Juan Pablo II fue recibido en la capital de Zaire con ambiente de fiesta africana
Juan Pablo II bes¨® la tierra de Africa ayer a las cuatro y veinte de la tarde, hora de Madrid, en el aeropuerto internacional de Kinshasa, capital de Zaire. Fue recibido en el aeropuerto por 50.000 personas, que acudieron con invitaci¨®n, y estallaron en gritos y aplausos apenas se vislumbr¨® en el horizonte el avi¨®n papal. El clima era de una gran fiesta y de un gran calor humano. Grupos folkl¨®ricos de siete regiones del pa¨ªs danzaban fren¨¦ticamente con sus plumeros y sus tatuajes, al ritmo de tantanes y de todo tipo de instrumentos de la m¨²sica africana.
Aunque la jornada amenazaba desde las primeras horas de la ma?ana con un chaparr¨®n, frecuente en este final de la estaci¨®n de las lluvias, cuando el Papa lleg¨® al aeropuerto ca¨ªa a plomo un sol tropical t¨®rrido que oblig¨® a Juan Pablo II a enjugarse el sudor que le corr¨ªa por toda la cara.Al pie de la escalerilla del avi¨®n le esperaba, junto con el presidente de la Conferencia Episcopal, el presidente Mobutu, con su sombrero de piel de leopardo y su bast¨®n de madera tallada.
A saludar al Papa dentro del avi¨®n subieron el arzobispo de Kinshasa, cardenal Malula, y el nuncio apost¨®lico de Zaire.
El servicio de seguridad fue materialmente desbordado, mientras en todo el aeropuerto estallaba una aut¨¦ntica fiesta africana.
Saludo a los cat¨®licos africanos.
El papa Wojtyla fue recibido con todos los honores de jefe de Estado. Pas¨® revista a fuerzas del Ej¨¦rcito, que le rindieron honores antes de desfilar casi a ritmo de danza.Despu¨¦s de unas breves palabras de saludo del presidente de la Rep¨²blica zaire?a, el Papa ley¨® en franc¨¦s un largo discurso, anunciando que visitar¨¢, si Dios se lo permite, aquellos pa¨ªses de Africa que le han invitado y que no han podido ser incluidos en la presente gira. En el avi¨®n, en vuelo hacia Kinshasa, en la acostumbrada conversaci¨®n con los periodistas que le acompa?an, dijo tambi¨¦n que ten¨ªa grandes deseos de visitar Jerusal¨¦n, pero que las circunstancias actuales no se lo permiten. A la pregunta, que no falta nunca, sobre las posibilidades de que visite Espa?a, al recordarle el corresponsal de Radio
Nacional de Espa?a en Roma que el a?o pr¨®ximo se abre el centenario de santa Teresa, el Papa respondi¨® sonriendo: ?Esto me lo recuerda siempre el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, monse?or Somalo, que es espa?ol; por eso no hay que perder al esperanza.
En su discurso en el aeropuerto, el Papa salud¨® a todos los cat¨®licos de Africa e hizo un gran elogio de los protestantes, que en este pa¨ªs de Zaire son la fuerza religiosa m¨¢s importante despu¨¦s de los cat¨®licos. Hizo un llamamiento a todos los africanos de buena voluntad para que se defendieran ?de ese materialismo del cual el hombre de hoy necesita defenderse?. Acab¨® pidiendo a Dios ?para que conceda a todos los ni?os que nacen en Africa alimento corporal y espiritual?.
La boda de Mobutu
El presidente de la Rep¨²blica, que se cas¨® por sorpresa la noche antes de llegar el Papa, no se llev¨® a su nueva esposa al aeropuerto, como se esperaba. En el mensaje televisivo a toda la naci¨®n, a las pocas horas de su boda, que fue bendecida por el cardenal Malula, pidi¨® perd¨®n a todos los hijos de Zaire porque hab¨ªa prometido, en 1977, ?que se iba a quedar viudo hasta la muerte?. Pero lo justific¨® afirmando que se hab¨ªa vuelto atr¨¢s porque as¨ª se lo hab¨ªan aconsejado muchos obispos, pastores protestantes y jefes de otras religiones, por el bien de sus nueve hijos. Las malas lenguas afirmaban ayer en voz baja que, en realidad, el presidente Mobutu ha querido arreglar antes que llegara el Papa una situaci¨®n personal muy delicada.Cuando el Papa acab¨® de pronunciar su discurso se dirigi¨® a Mobutu dici¨¦ndole: ?Perd¨®neme, se?or presidente, si he sido m¨¢s largo que usted?, y el presidente, muy satisfecho, le respondi¨®: ?Pero el suyo, Santidad, ha sido mucho m¨¢s profundo que el m¨ªo?.
Durante los veinticinco kil¨®metros que separan el aeropuerto de la catedral, m¨¢s de un mill¨®n de personas se apretujaron a ambos lados de la carretera reci¨¦n asfaltada y se sub¨ªan a los ¨¢rboles en grupos, recordando los racimos de pl¨¢tanos de este pa¨ªs.
La prensa hab¨ªa pedido que la acogida al Papa fuera delirante. Y hay que reconocer que lo ha sido de verdad.
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