Dos espa?oles relatan sus sufrimientos en las c¨¢rceles uruguayas
Su mujer, Beatriz, permanece presa en el penal de mujeres de Punta Rieles, no lejos de Montevideo, en condiciones incluso peores que las que atraves¨® ¨¦l tras pasar por El Infierno, centro de tortura contra presos pol¨ªticos utilizado por las autoridades militares uruguayas desde 1973.Con Peralta ha viajado a Madrid Severino Carballal, gallego de 31 a?os, nacido en Vigo y residente desde la infancia en Uruguay. Acusado de pertenecer al Partido Comunista de Uruguay y condenado a cuatro a?os de prisi¨®n, con expulsi¨®n del pa¨ªs, fue torturado durante 33 d¨ªas, en El Infierno: el caballete, la picana, las ?colgadas? -d¨ªas enteros amarrado con cuerdas a un garfio, sin sujeci¨®n apenas al suelo.
?Cuando mi cuerpo se acostumbraba a aquella postura terrible, me mojaban el cuerpo con agua y me aplicaban una corriente el¨¦ctrica. Durante mis delirios, me acercaban un magnet¨®fono, para ver si obten¨ªan alg¨²n dato de inter¨¦s para seguir la represi¨®n contra la oposici¨®n en Uruguay?, dice Carballal. A veces, intercala grandes risotadas en su relato. Con certeza ha sido su gran sentido del humor el que le ha salvado de enloquecer bajo la tortura, como tantos otros de los presos pol¨ªticos uruguayos.
?Me sucedi¨® algo divertido. Yo estaba siendo torturado una vez me gritaban que pertenec¨ªa al Partido Comunista y yo lo negaba. Me golpeaban para que confesara. Perd¨ª el sentido. Comenc¨¦ a ver fantas¨ªas grotescas, cre¨ª que mi muerte hab¨ªa llegado. Sin quererlo, con los ojos nublados, grit¨¦ con todas mis fuerzas: "Viva el PC", El inconsciente?, dice con carcajadas de alegr¨ªa, ?me hizo una jugarreta?. Se encuentra contento de hallarse en libertad, pero reconoce que le cuesta mucho trabajo olvidar a sus compa?eros del denominado Penal de Libertad, donde 1.150 presos pol¨ªticos aguardan desde hace a?os en las celdas y en las barracas la libertad. Siete horas al a?o para ver a los hijos; catorce, para los familiares. Eso es el penal.
La preocupaci¨®n de ambos, Peralta y Carballal, se centra en la libertad de todos los presos pol¨ªticos uruguayos, entre los que hay todav¨ªa una quincena de espa?oles y centenares de hijos de espa?oles a los que cabe aplicar la doble nacionalidad. ?Sin la presi¨®n internacional, los militares uruguayos no nos habr¨ªan liberado. Es absolutamente necesario que desde todo el mundo se alcen voces para exigir la liberaci¨®n y la amnist¨ªa en Uruguay y que estas voces obliguen a los mandos militares a aflojar la represi¨®n sobre el pa¨ªs?, dicen ambos.
M¨¢s de trescientas personas se arriesgaron a acompa?arlos al aeropuerto de Montevideo, adonde acudieron custodiados por la polic¨ªa justo hasta la escalerilla del avi¨®n. Unicamente diez minutos para hablar con sus familiares.
?El encargado de Negocios de Espa?a, se?or Dezcallar, se ha portado magn¨ªficamente con nosotros y con nuestras familias?, dicen. ?Incluso cuando la Embajada espa?ola nos puso un defensor civil -Torres, abogado de la propia Embajada-, tuvo que sufrir ¨¦l cuatro meses de arresto por haber intentado esgrimir nuestro derecho a la defensa civil, imposible en Uruguay?.
Para los dos liberados, a quienes ha acompa?ado otro espa?ol, hoy en Barcelona, el gallego Eulogio Agulla, de veintiocho a?os, las autoridades de Montevideo ?no quieren m¨¢rtires. Prefieren un militante pol¨ªtico destruido para destruir ps¨ªquicamente al resto?. El valium 10 se consume en grandes cantidades en el penal de Libertad. La angustia y la ansiedad fuerzan su consumo.
?Han dicho que ¨¦ramos tupamaros. Nunca tuvimos nada que ver con las actividades armadas. A m¨ª?, dice Peralta, ?me acusaron de asociaci¨®n a entidad subversiva, que en Uruguay es cualquier organizaci¨®n pol¨ªtica de oposici¨®n. Han tratado de destruir f¨ªsica y ps¨ªquicamente la resistencia pol¨ªtica a la dictadura, pero no lo han conseguido. En Uruguay se lucha contra el poder, la gente se va atreviendo a encararles y esto les inquieta?.
A la hora de definir lo que ellos y tantos otros opositores al r¨¦gimen uruguayo han atravesado y atraviesan, Carballal afirma: ?En Uruguay han querido hacer en 1980 la versi¨®n actual de lo que fueron los campos de exterminio nazis durante la segunda guerra mundial?. Para Peralta, ?seguiremos estando presos mientras Uruguay est¨¦ preso?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Espa?oles extranjero
- Superpoblaci¨®n
- Reglamento penitenciario
- Uruguay
- Tortura
- Pol¨ªtica exterior
- Incidentes
- Problemas demogr¨¢ficos
- Seguridad penitenciaria
- Integridad personal
- Sudam¨¦rica
- Am¨¦rica
- Prisiones
- Migraci¨®n
- Espa?a
- Delitos
- Centros penitenciarios
- Relaciones exteriores
- Pol¨ªtica
- Sucesos
- R¨¦gimen penitenciario
- Demograf¨ªa
- Sociedad
- Justicia