La apertura francesa y la guerra fr¨ªa
EUROPA RESPONDE d¨¦bilmente a las presiones de Carter; se esfuerza en buscar salidas propias para lo que, cada vez m¨¢s, ve como un problema propio. Los pa¨ªses que se retiran de los Juegos Ol¨ªmpicos lo hacen reticentemente; y con la misma reticencia adoptan las sanciones contra Ir¨¢n los nueve de la Comunidad, en su reuni¨®n de N¨¢poles: recort¨¢ndolas, limit¨¢ndolas. S¨®lo ser¨¢n suspendidos los contratos comerciales con Ir¨¢n firmados despu¨¦s del 4 de noviembre, que son pocos y no significativos. Y se a?ade que ser¨¢n r¨¢pidamente repuestos en cuanto cambie favorablemente la situaci¨®n de los rehenes. Muskie arranc¨® poco de sus aliados en las reuniones de Bruselas y en las entrevistas bilaterales, aunque a su regreso a Washington apareciera t¨ªmidamente satisfecho, como tambi¨¦n por su conversaci¨®n con Gromiko en Viena. Y la conferencia interparlamentaria de los dos sectores de Europa ha terminado insistiendo en la necesidad de que se celebre la conferencia de Madrid, pero no en forma de batalla, sino con un esp¨ªritu constructivo. La propuesta sovi¨¦tica de conferencia mundial de jefes de Estado y de Gobierno para buscar la reducci¨®n de tensiones se ve mejor en Europa (en general) que en Estados Unidos, aunque sus posibilidades no sean muchas.Durante toda la semana pasada el centro diplom¨¢tico de la crisis ha estado en Europa y, por tanto, ha tendido a reducir la tensi¨®n, a regresar a la sensatez y al di¨¢logo, a buscar otras salidas. Las razones son bastante simples: Europa teme ser el alguacil alguacilado de Quevedo, el sancionador sancionado. Todo su tejido econ¨®mico es d¨¦bil, y su cuerpo social est¨¢ lesionado: las huelgas de Gran Breta?a y de Suecia, los movimientos de Par¨ªs o las protestas de Berl¨ªn oeste est¨¢n mostrando una sensibilidad muy considerable; no tanto por el riesgo de guerra, del que nadie tiene una conciencia muy clara, como por la crisis que est¨¢ sucediendo. El planteamiento psicol¨®gico de la cuesti¨®n, dentro de Europa, tiende a creer que es una crisis artificial provocada por Carter en su campana electoral, y se adhiere m¨¢s a este hecho que al de la invasi¨®n de Afganist¨¢n, sin dejar de condenarla. Es probablemente err¨®neo relacionar todo este movimiento con un solo personaje, ni siquiera con el club de la Casa Blanca, con Brzezinski a la cabeza; hay todo un movimiento en la sociedad americana a favor de la dureza y la disuasi¨®n y hay tambi¨¦n, y sobre todo, una decisi¨®n de algunos c¨ªrculos de poder no directamente pol¨ªtico que creen que esa es la v¨ªa que ha de aplicarse en lo que considera un momento decisivo para su historia futura, en el que se juega la p¨¦rdida de una hegemon¨ªa que supone la continuidad de un nivel de vida.
Toda esta resistencia europea culm¨ªn¨® ayer en la entrevista de urgencia entre Breznev y Giscard d'Estaing, con Gierek, en Polonia, por encima de todas las dificultades circunstanciales -la enfermedad y la fatiga de Breznev, tras sus viajes; las obligaciones de Giscard, con el presidente de M¨¦xico visitando el pa¨ªs-, para encontrar posibilidades de soluci¨®n. Los comentarios no oficiales de Estados Unidos a esta entrevista son cr¨ªticos, pero dif¨ªcilmente pueden negar a Francia el derecho de esta apertura, cuando Muskie acaba de entrevistarse con Gromiko. Los de China, que tiene mayor representaci¨®n verbal en esta guerra fr¨ªa, son duros, condenatorios, y se?alan que es un ¨¦xito sovi¨¦tico. En cuanto a la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, sienten en el fondo ciertos celos de esta iniciativa y de la libertad diplom¨¢tica de Francia. Podr¨ªa decirse que los comentarios se d¨ªviden entre la aprobaci¨®n por parte de una derecha moderada hasta la izquierda y de conde?a por una derecha menos transigente. Precisamente la apertura francesa tiene la intenci¨®n -aparte, naturalmente, de los objetivos directos y precisos del di¨¢logo- de no permitir que sea la izquierda la que se atribuya los beneficios de la busqueda de una neutralidad europea; como se est¨¢ produciendo en el movimiento prematuramente llamado de ?euroizquierda?, que la semana pasada tuvo Madrid por centro, con la visita de Mitterrand a Felipe Gonz¨¢lez y a Santiago Carrillo -por separado-, tras sus conversaciones a fondo con Berlinguer.
Neutralidad es, por el momento, una palabra excesiva; ni aun la Francia giscardiana, con el independentismo ya fraguado por De Gaulle, podr¨ªa en un momento dado declarar esa neutralidad. Se tratar¨ªa, por una parte, de atraer a Washington hacia la moderaci¨®n perdida y hacia los antiguos senderos de la coexistencia y el di¨¢logo; por otra, de mantener un derecho a las decisiones propias en materias tan delicadas como el trato con los pa¨ªses productores de petr¨®leo y de materias primas, la colocaci¨®n de sus productos industriales y agrarios, la seguridad de que sus bases militares (Francia no las tiene) no van a servir para operaciones como la de Ir¨¢n y, en ¨²ltimo caso, la capacidad final para decidir entre guerra y paz.
Hay que esperar algunas declaraciones, algunas indiscreciones y, sobre todo, algunos hechos para considerar el alcance de la entrevista de Polonia. La presencia en la conversaci¨®n de Edvard Gierek ha hecho pensar que podr¨ªa tratarse de que Francia y Polonia, de tan vieja y renovada amistad, pudieran mantener contacto permanente para auxiliar la reducci¨®n de la tensi¨®n, cada una en representaci¨®n de un bloque. Pero si Polonia puede claramente tenerlo -y la presencia de Breznev lo atestigua-, es dif¨ªcil imaginar que Estados Unidos cediera ese papel a Francia, a la que no permitir¨¢ ni siquiera la representaci¨®n de los ¨®tros pa¨ªses europeos occidentales. Pero no podr¨¢ ignorar que significa una brecha muy profunda en el intento de bloque; y que su pol¨ªtica global est¨¢ condicionada por la reticencia europea y por la decidida posici¨®n francesa.
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