La ense?anza preescolar en el Estatuto de Centros
El Estatuto de Centros Escolares, que esta tarde va a pasar su ¨²ltimo tr¨¢mite parlamentario en el Pleno del Senado, remite la consecuci¨®n de la gratuidad de la etapa preescolar al ambiguo momento en que ?las posibilidades presupuestarias lo permitan?.Todos los partidos, incluido el del Gobierno, ten¨ªan este objetivo entre los proyectos educativos de sus programas electorales. No obstante, los portavoces parlamentarios del grupo centrista han explicado hasta la saciedad que era preferible esta ambig¨¹edad al enga?o deliberado que habr¨ªa supuesto reconocer formalmente en la ley un derecho que en estos momentos resulta inalcanzable.
Aunque cuando se discut¨ªa esta ley en el Congreso un diputado centrista lleg¨® a poner el ejemplo de su hija, estudiante universitaria, como una ?demostraci¨®n? de que se puede llegar a cursar brillantemente una carrera sin necesidad de haber dispuesto de una educaci¨®n preescolar, lo cierto es que casi nadie se atreve ya hoy a negar el papel decisivo de la etapa preescolar en todo el proceso educativo.
Parece que no existen estudios serios que permitan determinar con exactitud qu¨¦ incidencia tiene la carencia de educaci¨®n preescolar en las aterradoras cifras de fracaso escolar que se suelen manejar por los expertos, pero ¨¦stos no abrigan ninguna duda sobre el hecho grav¨ªsimo de que un gran n¨²mero de esos fracasos se inician ya en el primer curso de EGB.
Cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s extendida la idea de que los ni?os tienen que llegar ya alfabetizados a la escuela, y aunque los objetivos formales del primer curso de EGB no partan necesariamente de este supuesto, basta con observar los textos que manejan actualmente los escolares de primer curso para empezar a compadecer a los ni?os que no han aprendido a leer antes de iniciar sus estudios obligatorios. Su incipiente experiencia escolar no puede ser m¨¢s dram¨¢tica, porque la comodidad de muchos maestros los convierte, desde el primer d¨ªa de clase, en los ?alumnos retrasados? o en los integrantes del ?pelot¨®n de los torpes?.
Seg¨²n datos facilitados por el propio Ministerio de Educaci¨®n, el 26% de la poblaci¨®n infantil de cuatro a cinco a?os no est¨¢ escolarizada, y mientras esto sea as¨ª, no parece demasiado justo que el nivel de una clase de primer curso se est¨¦ determinando a priori por el grado de conocimientos, destreza y t¨¦cnicas de aprendizaje que posean los alumnos previamente instruidos.
La afirmaci¨®n de que las posibilidades presupuestarias no permiten, por el momento, garantizar la escolarizaci¨®n antes de los seis a?os deber¨ªa estar compensada con la garant¨ªa de que ning¨²n ni?o va a ser privado del derecho a que se le ense?e a leer en primer curso de EGB. Colocar a un alumno el primer d¨ªa de su vida escolar entre el grupo de los retrasados es una forma de negar ese derecho, porque todo el proceso educativo posterior va a estar gravemente marcado por esta circunstancia. La clase ?normal? ser¨¢ la que se imparta para los que ya saben leer. Los otros, ?los de la cartilla?, como se les suele se?alar para identificarlos, ser¨¢n objeto, ya desde el primer d¨ªa de curso, de unas incomprensibles ?clases de recuperaci¨®n?.
Por otra parte, el hecho de que la etapa preescolar no sea gratuita permite abrigar muy serias dudas respecto a la posibilidad real de que la ense?anza que se imparte en determinadas instituciones privadas va a estar al alcance de todos.
El Ministerio de Educaci¨®n, en una reciente instrucci¨®n dirigida a sus delegaciones provinciales, ha afirmado que tanto los centros como los niveles educativos no subvencionados deber¨ªan disfrutar del r¨¦gimen de precios libres. Esta circunstancia va a hacer posible la existencia, en un mismo centro, de una preescolar a precios prohibitivos, una EGB gratuita y un bachillerato a precios igualmente astron¨®micos. No es dif¨ªcil suponer en qu¨¦ van a quedar las promesas del partido gubernamental de hacer posible, precisamente a trav¨¦s del Estatuto de Centros, un futuro esperanzador de colegios interclasistas que permitan olvidar la antip¨¢tica imagen del colegio de ¨¦lite.
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