El voto de censura al Gobierno
Conscientes los socialistas de la gravedad de la crisis por la que atraviesa nuestro pa¨ªs, de la inseguridad que afecta a nuestros conciudadanos, de los ataques a las libertades reconocidas en la Constituci¨®n, de los retrocesos y perplejidades en materia auton¨®mica, de la incapacidad -en suma- del se?or Su¨¢rez para sacar adelante nuestro pa¨ªs..., hemos decidido intentar poner fin a este Gobierno.Hemos examinado cuidadosamente los mecanismos constitucionales aptos para ello. Y cuando nada va mejor y todo va cada vez peor, no parece conveniente que el pueblo tenga que esperar a unas nuevas elecciones para cambiar de Gobierno. El art¨ªculo 113 de la Constituci¨®n dice que ?el Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad pol¨ªtica del Gobierno mediante la adopci¨®n por mayor¨ªa absoluta de la moci¨®n de censura?. Y los socialistas, con la Constituci¨®n en la mano, hemos iniciado los tr¨¢mites para exigir la responsabilidad al se?or Su¨¢rez y a su Gobierno del desgobierno de este pa¨ªs.
Presentar una moci¨®n de censura en esta situaci¨®n es un acto de responsabilidad pol¨ªtica. De nada valen los dicterios de quienes, con oratoria, m¨¢s propia de la ¨¦poca de las ?monta?as nevadas?, achacan presuntas irresponsabilidades a los socialistas por -sin conocer el resultado- atreverse a presentar la moci¨®n de censura. Cierto es -y los socialistas lo sabemos- que para sacar adelante la censura se precisa la mayor¨ªa absoluta. Pero no es menos cierto -y los ucedistas losaben- que, para su presentaci¨®n por cualquier grupo, se requiere tener un candidato y un programa. Y ambas cosas las tiene el Grupo Socialista.
Por primera vez en estas Cortes se van a discutir programas de gobierno. Los socialistas llevamos ya tres a?os pidiendo, exigiendo, que el Gobierno presentara su programa. Con gesto ol¨ªmpico a veces, huidizo otras, UCD se ha negado a explicarnos su programa. Y es ahora, curiosamente, cuando, tras negarse reiteradamente a explicar el suyo, dice que se trata de debatir el programa socialista. No importa, no nos importa que escud¨¢ndose en el programa del PSOE se discuta del programa del Gobierno. Los socialistas, por patriotismo y por responsabilidad, nos prestamos a ello, si sirve para clarificar el pa¨ªs. Y ser¨¢ posible si se dan dos circunstancias: que el debate sea un debate de alternativas, y no de detalle, de la erudici¨®n, y del dato sin sentido y sin encuadre en un proyecto global, en primer lugar. Y en segundo lugar, evitando apelar a los niveles emotivos existentes en toda sociedad, desviando el debate a cuestiones que no se deben resolver con las v¨ªsceras, sino con la raz¨®n.
Los socialistas hemos cumplido con la Constituci¨®n. Ante un Gobierno cuya gesti¨®n descalificamos en t¨¦rminos absolutos, porque ni ha solucionado los problemas, ni sabe c¨®mo hacerlo, ni tiene autoridad, ni ha sabido conseguir, o mantener, ese m¨ªnimo de ilusi¨®n yde esperanza que precisa irradiar todo l¨ªder social, ni ha moralizado la vida econ¨®mica, pol¨ªtica y social..., ante un Gobierno de este tipo, los socialistas hemos sacado la conclusi¨®n de que es preciso cambiarlo. Porque tras algo m¨¢s de un a?o de Gobierno carece ya de legitimidad material -no soluciona los problemas- y, tal vez, de legitimidad formal al faltarle los votos precisos para pasar hoy el tr¨¢mite de la investidura.
