Gis¨¨le Pelicot est¨¢ ya en todas partes
El proceso por las violaciones de Mazan ha enfrentado al mundo a la realidad de la violencia sexual y reabierto en Francia un debate que puede llevar a cambios legislativos en torno al consentimiento
Portadas de medios de todo el mundo, directos de televisiones y programas de radio, redes sociales, grupos de WhatsApp y Telegram, muros de ciudades y puertas de ba?os de ciudades europeas y no europeas: Gis¨¨le Pelicot est¨¢ ya en todas partes. Est¨¢ su nombre y est¨¢ su rostro porque ella as¨ª lo quiso. No pudo hacer nada durante la d¨¦cada en la que su marido la drog¨® hasta la inconsciencia e invit¨® a decenas de hombres a su casa para que la violaran mientras ¨¦l lo grababa. Pero s¨ª pudo y s¨ª quiso hacer algo con el juicio que ha sentando en el banquillo, y condenado, a los 51 hombres que la polic¨ªa pudo identificar de los 72 que encontr¨® en los miles de archivos que Dominique Pelicot guardaba en su ordenador.
Puso su nombre y su rostro para comerle terreno al silencio y a la oscuridad con la que la violencia sexual se ha mantenido y extendido desde hace siglos. ¡°La honte doit changer de camp¡± (la verg¨¹enza debe cambiar de bando), dijo. Y mujeres de todo el mundo replican esa frase desde que comenz¨® el juicio, en septiembre. Ha sido pronunciada en todos los idiomas.
Como tantas otras antes ¨D¡°ni una menos¡±, ¡°ni una m¨¢s¡±, ¡°me too¡±, ¡°solo s¨ª es s¨ª¡±¨D, esa frase condensa la realidad atroz de ese caso, y tambi¨¦n la realidad de otros cientos de miles de mujeres en el mundo que cada d¨ªa son agredidas, sea o no sea tan atroz esa violencia. Y cuando Gis¨¨le Pelicot abri¨® las puertas de esos juzgados y dej¨® que entraran los focos, no por ni para ella sino por y para las dem¨¢s, abri¨® las puertas y dej¨® que los focos apuntaran a la reflexi¨®n necesaria para llegar a los cambios sociales, pol¨ªticos, legislativos, y urgentes, que necesita Francia como los necesita el resto de pa¨ªses.
Esa revisi¨®n ha girado, sobre todo, en torno a dos cuestiones: la cultura de la violaci¨®n y el consentimiento sexual. Qu¨¦ significa e implica la primera y c¨®mo de inaplazable e importante es introducir el segundo en el c¨®digo penal franc¨¦s.
¡°El juicio permiti¨® sacar a la luz muchas cosas que las feministas venimos diciendo desde hace mucho tiempo. Ha puesto por ejemplo en cuestionamiento estereotipos sobre la violaci¨®n como imaginar a un desconocido en un callej¨®n, con un arma, con violencia. O imaginar la familia como el lugar seguro cuando la familia es cualquier cosa menos el lugar seguro para muchas mujeres o ni?as y ni?os¡±, reflexiona por tel¨¦fono la abogada Maria Cornaz Bassoli, presidenta de la asociaci¨®n Choisir la cause des femmes [Elegir la causa de las mujeres]. creada por la letrada Gis?¨¨le Halimi ¨Cla que dio forma y pronunci¨® por primera vez ¡°la verg¨¹enza debe cambiar de lado¡±¨C, junto a Simone de Beauvoir. Tambi¨¦n el hecho de que la sumisi¨®n qu¨ªmica es m¨¢s frecuente de lo que se cree, que no solo ocurre en discotecas o entre j¨®venes.
El soci¨®logo Eric Mac¨¦, profesor de la Universidad de Bordeaux, coincide en que ¡°una de las informaciones m¨¢s importantes¡± que record¨® el juicio es que, en el 90% de las violaciones en Francia, los violadores son conocidos de las v¨ªctimas. ¡°No estamos hablando de un violador en el bosque¡ Estamos hablando de pr¨¢cticas sociales y sexuales que conciernen al entorno de las personas¡±, se?ala. Son lo que los medios franceses llaman Monsieur Tout-le-monde [Se?or Cualquiera].
