El nuevo aliado del Lejano Oriente
VA APARECIENDO una imagen nueva de lo que se llam¨® ?Lejano Oriente?: ya no hay nada lejano. El primer ministro chino, Hua Guofeng, firma acuerdos econ¨®micos gigantescos con Jap¨®n y propone por las claras -ya sin eufemismos: la guerra fr¨ªa le autoriza- la creaci¨®n de un frente antisovi¨¦tico en Asia; su viceprimer ministro, Gen Biao, compra armas en Estados Unidos, sem¨¢nticamente catalogadas como ?no ofensivas?. Hace unos d¨ªas, China ensay¨® misiles -capaces de llevar bombas nucleares- de larga distancia.Lo que pasaba en China no fue entendido por nadie. Stalin se equivoc¨® -despu¨¦s de que se equivocaran los zares y el torvo Rasput¨ªn- al desestimar el impulso de Mao Zedong: crey¨® que la fuerza la ten¨ªa Chiang Kai chek. Rusia empez¨®,a pagar, est¨¢ pagando a¨²n, esa equi vocaci¨®n. Se equivoc¨® profundamente Estados Unidos, que no crey¨® en ninguno de los tres hombres fundamen tales de China -Sun Yat-sen, Chiang, Mao-; apoy¨® luego a uno -Chiang- cuando ya estaba definitivamente perdido. Los dict¨¢menes de los sabios sin¨®logos, de los ?old China hands? del Departamento de Estado, de los gabinetes de an¨¢lisis de la CIA y del ?China lobby? fueron tan errados como siempre, por el vicio de siempre: confundir lo que uno quiere que pase con aquello que puede pasar. Es la enfermedad m¨¢s frecuente de los servicios secretos y de los pol¨ªticos intemacionalistas.
Si Estados Unidos se encuentra ahora con esta alianza, que es la m¨¢s firme que tiene -contando aparte peque?os pa¨ªses con vocaci¨®n de sat¨¦lites, pero con poca fuerza que sumar a la contabilidad general-, no se debe tanto a su actuaci¨®n y a su diplomacia, a su Kissinger y a su Nixon, como a los errores, a¨²n m¨¢s importantes, de la Uni¨®n ,Sovi¨¦tica, que ha impulsado a China hacia ese terreno que llamamos Occidente con evidente irresponsabilidad geogr¨¢fica.
China ahora puede decir, como ha dicho Hua en Tokio, que no cree que Corea del Norte intervenga en el problema de Corea del Sur: es evidente que no intervendr¨¢ si Pek¨ªn no quiere. Es evidente que los intentos de Corea del Sur para buscar la democracia est¨¢n condicionados por Estados Unidos y por la propia China; qui¨¦n sabe si por Jap¨®n. Puede que Core¨¢, donde no cesan los enfrentamientos a pesar de que la represi¨®n es brutal, se cambie el r¨¦gimen: nunca ser¨¢ sin el permiso y el control de Estados Unidos y la anuencia china y japonesa.
?Puede todo ello ?estabilizar? Asia, como ha dicho Hua? Seg¨²n lo que se entienda por estabilizar Asia. Todo un grupo de pa¨ªses anticomunistas, con reg¨ªmenes fuertes -como Indonesia, como Filipinas o Pakist¨¢n, como Tailandia-, podr¨ªan agruparse en el frente antisovi¨¦tico propuesto -por China; de hecho ya lo est¨¢n, a trav¨¦s de sus relaciones de dependencia econ¨®mica y militar, con Estados Unidos. Una movilizaci¨®n conjunta de esos paises podr¨ªa amenazar directamente a los paises con influencia sovi¨¦tica -directamente, a Vietnam, que ya sufri¨® el a?o pasado, la operaci¨®n militar de castigo de los chinos- y, con su peso, determinar la pol¨ªtica exterior de la India. Una contenci¨®n, una muralla a la URSS por el Este. ?Estar¨¢n mientras tanto los americanos pensando reducir sus defensas en Europa? Esta es la pregunta que ya se hace en c¨ªrculos internacionales. Y corresponde a la sospecha. de que el nuevo frente del Lejano Oriente reemplaza toda una vieja pol¨ªtica estrat¨¦gica de Washington.
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