Kuwait, un "Estado del bienestar" financiado por el petr¨®leo
Al sobrevolar la ciudad de Kuwait, una telara?a de l¨ªneas de asfalto que apenas destaca entre las brillantes aguas del Golfo y la extensi¨®n blanco-amarillenta del desierto, es casi inevitable hacerse la pregunta ?qu¨¦ van a hacer cuando se les acabe el petr¨®leo?Aunque las estimaciones var¨ªan, se piensa que al ritmo actual de producci¨®n, de algo m¨¢s de dos millones de barriles diarios, Kuwait tiene petr¨®leo para setenta u ochenta a?os. Los c¨¢lculos menos optimistas reducen a treinta a?os la duraci¨®n de sus inmensas reservas, un 10% de las reservas mundiales comprobadas.
La conciencia de que el petr¨®leoes un recurso natural limitado y no renovable, y de que es necesario preservar y trasmitir riqueza a las generaciones futuras es como una obsesi¨®n en Kuwait. En 1978, por ejemplo, los ingresos por petr¨®leo supusieron el 85% de los ingresos totales del Estado. Para cuando esa fuente de riqueza se agote, los kuwait¨ªes quieren tener asegurados otros medios que les garanticen la continuidad en el nivel de vida.
Un nivel de vida muy alto, especialmente si se es ciudadano Kuwait¨ª, lo que no es f¨¢cil. El Estado, due?o absoluto de la industria petrol¨ªfera y de la mayor parte de sus derivados, se hace cargo de la educaci¨®n de los ciudadanos, desde el jard¨ªn de infancia a la universidad, incluidos los estudios en el extranjero, si no pueden ser cursados en Kuwait. La asistencia m¨¦dica es tambi¨¦n gratuita, y puestos de trabajo no faltan en la inmensa burocracia estatal, ni en el complejo financiero y bancario creado a partir del petr¨®leo.
Vestidos con sus largas e inmaculadas t¨²nicas blancas, las dishdushas, los kuwait¨ªes son comerciantes por naturaleza y gozan de ciertos privilegios no escritos que les est¨¢n negados a otros habitantes del pa¨ªs. ?La dishdasha es como un pasaporte que abre aqu¨ª todas las puertas: desde pr¨¦stamos a bajo inter¨¦s hasta buenas colocaciones o sustanciosos contratos, todo puede conseguirse?, comenta con amargura un ¨¢rabe que lleva m¨¢s de quince a?os viviendo en Kuwait y no puede obtener la ciudadan¨ªa ni las ventajas que comporta.
Las r¨ªgidas leyes de inmigraci¨®n y naturalizaci¨®n, junto con la necesidad de mano de obra importada para la industria del petr¨®leo, han llevado a la situaci¨®n actual, en que s¨®lo el 45%) de los habitantes del pa¨ªs son ciudadanos kuwait¨ªes, mientras que el 55% son extranjeros, procedentes en su mayor¨ªa de otros pa¨ªses ¨¢rabes y con una importante representaci¨®n palestina.
En unos cuantos a?os el problema puede agudizarse, si se tiene en cuenta que los residentes extranjeros crecen un 5% m¨¢s al a?o que los kuwait¨ªes. El Gobierno se ver¨¢ pronto, pues, ante el dilema de ampliar la ciudadan¨ªa, con lo que desaparecer¨ªan esos privilegios de hecho que gozan hoy los nacionales y se modificar¨ªa la estructura social del pa¨ªs, o bien continuar como hasta ahora, con el riesgo de que los kuwait¨ªes sean cada vez menos en su propia patria.
La existencia de estos ?ciudadanos de segunda clase? es una potencial fuente de disturbios sociales, pese a que, a¨²n para los extranjeros, el nivel de vida es alt¨ªsimo y el Estado paternalista tambi¨¦n derrama sobre ellos algunas ventajas, si bien menos que sobre los ciudadanos de pleno derecho. La presencia de aproximadamente un cuarto de mill¨®n de palestinos en Kuwait, aparte de influir decisivamente en la pol¨ªtica exterior del Estado, es otro foco de tensi¨®n al que ya se ha hecho referencia en estas p¨¢ginas. Lo mismo cabe decir de ese 30% de chinas que vive en el emirato y que ha aplaudido el triunfo de la revoluci¨®n isl¨¢mica al otro lado del golfo P¨¦rsico.