En Espa?a, seg¨²n el ¨²ltimo informe sobre delitos sexuales, siete de cada diez mujeres no conoc¨ªan al hombre que las agredi¨®; pero los datos siempre tienen un contexto, y en los c¨ªrculos m¨¢s cercanos la violencia sexual es m¨¢s dif¨ªcil de identificar, de reconocer, y de denunciar; y m¨¢s cuanto m¨¢s cercano sea el agresor. Cuando no media denuncia, la cosa cambia: en la ¨²ltima Macroencuesta de violencia sobre la mujer en Espa?a, que nada tiene que ver con haber interpuesto una sino con la verbalizaci¨®n de lo que les hab¨ªa ocurrido, solo en el 17,5% de los casos eran hombres desconocidos. El resto: padres, hermanos, t¨ªos, amigos, abuelos.
Durante una de las primeras sesiones del juicio, Pierre, el yerno de Gis¨¨le Pelicot, subi¨® al estrado. Un abogado de la defensa le pregunt¨® c¨®mo era posible que la familia no se hubiese dado cuenta de nada. ?l contest¨®: ¡°No puedes imaginarte lo inimaginable¡±.
El camino hacia el consentimiento
Esa frase de Pierre es la f¨®rmula m¨¢s corta para lo que probablemente casi cualquiera pens¨® la primera vez que conoci¨® lo ocurrido en esa casa de Mazan. Su excepcionalidad, por lo b¨¢rbaro, lo convirti¨® en viral y esa difusi¨®n obliga a mirar, y a escuchar. ¡°Este juicio crea las condiciones para un debate mucho m¨¢s favorable a la legitimidad de cuestionar la cultura de la violaci¨®n y la cultura de ausencia del consentimiento. Dar¨¢ muchos argumentos a los que est¨¢n a favor de introducir la noci¨®n de consentimiento [en el c¨®digo penal]. Mientras que, antes del proceso, no creo que hubieran tenido ninguna oportunidad¡±, se?ala el soci¨®logo en conversaci¨®n telef¨®nica.
En Francia se ha planteado varias veces pero nunca ha llegado a acercarse. La ¨²ltima, el pasado marzo, cuando el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, mostr¨® su inter¨¦s en cambiar la ley y expres¨® en marzo su deseo de que una propuesta de texto en la que se incluyera en el consentimiento de forma m¨¢s concreta pudiera ver la luz. Tambi¨¦n el exministro de Justicia, el socialista Didier Migaud, se declar¨® favorable a modificar la norma. Pero la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional a principios de junio suspendi¨® esta perspectiva y ahora la inestabilidad pol¨ªtica no va a hacer m¨¢s f¨¢cil concretar esto.
El c¨®digo penal franc¨¦s define la violaci¨®n, en su art¨ªculo 222-23, como ¡°cualquier acto de penetraci¨®n sexual, sea cual sea su naturaleza, o cualquier acto buco-genital cometido sobre la persona de otro o sobre la persona del autor por violencia, coacci¨®n, amenaza o sorpresa¡±. La noci¨®n de consentimiento, que resurgi¨® a finales de la pasada d¨¦cada con el impacto del movimiento #MeToo, no est¨¢ mencionada expl¨ªcitamente. S¨ª lo est¨¢ en algunos pa¨ªses del entorno y las expertas lo saben y lo se?alan.
Catherine Le Magueresse, jurista e investigadora asociada del Instituto de Ciencias Jur¨ªdicas y Filos¨®ficas de la Sorbona, habla de B¨¦lgica, Suecia o Espa?a: ¡°Que lo hizo tras el juicio a La Manada, pero igualmente, fuera del juicio, las feministas ya criticaban la definici¨®n. Ahora, el proceso Pelicot refuerza la necesidad de cambiar la legislaci¨®n francesa¡±. Dice que durante las sesiones se dieron cuenta del tipo de interrogatorio que permite la normativa francesa. ?Cu¨¢l? Uno en el que los condenados pueden responder con ¡°cre¨ª que ella estaba de acuerdo¡±, ¡°cre¨ª que era un escenario libertino¡±.
En el caso de las violaciones de Mazan, hubo condenas por las numerosas pruebas encontradas, subraya Cornaz Bassoli. ¡°Pero vimos que, a pesar de todo, sigue siendo necesario definir el consentimiento por ley porque muchos de los acusados invocaron el hecho de que pensaban que la v¨ªctima estaba consintiendo¡±, se?ala. El hecho de que sea necesario demostrar la ausencia de consentimiento significa, seg¨²n ella, ¡°que se pueden movilizar todos los estereotipos posibles e imaginables para definir lo que ser¨ªa el consentimiento¡±. Por ejemplo, el argumento del acusado que aleg¨® que ¡°el marido estaba de acuerdo¡±.
