La Uni¨®n Profesional, un club muy privado
Durante las ¨²ltimas semanas ha saltado a la luz p¨²blica una noticia que pr¨¢cticamente ha pasado inadvertida: la constituci¨®n de una asociaci¨®n privada de 12 personas, y a la que s¨®lo podr¨¢n, pertenecer estatutariamente otras catorce o quince m¨¢s. El hecho en s¨ª no tendr¨ªa mayor trascendencia si no fuera Porque tal entidad se denomina nada menos que Uni¨®n Profesional, y para ser socio de la misma es preciso ostentar la condici¨®n de presidente de un colegio profesional de ¨¢mbito nacional (de titulados superiores, por el momento) o de un consejo general de colegios. Y porque entre sus fines estatutarios se destacan ?coordinar las actuaciones en temas de inter¨¦s com¨²n de las profesiones tituladas representadas en la asociaci¨®n, defender los valores caracter¨ªsticos de aquellas profesiones y promover su perfeccionamiento ?.La idea parece haber encontrado una general y casi instant¨¢nea aceptaci¨®n por parte de la mayor¨ªa de los m¨¢ximos representantes de los colegios profesionales, si bien existen im¨¢genes muy dispares en las respectivas mentes de cada decano o presidente, como en el cuento del elefante y los ciegos. Quien firma este escrito se plantea al respecto una serie de interrogantes, para los cuales no se han encontrado a¨²n respuestas satisfactorias en el ¨¢mbito puramente profesional, por lo que parece interesante meditarlas en p¨²blico, dada su clara dimensi¨®n extracolegial.
Empecemos por la propia personalidad de la nueva organizaci¨®n. Una entidad con los fines apuntados es, de hecho, una federaci¨®n de colegios profesionales. Sin embargo, se trata de realizar la filigrana legal de utilizar la ley de sociaciones Privadas para ?coord¨ªnar? las actuaciones de varios entes de derecho p¨²blico. ?Por qu¨¦ no se intenta crear abiertamente la Federaci¨®n, cuyos miembros sean todos los profesionales? Si esto no es legalmente v¨¢lido, ?lo es el subterfugio de la llamada Uni¨®n Profesional?
Lo que es m¨¢s preocupante: esta especie de club de decanos y presidentes de consejos superiores de colegios tendr¨ªan como socios ¨²nicos a 26 ¨® 27 personas, de entre los 300.000 profesionales que, para hacer buena la denominaci¨®n de la entidad, deber¨ªan estar directamente integrados en ella. El proceso de acumulaci¨®n de representatividad que se inicia en el profesional colegiado y culmina en el presidente de esa federaci¨®n trucada, presenta una clara y, a mi modo de ver, peligrosa discontinuidad. Es la que se produce con el nacimiento de esa asociaci¨®n, que se mueve en una esfera jur¨ªdica distinta (derecho privado) y adem¨¢s no cuenta con la presencia de los representados. Sin ¨¢nimo de prejuzgar, ni mucho menos ofender, a ninguno de los decanos o presidentes actuales o futuros parece, como m¨ªnimo, una imprudencia temeraria entregar a uno de esos 27 socios el frasquito con la q¨²intaesencia de la representatividad profesional, para que lo utilice seg¨²n unas reglas de juego ajenas a la propia naturaleza de los colegios y sin tener que rendir cuentas a los propios representados. Hace falta ser un arc¨¢ngel preconciliar para no dar importancia al tremendo peso espec¨ªfico que, en un momento dado, puedan cobrar las opiniones, sugerencias e incluso exigencias de quien presida esa Uni¨®n, si, desaprensivamente, las adorna con una leve alusi¨®n ?a la representatividad que ostenta?.
No estamos ya en tiempos de ostentar representatividades no emanadas desde la base con claridad y transparencia. Ni personalmente, ni como representante de una profesi¨®n, elegido por sufragio universal entre mis compa?eros, puedo ser partidario de este tipo de ?cefalocracias?.
