Pertini en Espa?a: el beso de la bandera
No es la primera vez que escribo en estas columnas sobre Pertini, este singular¨ªsimo jefe de Estado a quien se aclama por su nombre -Sandro, Sandro-, como en los viejos tiempos del personalismo, pero con signo absolutamente distinto. Conviene recordarlo para que, de alguna manera, su visita a Espa?a pueda dejar la huella que merece el hombre, el pol¨ªtico, el anciano que tiene siempre el coraz¨®n en primavera. Acabo de verle en una fiesta militar. A paso ligero, haciendo perder el ¨ªdem a general obeso, vuelve a cambiar radicalmente el protocolo: no se limita a saludar a la bandera, sino que se acerca,y la besa. Es un viejo luchador socialista el que, una y otra vez, invoca la palabra, el sentido y hasta el meollo prof¨¦tico de ?la patria?. Con ella, seg¨²n la visi¨®n de buen reportaje, puede sentarse en la mesa de los cadetes inmediatamente despu¨¦s de ser aclamado por los obreros de las f¨¢bricas.Para entender y para acercar lo que Pertini significa me sirvo, seguro de que la memoria no me falla, de una cita de nuestro P¨¦rez de Ayala, cuyo centenario celebramos: ? Esta es la tragedia de la historia humana y de la vida del hombre: la lucha perpetua entre dos causas justas?. La pasi¨®n socialista de Pertini, su continua cercan¨ªa a las necesidades del mundo obrero, sus largas prisiones al ver como necesario un parto de sociedad distinta, la vive como causa justa, pero no menos, sino con la misma intensidad vive la pasi¨®n por la libertad, por la convivencia, por el continuo di¨¢logo. No funcionan ambas pasiones a la manera hegeliana de tesis y ant¨ªtesis, sino trabadas al servicio de lo que significa ese beso de la bandera: la idea de la patria. En esa trabada doble pasi¨®n est¨¢ la lecci¨®n de Pertini a todo el espectro de las actitudes pol¨ªticas, no s¨®lo de los partidos. Lucha Pertini contra el terrorismo, llora con las familias de las v¨ªctimas, pero si el micr¨®fono indiscreto se cuela entre sus charlas de andar¨ªn ligero se le oye decir que el paro juvenil, que el apagamiento de grandes esperanzas, son causa de tremendas deserciones: ¨¦l se duele, como tantos, de que las fotos de muchos terroristas sean fotos para siluetas no de criminales natos, no de asesinos pagados, sino de universitarios. Para la derecha, para el centro sobre todo, tiene palabras y actitudes que denuncian un c¨¢ncer, s¨ª, su c¨¢ncer, porque terrorismo es tambi¨¦n la cotidiana realidad de estafas, de aut¨¦nticos cr¨ªmenes con sus v¨ªctimas. Palabras y actitudes: suspensi¨®n de condecoraciones, exigencia en la ¨²ltima crisis de una garant¨ªa de honestidad en los futuros ministros. L¨¢grimas ante cad¨¢veres, justa c¨®lera expresada con desprecio y a gritos contra los pol¨ªticos que ostentaban anta?o la rapid¨ªsima y ostentosa riqueza hija del mal desarrollo y que ahora especulan con la crisis.
Pertini, elegido por inmensa mayor¨ªa, va contra unos y contra otros, y siempre en nombre de la patria capitanea lo que ¨¦l ha bautizado como ?nueva resistencia?. Sin m¨¢s armas que la presencia y la palabra, liberado de cualquier atadura partidista, ostenta una indudabie jefatura moral, y la ostenta porque, venturosamente, unos y otros le tienen miedo, mucho miedo. Lo que busca, una revalorizaci¨®n de la idea de patria, puede parecer imposible, pero a la vez es necesario, y precisamente en el ?imposible necesario? est¨¢ la clave de ese humanismo, campo posible de encuentro entre un socialismo con la libertad al frente y un cristianismo al que le duela de veras el sufrimiento y la injusticia. ?Imposible de verdad? Pertini, en la etapa m¨¢s dura de sus a?os de c¨¢rcel, escrib¨ªa esta frase como final de una carta impresionante a su madre: ?Porque, madre, a veces en la vida es necesario luchar no s¨®lo sin miedo, pero incluso sin esperanza?. La frase tiene una clara resonancia paulina, y no es extra?a esa resonancia, porque el laico Pertini se conmov¨ªa en la prisi¨®n cuando una vieja sirvienta rezaba mucho por ¨¦l. La esperanza viene de arriba y cualquier d¨ªa puede sorprendernos Pertini pidiendo el milagro, haci¨¦ndolo posible por su fe en las reservas del coraz¨®n humano y en esta Italia, tan herida, tan confusa, hay como reserva la herencia de la lucha en el siglo pasado, cuando hablar de risorgimento y luchar por ¨¦l supon¨ªa unir lo que Pertini ve siempre como unido: patria y libertad.
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