Elisa Mart¨ªnez Garc¨ªa, coordinadora del equipo jur¨ªdico y miembro de la junta de Feministas de Catalu?a, cogi¨® el tel¨¦fono solo unas horas antes de viajar a Avi?¨®n como cientos de otras mujeres de varios pa¨ªses europeos. Fue a la concentraci¨®n convocada el viernes para arropar a Gis¨¨le Pelicot tras la sentencia. Cree que el proceso, sobrado de evidencias, puede ayudar a otras mujeres que no cuenten con ninguna, ¡°a cambiar el foco, a dejar de dudar permanente de las mujeres v¨ªctimas de violencia sexual¡±.
Tambi¨¦n que puede ser una oportunidad para ¡°cambiar din¨¢micas¡± a nivel judicial. ¡°Quiz¨¢s tengamos la suerte de que esto empuje a Europa, que pueda haber modificaciones legales que nos hagan ir m¨¢s all¨¢ del consentimiento, que se empiece a poner el foco en el deseo rec¨ªproco¡±. Pero no parece f¨¢cil. El consentimiento es uno de los puntos de mayor debate en la UE, lleva tiempo dividiendo a los Veintisiete.
El pasado febrero, la Euroc¨¢mara aprob¨® la primera gran ley contra la violencia machista, sin embargo, dejaron fuera el delito de violaci¨®n. Las negociaciones ¡ªimpulsadas durante la presidencia espa?ola del Consejo de la UE el ¨²ltimo semestre de 2023¡ª no fueron f¨¢ciles, y no se consigui¨® tumbar la f¨¦rrea negativa de algunos Estados para incluir una definici¨®n de la violaci¨®n basada en el consentimiento. Entre esos pa¨ªses estaban Alemania, y Francia.
Los pactos de silencio
?Hubiese sido la posici¨®n francesa distinta si ese debate se hubiese dado ahora, tras el caso Pelicot? Quiz¨¢s s¨ª, quiz¨¢s no. Porque coinciden especialistas de diversos ¨¢mbitos en que este juicio ha demostrado la raigambre del machismo, su profundidad. Si no, c¨®mo pudieron tantos hombres, durante tanto tiempo, saber que ninguno se delatar¨ªa.
Son los pactos de los que habla el jurista Octavio Salazar: ¡°La masculinidad, la patriarcal, se sostiene porque hay una serie de pactos, expl¨ªcitos e impl¨ªcitos, entre varones, y aunque no participemos activamente, de alguna manera somos c¨®mplices muchas veces con la mera pasividad, con el silencio. Con esa posici¨®n de comodidad con la que no queremos de alguna manera enfrentarnos a nuestros iguales. Y ah¨ª est¨¢ en este caso, el ejemplo de todos esos hombres a los que se les invit¨® a participar y no participaron, pero tampoco denunciaron nada¡±.
El ¨²nico que no quiso participar, Jean-Pierre Marechal, s¨ª quiso que Dominique Pelicot le ense?ara a hacer lo mismo con su esposa: la drogaron y violaron entre ambos hasta en una decena de ocasiones. Marechal ha sido condenado a 12 a?os de c¨¢rcel. ?Y el resto? ?Los que s¨ª participaron bajo la mirada y la c¨¢mara de Pelicot? Esos, para Asunci¨®n Bern¨¢rdez Rodal, catedr¨¢tica de Periodismo especializa en feminismo, son el ejemplo de la consistencia ¡°del poder en la mirada¡±.
¡±Los cuerpos de las mujeres exhibidos, mostrados siempre. Pelicot la construye como objeto¡±. Lo hace cuando cree que tiene la potestad para dejar que otros hombres la violen, para mirar y grabar mientras lo hacen, y para luego compartir esas im¨¢genes en un grupo. ¡°No hay culpa, no hay negocio, es un ejercicio de poder m¨¢ximo dentro de un c¨ªrculo que ha podido producirse por la existencia de las redes sociales, hubiese sido dif¨ªcil de otra manera encontrar a tantos hombres dispuestos a estas agresiones tan terribles¡±, sienta Bern¨¢rdez.
