Ahora no hay excusa
La reforma de la ley de Enjuiciamiento Criminal que se refiere a la prisi¨®n provisional puede ser arma fundamental para hacer disminuir la delincuencia callejera.La reforma ha consistido en rebajar el grado de la pena que objetivamente pueda presumirse a un delito cometido por una persona para poder decretar su prisi¨®n provisional. Esta rebaja ha sido de prisi¨®n menor a arresto mayor, y teniendo en cuenta que la duraci¨®n de la primera pena es de seis meses y un d¨ªa a seis a?os, y de la segunda de un mes y un d¨ªa a seis meses, obtenemos la conclusi¨®n de que la ley es importante para la lucha contra la delincuencia y un instrumento que sirve para tener en la c¨¢rcel a casi todas las personas que cometan delitos y se las detenga. Estoy seguro de que esta ley ser¨¢ criticada por algunos sectores, y una de las razones que aducir¨¢n ser¨¢ la de que gran n¨²mero de reclusos estar¨¢n en la c¨¢rcel sin haberse comprobado su culpabilidad en juicio. Dicha apreciaci¨®n es l¨®gica y justa, siendo totalmente necesario que la administraci¨®n de Justicia o el poder judicial agilicen la conclusi¨®n de sumarios y la realizaci¨®n de juicios para evitar injusticias tan abominables como tener alg¨²n inocente en la c¨¢rcel.En los ¨²ltimos a?os, los de la eterna transici¨®n, he escuchado hasta la saciedad la consabida frase de ?Claro, es que ahora los sueltan en seguida; entran por una puerta y salen por otra?. Por otro lado, se ha dado en multitud de ocasiones el hecho de detener a una persona cometiendo un determinado delito a la semana de haber sido detenida por el mismo o parecido motivo; algunas veces esto ha sido escandaloso: detener al mismo individuo seis o siete veces el mismo mes. L¨®gicamente esto no puede seguir ocurriendo, al menos con la intensidad que ocurr¨ªa antes.La polic¨ªa critica duramente las decisiones de las autoridades judiciales respecto a la concesi¨®n de la libertad provisional. Es desesperante el detener, cometiendo un delito, a la misma persona dos o m¨¢s veces en un corto espacio de tiempo, y todav¨ªa m¨¢s el estar meses detr¨¢s de un delincuente, detenerlo y, a los tres d¨ªas, verlo por la calle dispuesto a cometer un atraco, un tir¨®n o cualquier otro hecho delictivo. Hay que tener muy presente que en cada detenci¨®n existe un riesgo, a veces de muerte, para el polic¨ªa actuante.Los legisladores han cumplido y se supone que los jueces aplicar¨¢n la reforma de la ley, y queda el trabajo de la polic¨ªa. La poco ¨¦tica frase de ??Para qu¨¦ los vamos a detener si los van a soltar en seguida?? ya no tiene justificaci¨®n. Ahora, la polic¨ªa tiene que cumplir con su trabajo y con la obligaci¨®n contra¨ªda con toda la sociedad, que, en definitiva, es quien le paga todos los meses. Hay que vigilar, investigar, detener y poner a disposici¨®n judicial a todas las personas con conductas ilegales. Las c¨¢rceles se llenar¨¢n probablemente, e incluso har¨¢n falta m¨¢s; pero la tranquilidad reinar¨¢ en las calles de Espa?a y los ciudadanos de este pa¨ªs ver¨¢n el futuro mucho m¨¢s aliviados.
No se me escapa el grave problema de paro y de terrible desigualdad social que padece nuestro pa¨ªs, que hacen justificar moralmente a parte de los delincuentes; pero esta crucial cuesti¨®n no puede parar el trabajo de los polic¨ªas. La soluci¨®n y la responsabilidad de esas injusticias corren a cargo de los gobernantes y, en definitiva, es deber de todos.
Repito, ahora no hay excusa posible. Todos los polic¨ªas debemos lanzarnos a una gran operaci¨®n limpieza, sobre todo en las grandes ciudades. Dentro de pocos meses, las ciudades de nuestro pa¨ªs no tendr¨¢n los peligros que hoy tanto abundan. / (inspector del Cuerpo Superior de Polic¨ªa).
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