el poder estatal y la incorporaci¨®n o no de Navarra a Euskadi.La realidad es que el primer problema del Gobierno vasco -y, acaso, del Gobierno del Estado- reside en la pacificaci¨®n del pa¨ªs y en la erradicaci¨®n del terrorismo. Operaci¨®n pol¨ªtica que puede pasar por la atenci¨®n a los enunciados anteriores, pero que no se limita a ellos. No hay m¨¢s remedio que contarcon un terrorismo separatista vasco (pol¨ªticamente aislable), pero que siempre llevar¨¢ las fronteras de cualquier negociaci¨®n un pelda?o m¨¢s all¨¢ de lo posible, y que no tiene otra contestaci¨®n que la eficacia policial. Y el terna de la amnist¨ªa, cuando sigue derram¨¢ndose sangre inocente, es simplemente impresentable.
Ahora, a las doce menos cinco de la formaci¨®n de los Gobiernos auton¨®micos vasco y catal¨¢n, es el momento de recordar las responsabilidades que asumen. Es ya un axioma pol¨ªtico que las autonom¨ªas son caras; en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico. Las autonom¨ªas tambi¨¦n exigen de sus dirigentes dosis de valor moral y de honestidad pol¨ªtica superiores a las reclamables a un presidente estatal. Este tiene siempre la pared del voto de confianza del Parlamento y nulas posibilidades de transmitir sus fracasos a entidades m¨¢s altas. El Gobierno del Estado podr¨¢ cometer errores y cicater¨ªas, pero los nuevos Gobiernos auton¨®micos han de guardarse de la tentaci¨®n de negarse a asumir sus tambi¨¦n previsibles errores agitando el maniqueo de un Gobierno estatal que ya no puede en estricta justicia tildarse de centralista.
El Parlamento vasco, precisamente, se acaba de constituir al filo de un inhumano acto terrorista que ha matado a un ni?o y dejado inv¨¢lido a otro. Son las primeras v¨ªctimas infantiles del terrorismo en Euskadi y numerosas organizaciones c¨ªvicas vascas han protestado ya contra esta violencia asesina. Es un sentimiento de repulsa respetable, sin duda bien intencionado, pero inadvertidamente ?tartufesco?. Cuando se colocan artefactos explosivos en Azcoitia, Renter¨ªa, Lem¨®niz, o en Madrid o la Costa del Sol, se pone en peligro la vida de las personas en forma indiscriminada y s¨®lo la casualidad evit¨® que otros ni?os fueran asesinados antes tan b¨¢rbaramente. Si estamos de acuerdo en que la libertad es indivisible, se nos permitir¨¢ estimar que el terrorismo en una sociedad constitucional tampoco es parcelable y que todo indica que sobre ETA militar recae la responsabilidad de las v¨ªctimas infantiles de Azcoitia. No ser¨ªa la primera vez que ETA militar reconoce que, a m¨¢s de haber asesinado, ha asesinado a personas que incluso desde su propia perspectiva eran ?inocentes?.
Por lo dem¨¢s es trivial considerar ahora la terminolog¨ªa de algunos discursos (hasta Leizaola ha hablado de ?la constante del hombre blanco en encontrar la libertad?) o sobre la etimolog¨ªa de acepciones como Estado, nacionalidad o regi¨®n. Lo que es preciso es que los Gobiernos auton¨®micos respeten la Constituci¨®n y que el Gobierno central no los trate con recelos avant la letre o, simplemente, con caducos reflejos centralistas. Existen unos niveles de subordinaci¨®n que no deben traspasarse y unos planos de colaboraci¨®n en los que debe brillar la lealtad mutua y la comprensi¨®n. El r¨¦gimen auton¨®mico es una f¨®rmula (perfectible) de gobernar un Estado, no una pugna de competencias sumada a un peloteo de responsabilidades.
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