Para Le Magueresse esta cultura de la violaci¨®n presente ¡°es normal¡± por la ausencia de pol¨ªticas p¨²blicas: ¡°Es normal que siga tan bien transmitida porque no hacemos nada para cambiarla. Requiere recursos que no se destinan en absoluto a la prevenci¨®n y el tratamiento de la violencia, cuando sabemos que hay 200.000 v¨ªctimas de violencia sexual al a?o en Francia¡±. Esos son 22 agresiones cada hora.
En Espa?a los datos registran dos cada hora, son 43 en Estados Unidos, cuatro en India, m¨¢s de una decena en Colombia. Y son solo los hechos conocidos, teniendo en cuenta las circunstancias de cada pa¨ªs ¨Dcu¨¢nto y c¨®mo pueden denunciar las mujeres de cada pa¨ªs¨D, y teniendo en cuenta que la bolsa oculta de esta violencia es de entre el 60% y el 90% seg¨²n los territorios.
El futuro, depende
Salazar, tambi¨¦n catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y miembro del Comit¨¦ de Expertos del Instituto Europeo de la Igualdad de G¨¦nero, coincide con la jurista en que ¡°la respuesta tiene que ver con pol¨ªticas p¨²blicas de car¨¢cter preventivo, socializador, de trabajo, muy especialmente con los hombres y que est¨¢n tambi¨¦n ya en las leyes. En la directiva europea contra la violencia, en Espa?a en la Ley de Libertad Sexual, pero hace falta ponerlas en pr¨¢ctica, ejecutarlas y mantenerlas en el tiempo¡±.
No solo antes, tambi¨¦n despu¨¦s, con aquellos que ya son agresores: ¡°Desde la perspectiva constitucional de la reeducaci¨®n y la reinserci¨®n se est¨¢ trabajando muy poco y sobre todo no estamos trabajando como sociedad ni desde el punto de vista pol¨ªtico, psicol¨®gico, jur¨ªdico, de la educaci¨®n social. Creo que esas son las reflexiones, m¨¢s all¨¢ del cortoplacismo con el que miramos estos casos¡±.
En la perspectiva general, todos est¨¢n de acuerdo en que a¨²n es demasiado temprano para decir si el caso supondr¨¢ un giro en la sociedad o en las pol¨ªticas p¨²blicas. ¡°Pienso que m¨¢s que un punto de inflexi¨®n, es un paso m¨¢s en la concienciaci¨®n. Es un espejo que se tiende a la sociedad francesa¡±, opina Le Magueresse. Para Mac¨¦, el proceso ser¨¢ ese punto de inflexi¨®n, y en retrospectiva, dependiendo de qu¨¦ suceda: ¡°Porque se trata de la capacidad de hacerse cargo de las lecciones del proceso por parte de los pol¨ªticos, de los profesionales y de las instituciones¡±.
Lecciones, algunas, que hay que contextualizar, dice Salazar, que advierte algo: ¡°Admiramos a Gis¨¨le Pelicot por la capacidad, la valent¨ªa, la entereza que ha tenido de colocarse a la luz p¨²blica. Pero mucho cuidado con hacer de esto una especie de modelo de v¨ªctima. Cada mujer superviviente de violencia vive un contexto distinto, tiene vulnerabilidades distintas, pasa por procesos muy diversos. Sobre todo cuando hemos visto tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs, y en otros, c¨®mo las estructuras p¨²blicas institucionales, de amparo, de acompa?amiento son muchas veces absolutamente insuficientes y no suelen ofrecer confianza a las mujeres¡±.
Le Magueresse est¨¢ de acuerdo en que todo lo que hay alrededor del caso es extraordinario y Gis¨¨le Pelicot ¡°cumple con los requisitos¡± para que cualquiera pueda verla con lo que cree que debe ser una v¨ªctima. ¡°Por tanto, la adhesi¨®n o el apoyo a la se?ora Pelicot fue, en cierto modo, f¨¢cil. Pero, ?y si hubiera sido una mujer joven que hab¨ªa estado bebiendo, que hab¨ªa tenido varios amantes, que hab¨ªa tenido un ¡°comportamiento peligroso¡±? ?Habr¨ªa tal cobertura medi¨¢tica y tal apoyo por parte de la sociedad? No estoy segura¡±.
Ahora, la cuesti¨®n es c¨®mo y cu¨¢nto todo lo que est¨¢ sucediendo pasa de la palabra y la emoci¨®n a la concreci¨®n pol¨ªtica, legislativa y social. Para que Le Magueresse no tenga que hacerse esa pregunta, o al menos, para que la respuesta que se da a s¨ª misma sea otra.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 53 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.
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