Experimento
Un d¨ªa, una pareja de actores de un grupo joven dramatiza una novela de Tolstoi; al siguiente, otra pareja de otro grupo joven representa una versi¨®n esc¨¦nica del Diario de un loco, de Gogol. Mera casualidad. Si la unimos a que otro Tolstoi se da en Madrid (Historia de un caballo, Maravillas), a las recientes producciones de Gorki en el Centro Dram¨¢tico Nacional, de Chejov, por el TEC, habr¨¢ que pensar en una tendencia, en una cierta capacidad de atracci¨®n de la literatura rusa de una larga ¨¦poca, quiz¨¢ a la fascinaci¨®n que ejerce sobre los espa?oles, todav¨ªa, lo que fue el Teatro de Arte de Mosc¨², lo que todav¨ªa es la l¨ªnea Stanislawski. Se podr¨ªa investigar sobre otros paralelos m¨¢s profundos: una burgues¨ªa que se transforma, una clase que degenera, una cierta forma del ?desencanto?.El Diario de un loco es una de las denominadas ?novelas breves petersburguesas?, publicada hacia 1835. Un pobre hombre, un inadaptado, una v¨ªctima de la clase poderosa, brutal y snob, un hombre frustrado, que termina creyendo que es el rey de Espa?a -un imaginario Fernando VIII- y torturado en un manicomio. Un humor violento y ¨¢spero, una cr¨ªtica social.
Diario de un loco, sobre una novela de Gogol, versi¨®n de Luis Olmos y Antonio Llopis
Int¨¦rpretes: Leda Barriel y Luis Olmos. Coreograf¨ªa, vestuario, montaje y direcci¨®n: Antonio Llopis.Grupo Teatro de la Danza. Estreno, Sala Olimpia, 30-4-1980
El texto que ofrecen Luis Olmos y Antonio Llopis est¨¢ algo cortado -por razones de tiempo y de conveniencia dram¨¢tica-, y a la versi¨®n castellana le falta sonoridad, a lo que se a?ade una dicci¨®n defectuosa y un escaso cuidado de la voz del actor que lo interpreta, que tambi¨¦n es Luis Olmos. El artificio teatral consiste en un segundo personaje, la locura del loco, lo que su imaginaci¨®n ve, el remedo de los otros personajes relatados.
Lo interpreta Leda Berriel con m¨ªmica, expresi¨®n corporal, una buena base de escuela de danza, algunas frases intercaladas, unas leves caracterizaciones. Pronto la atenci¨®n se desplaza hacia ella, como si m¨¢s que ilustrar el mon¨®logo fuese a la inversa: el mon¨®logo dar¨ªa base para su ejercicio.
La crueldad, la iron¨ªa, la ternura y la cr¨ªtica llegan a funcionar; alcanzan al p¨²blico. Se piensa que este espect¨¢culo ideado por Llopis -que aparece como responsable de la coreograf¨ªa, vestuario, montaje y direcci¨®n- podr¨ªa ser grande e importante si tuviese m¨¢s medios; es decir, que est¨¢ pensado con inteligencia, ideado con talento, pero ejecutado sin demasiadas posibilidades y sin ning¨²n dinero. Todo ello lo aprecia el p¨²blico: un p¨²blico muy juvenil y muy interesado por el experimento y por darle est¨ªmulo, que aplaude -por lo menos, la noche del estreno- y grita de j¨²bilo. El experimento, la imaginaci¨®n, lo merecen.
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