Los cuerpos
La sociedad de consumo, como ya nos lo ha vendido todo, como ya no sabe qu¨¦ vendernos, nos vende nuestra propia nostalgia (moda camp) o nuestro propio cuerpo: moda desnudista.Desnudismo, nudismo, naturalismo, viejas mitolog¨ªas en camiseta que retornan siempre, despu¨¦s de cada guerra, para morir en otra guerra santa, generalmente la de la censura moral que se mantiene ambigua, cruenta, azarosa y necesaria, en Espa?a, encadenando mal al Prometeo gideano, turista, nacional y desnudista, mediante la Guardia Civil y el cuervo o ¨¢guila de la multa correspondiente, que le pica en las aireadas entra?as. La multinacional del desnudo, tan incardinada en las multinacionales del turismo, ha encontrado en Espa?a la, coartada moral para privatizar y rentabilizar nuestro propio cuerpo, para cobrarnos una pastizara por disponer de nosotros mismos: el desnudo es inmoral, indecoroso, peligroso, asqueroso; luego debe restringirse a campos/ playas/ clubs privados (y bastante caros), con lo que el nudismo viene a resultar, como el aborto o el divorcio, un saludable ejercicio ecol¨®gico para gente montad¨ªsima, y un esc¨¢ndalo social cuando lo practican los peatonales.
No hace mucho escrib¨ª aqu¨ª una columna echando de menos los anuales anuncios, informativos y publicitarios, sobre playas nudistas para este verano, porque lo que pasa es que el negocio del desnudo, que iba divino, anda un poco zumbado por la moral eclesi¨¢stica dominante, que, como dir¨ªa Sartre, antes de dar en vendedor de peri¨®dicos, suele ser la moral de la clase dominante. (Los m¨¢s nacionalcat¨®licos son quienes mejor encuentran la gesti¨®n Su¨¢rez, en el reciente Gallup). Pero este frenazo moral a la industria del desnudismo no har¨¢ sino engordar dicha industria, encarecerla, ya que el desnudo de playa ser¨¢ as¨ª m¨¢s restringido, elitista, minoritario y solitario. El andar en pernetas por el bello verano puede resultar tan caro, selecto, fino y priv¨¦ como el andar de frac por un club de Londres.
La otra tarde he presentado en El Sol un libro de desnudos masculinos de los fot¨®grafos Von Gloeden, Von Pluschov, Gald¨ª y Herman Puig, desde los muchachos /guirnalda pasados por la ¨®ptica de Hamilton a los nervudos mineros de las oscuras minas del revelado fotogr¨¢fico y otras revelaciones. El libro ya est¨¢ a la venta, y es caro. La privatizaci¨®n del desnudo, en libro o camping cerrado, supone la privatizaci¨®n del cuerpo, de la playa, de la naturaleza, de la libertad, porque las grandes urbanizaciones, despu¨¦s de habernos vendido el apartamento, el rect¨¢ngulo de mar de la ventana, la plaza de parking y las horas de sol, ahora nos venden nuestro propio cuerpo, mediante clubs nudistas, ya que, si no tenemos un cuerpo que broncear, de qu¨¦ nos sirve el mar, el sol, el apartamento, Marbella, Estepona o Costa Natura, que en la publicidad se denomina playa, cuando no es sino una urbanizaci¨®n que ha ca¨ªdo sobre Arroyo de en medio (tres kms. al sur de Estepona). En Espa?a hay seis o siete playas libres (nudistas) actualmente: tres en Ibiza, dos en Alicante, una en Vizcaya. Playa nudista significa ya, casi siempre, playa privatizada, explotada, hurtada al personal en beneficio de la industria tur¨ªstica o veraniega. Playa libre es playa de todos, donde uno puede desnudarse.
?C¨®mo definir esta pugna entre naturismo e industrialismo? Bruckner contra Bruckner. El yugoeslavo Branco Bruckner, que por una parte preside la Asociaci¨®n Naturista de Andaluc¨ªa, ?para la defensa del medio ambiente?, por otra privatiza playas para promotoras inmobiliarias extranjeras. As¨ª, el turista de calit¨¦ podr¨¢ hacer nudismo en nuestras playas, mientras el ind¨ªgena -y la dulce ind¨ªgena, ay- regresan siempre del veraneo con el cuerpo recosido por las cicatrices y costurones de las multas municipales. Kramer contra Kramer, ya digo, pero en cueros vivos.
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