Y cumpliendo la Constituci¨®n, hemos puesto las bases para que los grupos parlamentarios sean consecuentes consigo mismo y con sus electores, llevando las palabras, sus palabras, al nivel de los hechos: quienes en la pasada semana criticaron duramente al Gobierno, la moci¨®n de censura les permite sacar las ¨²ltimas consecuencias a sus propias cr¨ªticas. Hacer de la consecuencia un postulado ser¨¢, desde hoy, principio de la vida pol¨ªtica. Ya no ser¨¢ posible, ante los posibles desmanes de UCD, consolar a los electores con un ?qu¨¦ le vamos a hacer.... no estamos en el Gobierno?. Pues, aunque esto sea verdad, no es menos cierta -si la suerte favorece al actual Gobierno- la responsabilidad de quienes directa o indirectamente le sostengan hoy.
Y no se nos diga en este momento que una obra p¨²blica para mi provincia, una competencia para mi regi¨®n o nacionalidad bien vale unos votos. Pues, en unos momentos donde est¨¢ en juego el rumbo del pa¨ªs, de todos los espa?oles, no es de recibo el chalaneo de votos por un qu¨ªtame all¨¢ esa enmienda o ese proyecto y un ponme ac¨¢ esa obra de inter¨¦s para mis electores. Quien actuara de esta forma, obrar¨ªa m¨¢s con las reglas del respetable oficio de la chamariler¨ªa que con las del representante de la naci¨®n. Esa es la gran responsabilidad de todos los grupos nacionalistas o regionales, a los que pide su incorporaci¨®n activa a la vida y a los problemas del Estado.
La presentaci¨®n por los socialistas de una moci¨®n de censura al Gobierno de UCD ha suscitado reacciones contrarias. Algunos han observado perplejos c¨®mo se les cuestiona un liderazgo, en ocasiones ejercido desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, aunque con legitimidades diferentes seg¨²n las ¨¦pocas. Es l¨®gico que quienes han nacido en el Gobierno consideren antinatural que se les intente cambiar de aires. Su reacci¨®n, confundiendo a veces al adversario con el enemigo, si tenemos en cuenta sus declaraciones de tonos ?frentejuveniles?, la cre¨ªamos ya felizmente superada.
Pero tambi¨¦n es cierto que esta moci¨®n ha producido, tal vez por primera vez, desde el 15 de junio, una identificaci¨®n de las instituciones con su pueblo, el renacimiento de una ilusi¨®n de ciudadan¨ªa, que ven que en las Cortes, all¨ª dentro, se habla de lo que afuera se discute. Y aunque s¨®lo fuera por esto, por suscitar esa ilusi¨®n, esa esperanza de cambio, estar¨ªa sobradamente justificada la moci¨®n socialista.Pero no son menos importante otros efectos conseguidos:
Plantear, aqu¨ª y ahora, la neces? dad de definici¨®n de todos los gri pos parlamentarios, devolviend papeles empe?ados u oscurecide en funci¨®n de la necesidad, m¨¢ urgente, de elaborar la Constituci¨®n, por una parte. Por otra, demostrar que hoy el se?or Su¨¢rez ha perdido sus iniciales soportes. M¨¢s a¨²n, que si hoy tuviera que pasar el tr¨¢mite de la moci¨®n de censura no tendr¨ªa la mayor¨ªa absoluta; no ser¨ªa presidente de la naci¨®n. No se trata, pues, de un examen a Felipe Gonz¨¢lez, sino de dar un suspenso a Su¨¢rez.
Tal vez no cambie el d¨ªa 28 el Gobierno, pero s¨ª la pol¨ªtica, pues si el d¨ªa 20 se cerr¨® un per¨ªodo, el d¨ªa 28 se va a abrir una nueva etapa; etapa que puede conducir, hoy o ma?ana, a un cambio de rumbo y a un cambio de marcha en nuestro pa¨ªs. Para ello es preciso poner fin este Gobierno. Este es el sentido
de nuestra moci¨®n.
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