Poder f¨¢ctico
En el plano puramente pol¨ªtico, las dudas se convierten en temores, y no precisamente de que se intente aprovechar esta entidad para decir a cientos de miles de profesionales c¨®mo deben votar. Esto seria inoperante y hasta se volver¨ªa contra las intenciones del presunto manipulador. Lo preocupante es la impune facilidad con que los representantes de ese restringido club podr¨ªan ejercer una presi¨®n politica determinada, apoy¨¢ndose en esa seudorrepresentatividad. Asociaciones de clase, como las empresariales y sindicales, caen a di¨¢rio en el error de pisar el campo pol¨ªtico. Si los representantes de una poblaci¨®n multiclasista, como la que nos ocupa, incurrieran en el, mismo defecto, el da?o para los propios colegios podr¨ªa ser irreparable. En una palabra, es de-temer que la UP podr¨ªa convertirse en un poder f¨¢ctico, cuya fuerza radicar¨ªa en la aparente suma de todos los profesionales espa?oles, pero cuyo manejo correr¨ªa a cargo de una docena de personas y, en un momento dado, hasta de una sola. Ser¨ªa como una trilateral profesional. Los pol¨ªticos de oficio podr¨¢n aclararnos si este tipo de poderes tienen a¨²n vigencia y raz¨®n de ser en Espa?a, y hasta qu¨¦ punto son capaces de distorsionar el propio sistema democr¨¢tico. Sobre todo, en unos momentos en los que se juega descaradamente con el pretendido desencanto de los ciudadanos.
Por otra parte, entre las razones m¨¢s repetidas para justificar la existencia de esa UP destacan especialmente dos:
- Uniformar las sugerencias que los distintos colegios formular¨¢n en su momento para la elaboraci¨®n de una nueva ley de Colegios Profesionales.
- Presentamos ante las Comunidades Europeas bajo una sola organizaci¨®n, para no incurrir en una situaci¨®n de inferioridad respepto a los colegas de otros pa¨ªses.
Razones pol¨ªticas
La primera de ellas es claramente pol¨ªtica, adem¨¢s de ser intr¨ªnsecamente innecesaria, y hasta puede que contraproducente. Tratar de influir sobre el poder legislativo para adecuar el texto de una ley a las necesidades de un grupo al que va dedicada es l¨ªcito, pero no por una v¨ªa truncada y sin retroceso. Y si la mal llamada Uni¨®n Profesional nace con vocaci¨®n legisladora, como parece, va a ser dif¨ªcil encontrar un proyecto de ley que no afecte, de una u otra forma, a alguna de las profesiones pretendidamente representadas en esa entidad. ?Va a convertirse la UP en una especie de grupo parlamentario paralelo? Yo creo que ni los colegios deben ser cauce para llegar al Parlamento ni los decanos hemos sido elegidos para esos menesteres. Lo contrario ser¨ªa politizar los colegios, como anta?o.
La segunda raz¨®n, de tipo internacional, es incomprensible. ?En qu¨¦ otros pa¨ªses europeos existe una entidad de este tipo? Seg¨²n mis informaciones, en ninguno. Como adem¨¢s las negociaciones para la incorporaci¨®n a las Comunidades Europeas se parcelan por sectores econ¨®micos y los problemas de cada uno (y, por tanto, de las profesiones involucradas) son tremendamente espec¨ªficos y dispares entre s¨ª, no se ve por ning¨²n sitio la necesidad de un frente com¨²n de este estilo. Ni si quiera tendr¨ªa interlocutor. S¨ª lo tienen las diversas profesiones por separado. As¨ª, en el caso de ingenieros de telecomunicaci¨®n, por ejemplo, el presidente de su asociaci¨®n y decano del colegio ha sido admitido ya como miembro observador del comit¨¦ de direcci¨®n de la Federaci¨®n de Ingenieros de Tele comunicaci¨®n de las Comunidades Econ¨®micas Europeas, y se ha creado una categor¨ªa especial de miembros asociados para los ingenieros de telecomunicaci¨®n espa?oles, en espera de la incorporaci¨®n de pleno derecho. A nivel de toda la ingenier¨ªa (incluyendo, por supuesto, a los titulados medios) existe la Federaci¨®n Europea de Asociaciones Nacionales de Ingenieros, donde la ingenier¨ªa es pa?ola est¨¢, por cierto, tan magn¨ªficamente representada que muy probablemente el pr¨®ximo presidente de la misma sea un ingeniero espa?ol. Es, pues, en cada profesi¨®n donde se debe buscar el contacto internacional.
Para finalizar y resumir, entiendo que los colegios profesionales pueden cumplir perfectamente sus fines sin necesidad de superponerles estructura alguna y que, en todo caso, son los profesionales de todos los niveles quienes deben decidir, tras un debate claro y sin precipitaciones, su integraci¨®n o no en una posible federaci¨®n, si es que las leyes vigentes lo permiten. Mientras tanto, una asociaci¨®n privada de decanos ser¨¢ l¨ªcita, pero si se denomina Uni¨®n Profesional lendr¨¢ un nombre enga?oso.
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