De los Ramones a "Moliendo caf¨¦ toda la tarde"
Todo parece indicar que el mundo taurino es lo m¨¢s similar que existe al mundo pop, concretamente al rockero. Un gira de conjunto puntero se asemeja a la de la figura estelar de la lidia. Cada d¨ªa en una ciudad distinta, desplazamientos constantes, multitudes enfebrecidas y grandes descargas de adrenalina en los momentos culminantes. El p¨²blico difiere, pero menos de lo que se supone. Al fin y al cabo todos conocen de antemano las cualidades de la estrella y continuar¨¢n am¨¢ndola aunque tenga una tarde mala.Las Ventas de ayer ten¨ªa m¨¢s ambiente que cuando actu¨® Chick Corea. La diferencia radicaba en que en el ruedo apenas hab¨ªa gente en esta ocasi¨®n, por m¨¢s que la blandenguer¨ªa de los tres primeros astados permitiera todo tipo de confianzas. Manzanares, torero del que lo m¨¢s notorio que conoce el amateur es que en cierta ocasi¨®n se visti¨® de mujer, actu¨® con desgana, sabi¨¦ndose seguro de una larga lista de contratos firmados con antelaci¨®n. Sin ritmo, sin interpretar ning¨²n solo, su faena en el pnimero se asemej¨® a un concierto de orquestina de hotel decadente: con cierto profesionalismo y un notable sopor en la audiencia. En su segunda actuaci¨®n aburri¨® al m¨¢s pintado por m¨¢s que algunos fieles aseguraran que con el morlaco no se pod¨ªa hacer m¨¢s.
El Ni?o de la Capea comenz¨® su faena con el ¨ªmpetu de los Ramones. Nervioso, agresivo y dominador. L¨¢stima que a diferencia de los neoyorquinos no tuvo en cuenta el tiempo, y eso se penaliza. Cuando los rockeros son duros, sus interpretaciones suelen ser breves -dos minutos a lo sumo- para no dejar respirar a los vatios. El Ni?o se durmi¨® en sus laureles, y lo que comenz¨® bronco y bello acab¨® l¨¢nguido y superficial. En su segundo no supo hacer nada. Le hab¨ªan cambiado la partitura.
Emilio Mu?oz -el m¨¢s joven de los tres- tuvo a su favor el contar entre su gente con Alfonso Ord¨®?ez, portador, sin duda alguna, del traje m¨¢s psicod¨¦lico de cuantos se exhibieron en la tarde: rosa y plata con mareantes geometr¨ªas a su espalda, al que s¨®lo le faltaba uno de esos cuadros titulados ?Ciervos abrevando en el lago?, para pasar a la posteridad. Pese a ello, su interpretaci¨®n no pas¨® de ser la de una charanga de pueblo con pretensiones. Se puede tocar ?Moliendo caf¨¦? con pasi¨®n y rigor, pero no se puede querer ser Bruce Springteen y tener en las manos una ocarina. Cuando toreaba su segundo bicho, el personal comenz¨® a desfilar por los tendidos con la convicci¨®n de que en la marcha estaba el desaire a los tres int¨¦rpretes de la tarde.
Y ya para terminar se?alemos que los de la andanada del 8 tienen la gran virtud de enfadar a los m¨¢s con sus gritos, en ese rol eterno de provocadores de la impureza. Dan la sensaci¨®n de que han ido a escuchar a Albinoni sin percatarse de que la flesta, en el mejor de los casos, no supera un solo de trompeta de Ruddy Ventura.
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