La moci¨®n de censura y la sombra de 1983
La presentaci¨®n, por el Grupo parlamentario Socialista, de una moci¨®n de censura a la actuaci¨®n del Gobierno que preside el se?or Su¨¢rez ha incorporado un elemento no utilizado hasta ahora en nuestra din¨¢mica parlamentaria y en la vida pol¨ªtica espa?ola. Se trata de un procedimiento previsto en la Constituci¨®n, de acuerdo con su art¨ªculo 113, y es la m¨¢xima forma de control parlamentario sobre el Gobierno, base de la democracia como sistema pol¨ªtico.No se trata, sin embargo, de un procedimiento excepcional. S¨®lo debemos observar el funcionamiento de otras democracias parlamentarias para darnos cuenta que su utilizaci¨®n es frecuente.
Pero hoy, para nosotros, el mecanismo utilizado ha constituido una importante noticia, de l¨®gico impacto en la opini¨®n p¨²blica. Confiamos, por el futuro y la salud de nuestra democracia, que pronto aprendamos los espa?oles a valorar y a aceptar como algo ordinario este procedimiento. La consideraci¨®n que merece una moci¨®n de censura es, por ejemplo, la de una enmienda a la totalidad que se presentara a un proyecto de ley importante. Enmienda, por tanto, que puede ser derrotada como cualquier otra.
Hechas estas primeras consideraciones, conviene analizar las razones del PSOE para plantear ante el Congreso la posibilidad de relevo del actual equipo gubernamental.
El PSOE ha planteado la moci¨®n de censura en el seno de un trascendental debate pol¨ªtico, cuya principal obligaci¨®n era poner orden y claridad en las f¨®rmulas precisas para resolver los grandes problemas nacionales. Un debate en el que el Gobierno, por boca de su presidente, anunci¨® un programa de medidas realizables, haciendo gala de un pragmatismo que no tiende a tocar las fibras emocionales, sino que quiere dar soluciones efectivas. El PSOE interrumpi¨® la l¨ªnea de exposici¨®n y la voluntad de concreci¨®n de los miembros del Gobierno de UCD en el debate para originar un golpe de efecto con varios objetivos inmediatos.
El primero de ellos, adquirir protagonismo. El segundo, alargar el debate para mantener ese protagonismo de cara a la opini¨®n p¨²blica, aprovechando la gran cobertura de medios de comunicaci¨®n de que disfrutaba el debate mencionado. En tercer t¨¦rmino, recuperar el deterioro de imagen sufrido por los ¨²ltimos reveses electorales. Todas estas razones, como se ve, son estrat¨¦gicas y de forma.
El otro gran objetivo del PSOE radicaba en el contenido. Mi explicaci¨®n es esta: el PSOE ha utilizado el debate pol¨ªtico para presentar la moci¨®n de censura porque no ten¨ªa otra cosa que decir. Porque carec¨ªa de un programa alternativo. Porque era incapaz de sostener razones de peso que pudieran replicar con ¨¦xito los planteamientos sobre seguridad e imperio de la ley, sobre f¨®rmulas econ¨®micas para salir de la crisis y especialmente sobre el modelo de Estado de autonom¨ªas que el presidente Su¨¢rez ofrec¨ªa.
Tanto estas ¨²ltimas como las razones que hemos llamado estrat¨¦gicas no supon¨ªan, precisamente, una respuesta seria a las necesidades que tiene planteadas el pueblo espa?ol y que se resuelven con acciones concretas de gobierno y cr¨ªtica constructiva de oposici¨®n, y no con golpes de efecto para la galer¨ªa.
Es importante constatar que el Partido Socialista ha contado desde el primer momento con el apoyo comunista, que es precisamente el grupo que menor ¨ªndice de calidad aport¨® al debate, as¨ª como con el apoyo de otros peque?os partidos de izquierdas. La estrategia de unidad de la izquierda debe hacer pensar al pueblo espa?ol sobre qui¨¦n ha de depositar su confianza, puesto que, al parecer, todos los partidos de ese espectro parlamentario coinciden en sus objetivos.
Pero la presentaci¨®n de la moci¨®n de censura por parte del PSOE ha de obligar a ¨¦ste no s¨®lo a presentar un programa de actuaci¨®n, sino a dise?ar c¨®mo querr¨ªa gobernar y con qui¨¦n lo har¨ªa. El pueblo espa?ol tiene que saber con claridad y sin tapujos si el PSOE va a gobernar con los comunistas en el hipot¨¦tico caso de alcanzar el poder.
La ilusi¨®n de socialistas y comunistas de que UCD puede romperse para apoyar sus posturas, ya sea en torno a la moci¨®n de censura o ante cualquier otro tema, es el argumento m¨¢s infantil en el que cae esta oposici¨®n deseosa de alcanzar cuanto antes el poder, sea o no la voluntad de los electores. Para UCD es una afortunada oportunidad la de poder demostrar, a trav¨¦s del test de la moci¨®n de censura no ya la fuerte cohesi¨®n y unidad de sus componentes, sino la entra?able inserci¨®n de UCD en la actual sociedad.
En el fondo de la argumentaci¨®n del PSOE se encuentra el deseo de que UCD se debilite al tener que superar, en base a otros apoyos que los naturales de su grupo parlamentario, dificultades de permanencia al frente del ejecutivo. Pues bien: es preciso decir que UCD recibi¨® un mandato de las urnas, y ser¨ªa responsable ante ¨¦l. M¨¢s de seis millones de votantes avalaron su programa -que, como es l¨®gico, no es el mismo que el que llevar¨ªa, si es que llevaba alguno, el Partido Socialista-, y UCD no va a defraudar a esos electores. Ni con corrimientos a la izquierda ni a la derecha. Manteniendo unas posturas progresistas y reformistas de las que no ha de renunciar, aunque no le guste al se?or Gonz¨¢lez, lo que es l¨®gico y normal.
El PSOE, en fin, no ha soportado el debate y ha querido encubrir su falta de alternat¨ªva. Su ofrecimiento, al querer alcanzar la presidencia, carece de porvenir alguno, en tanto que ser¨ªa incapaz de conseguir un Gobierno estable, ya sea observando la actual correlaci¨®n de fuerzas del Parlamento, ya sea contando con el planteamiento unitario de izquierda que forzar¨ªan. los comunistas. Pero los caminos naturales de acceso al poder, la confianza del pueblo, no se pueden sustituir por puestas en escena por efectistas que ¨¦stas sean. Y el PSOE ve cada vez m¨¢s lejano el horizonte de 1983, en el que unas elecciones han de explicitar verdaderamente qui¨¦n debe y qui¨¦n puede gobernar.
La moci¨®n de censura no es m¨¢s que el primer paso. La primera actividad electoral ante la sombra de 1983.
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