Quebec, entre la independencia y la reforma
QUEBEC SIGUE integrado en la unidad canadiense despu¨¦s del refer¨¦ndum del d¨ªa 20; probablemente una gran parte de quienes han votado no a la posibilidad de la ?soberan¨ªa-asociaci¨®n? lo hayan hecho con el desgarramiento de quien opta por un realismo que contradice a su sentimentalismo o a la profundidad de una ra¨ªz innegable. Hab¨ªa muchas razones, aparte de las meramente cordiales, para que eligieran la forma de autonom¨ªa prevista; se centran todas en una inferioridad en la calidad de v¨ªda y en posibilidades de poder y de acceso a la riqueza, que parecen ser constantes cada vez que una etnia de origen latino, de cultura mediterr¨¢nea y de religi¨®n cat¨®lica tiene que convivir con otra anglosajona y protestante: v¨¦ase el Ulster.Sobre esas condiciones de injusticia b¨¢sica ha trabajado y trabaja incesantemente Francia, no s¨®lo como punto de origen y prestaci¨®n de ra¨ªces culturales e hist¨®ricas, sino como la comunidad viva donde se sigue produciendo la misma l¨ªnea de cultura. De Gaulle marc¨® esa acci¨®n hasta el punto de salirse de todos los protocolos, de todas las f¨®rmulas diplom¨¢ticas cuando, en su visita oficial, exclam¨®: ??Viva Quebec libre!?; un grito sin duda hondo y natural en el viejo patriota, pero tambi¨¦n una intenci¨®n de influencia, de pie puesto en la otra orilla del modesto imperio de retaguardia para el que se invent¨®, y a¨²n se hace funcionar, la palabra francofon¨ªa.
Todas estas razones no han volcado la situaci¨®n; ni siquiera han aproximado demasiado el voto de las dos tendencias. La negaci¨®n a la autonom¨ªa aparece suficientemente clara?. Lo que los nacionalistas a ultranza siguen considerando una colonizaci¨®n -y en algunos aspectos lo es- resulta que a una mayor¨ªa le parece a¨²n una garant¨ªa de nivel de vida, una seguridad en un mundo en crisis, que puede preferir a la aventura. Supone este grupo que ha resultado mayoritario que puede, ahora, ejercer una presi¨®n considerable sobre Otawa para conseguir una constituci¨®n mejor: Trudeau la hab¨ªa prometido, la vuelve a prometer ahora, con el entusiasmo del resultado, y anuncia que r¨¢pidamente van a cornenzar las reuniones para la redacci¨®n del proyecto. Puede haber representado algo tambi¨¦n la advertencia del Gobierno central de que un Canad¨¢ desmembrado caer¨ªa f¨¢cilmente en manos de Estados Unidos. De todas maneras, hay ya suficientes datos de que la penetraci¨®n de Estados Unidos es considerable en el mundo econ¨®mico, t¨¦cnico y cient¨ªfico; sobre todo porque la relaci¨®n con Gran Breta?a, a trav¨¦s de la Commonwealth y de algunas instituciones puramente nominales, no ofrece hoy ninguna solvencia; y la atracci¨®n de Francia es meramente cultural. As¨ª y todo, la derrota del conservador Clark y la reelecci¨®n de Trudeau, tan reciente, supuso -entre otras cosas- un freno a una excesiva escolta de Clark a la nueva pol¨ªtica de Carter.
El n¨²mero de votos a los pequistas (independentistas, del Parti Qu¨¦be?ois) es, de todas formas, suficientemente importante como para que la presi¨®n de esa gran regi¨®n canadiense haga que la reforma constitucional y, sobre todo, la reforma real del sistema econ¨®mico y social y de la redistribuci¨®n de la riqueza -que el considerable- no se demoren; que las promesas hechas por el Gobierno central y por los partidarios de la unidad -que es, eso s¨ª, federal- se realice con urgencia. Nadie puede garantizar hoy que si las reformas no son sustanciales, dentro de un tiempo puede producirse un nuevo refer¨¦ndum con un resultado distinto.
Una moraleja f¨¢cil: la forma de ?revoluci¨®n tranquila? (la expresi¨®n es de L¨¦vesque, primer ministro de Quebec y fundador del partido independentista) en que se ha planeado la soberan¨ªa-asociaci¨®n; la seguridad de que el Gobierno central no hub¨ªera vacilado en cumplir la secesi¨®n si el resultado del refer¨¦ndum hubiera sido ese; la de que los derrotados van a aceptar tambi¨¦n su derrota en las urnas. No siempre ha sido as¨ª. El principio de la d¨¦cada de los setenta conoci¨® violencias considerables: asesinatos, secuestros, bombas. Se apagaron. Y se apagaron por v¨ªas pol¨ªticas -sin renunciar a las del imperio de la ley-, por apertura de posibilidades, por aceptaci¨®n de tesis; por una serie de caminos abiertos para llegar a lo que se ha llegado ahora: el refer¨¦ndum de decisi¨®n. Que es un paso m¨¢s, una etapa m¨¢s: en el futuro, Quebec se independizar¨¢ definitivamente o se mantendr¨¢ integrado en Canad¨¢, seg¨²n la evoluci¨®n de las relaci¨®nes federales, de las concesiones mutuas entre sus comunidades; por la aceptaci¨®n de lo posible. No por el juego suicida del terror y la represi¨®n, de la negaci¨®n a la conversaci¨®n, al di¨¢logo y a la comprensi¨®n de todas las opciones y todas las posibilidades.
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