Ol¨ªa a masaje "after shave"
La Maestranza no ol¨ªa ayer a romero, aunque el currismo llev¨® miles de ramitos a la plaza; ol¨ªa a masaje after shave. En verdad era d¨ªa de gran fiesta, y los curristas, en el ensue?o de que el titular de la causa repetir¨ªa la tarde gloriosa del s¨¢bado -como si fuera tan f¨¢cil- hab¨ªa vestido sus mejores galas y derramado sobre sus cuerpos las m¨¢s olorosas esencias. Los caballeros se hab¨ªan dado bien de masaje, despu¨¦s del afeitado.Hablar de afeitado en una plaza de toros, simplemente pensar en ¨¦l, produce una sensaci¨®n inquietante. Por una reacci¨®n subliminar, de los aromas after shave pas¨¢bamos a la sospecha de que hab¨ªa fraude en las astas de las reses. O quiz¨¢ fue exactamente al rev¨¦s. El caso es que los pitones de los Domecq eran nom sancios, y los del cuarto, algo que no se pod¨ªa ni mirar. Cada cuerno, al poquito rato de exhibirse en el ruedo, se abr¨ªa como pl¨¢tano a corte de simio, y los de ese cuarto Domecq hasta tal punto, que se hicieron como escobas.
Plaza de Sevilla
Quinta corrida de feria. Toros del marqu¨¦s de Domecq, sospechosos de pitones, muy flojos. Curro Romero: media estocada ca¨ªda (silencio). Pinchazo hondo ca¨ªdo y dos descabellos (silencio). Manolo Cortes: dos pinchazos, estocada trasera y descabello (silencio). Bajonazo (silencio). Paco Ojeda: pinchazo y descabello (aplausos y saludos). Dos pinchazos perdiendo la muleta y tres descabellos (algunas palmas).
Adem¨¢s de tan lamentables mutilaciones, los toros no ten¨ªan fuerza, y algunos -caso del tan repetido cuarto, del quinto, etc¨¦tera- eran absolutamente in¨²tiles para la lidia. De manera que la gente, congregada en la Maestranza hasta abarrotarla para presenciar una importante corrida de feria, se encontr¨® con la sorpresa de que tal corrida no exist¨ªa, pues nada hab¨ªa que correr. Los inv¨¢lidos no corren, y si lo intentan, se caen. Y eso pasaba. Pagar dos verdes, o tres, o m¨¢s -porque los precios, en esta plaza, son de tama?a cuant¨ªa-, para ver toros escobillados que ruedan por la arena y toreros que no tienen su d¨ªa de ¨¢ngel es convertirse en v¨ªctima de un fraude en toda regla. Y eso pas¨® tambi¨¦n.
El mencionado Curro fingi¨® que se jugaba algo estirando el f¨ªsico cuatro o cinco veces a medio metro de las escobas, y hecho el esfuerzo dio por cumplido el tr¨¢mite de su segunda actuaci¨®n en la feria de Sevilla. En el otro toro trapace¨® durante unos segundos de pit¨®n a pit¨®n y pidi¨® la espada. Son¨® entonces una ovaci¨®n, porque el currismo es as¨ª de complaciente. O¨ªamos decir: ?El toro se repucha, ?qu¨¦ va a hacer mi Curro??. De manera que no se hable m¨¢s: se repucha. Dos siglos de toreria para construir una tauromaquia vast¨ªsima, que recoge la t¨¦cnica necesaria para dominar a todo tipo de toros, incluidos los que ?se repuchan?, no han servido para nada. Ahora es al rev¨¦s: los ganaderos han de criar los toros adecuados a lo que son capaces de hacer los toreros, que ya se sabe no pasa del derechazo y el natural. Un toro que no se deje dar derechazos y naturales ?no sirve?, en opini¨®n, convencida, de los taurinos de nuevo cu?o.
En esta l¨ªnea, a Cort¨¦s no le sirvi¨® ninguno, uno por tardo y otro por inv¨¢lido. Al tardo le muleteaba fuera de cacho, con el pico y encima no corr¨ªa la mano, y al inv¨¢lido le porfi¨® un poquito, por supuesto para el natural y para el derechazo, y ya est¨¢. Paco Ojeda, cuyo primer toro se le iba de la muleta para buscar tablas, no supo de ning¨²n recurso que lo encelara. El sexto fue el ¨²nico que tuvo nobleza y recorrido de toro bravo, y la respuesta de Ojeda consisti¨®, primero, en ech¨¢rsele encima, por no mandar en los remates, y luego en ahogarle la embestida. As¨ª que, entre todos -toros in¨²tiles o que se repuchan, toreros del mismo jaez, esa presidencia que no preside nada, y la peste a after shave-, nos dieron la tarde. ?Ten¨ªa algo que ver con una corrida de toros?
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