Como en tantos otros pa¨ªses de la zona, el desarrollo industrial y el cambio social producido por la riqueza petrolera no ha ido acompa?ado de modificaciones en la estructura del poder pol¨ªtico, que sigue siendo ejercido de forma autocr¨¢tica por el actual emir, Jaber al-Ahmed al-Sabah. Los partidos pol¨ªticos no existen, por supuesto, aunque una Asamblea Nacional o Majlis, de cincuenta miembros, se cre¨® en 1962 para asesorar al poder Ejecutivo. Elegida exclusivamente por ciudadanos kuwait¨ªes varones, la Asamblea fue, sin embargo, disuelta por el anterior emir, en el verano de 1976, porque ?ha abusado de la democracia y obstaculizado la legislaci¨®n gubernamental en su beneficio privado?.
La prensa est¨¢ muy desarrollada en Kuwait, donde se editan media docena de diarios en ¨¢rabe, dos en ingl¨¦s y existe una agencia nacional de noticias. Todo ello a pesar del serio golpe que sufri¨®, tambi¨¦n en 1976, principalmente por sus ataques a la intervenci¨®n sirla en la guerra civil de L¨ªbano, explicables si se tiene,en cuenta la influencia de los pale stinos en la Prensa.
Problema de protocolo
Aunque Kuwait es menos r¨ªgido que otros emiratos de la zona a la hora de conceder visados de entrada a periodistas, la desconfianza y el miedo a bablar a la Prensa son norma general. Nadie quiere opinar de pol¨ªtica exterior ni mucho inenos interior. Cada funcionario se excusa y remite al superior inmediato, casualmente de viaje. ?Es un problema de protocolo; yo no puedo hacer declaraciones que corresponden a un superior, pero eso no quiere decir que en Kuwait no seamos libres de opinar, e incluso de criticar al emir?, dice sin demasiada convicci¨®n uno de los funcionarios.
El pr¨ªncipe heredero y jefe del Gobierno, Saad al-Salem al-Sabah, ha sido pr¨®digo en declaraciones a los medios informativos ¨¢rabes, a quienes ha repetido que la seguridad en el golfo P¨¦rsico debe ser asunto exclusivo de los pa¨ªses ribere?os y que hay que mantener la zona libre de intervenciones extranjeras. En una entrevista concedida el mes pasado a la Revue du Liban, el jeque Saacl al-Sabah descartaba cualquier amenaza de ocupaci¨®n militar extranjera de los pozos de petr¨®leo, al decir que ninguna potencia puede mantenerlos funcionando, contra la voluntad de sus due?os, y a trav¨¦s de millares de kil¨®metros de oleoductos, tan vulnerables.
Los actuales dirigentes kuwait¨ªes han desarrollado numerosos intentos de mediaci¨®n en varias disputas registradas en Oriente Pr¨®ximo y parecen haber llegado a un statu quo estable con el vecino Irak. Desde que, en 1923, el alto comisario brit¨¢nico, sir Percy Cox trazara m¨¢s o menos caprichosamente las fronteras de la regi¨®n con un l¨¢piz rojo sobre un mapa, las reivindicaciones territoriales han sido constantes. Irak, que nunca ha aceptado plenamente la existencia de Kuwait como Estado indepen diente, parece conformarse ahora con pedir s¨®lo las islas, de Warba y Bubiyan, que sir Percy dio a Kuwait. Islas que siguen siendo, por ahora, de soberan¨ªa kuwait¨ª, pero que est¨¢n ?arrendadas? a Irak, m¨¢s ocupado, al parecer, en reclamar otras islas a Ir¨¢n.
Un r¨ªgido control de los grupo ¨¦tniccis o religiosos, susceptibles de crear problemas internos, y una habilidad comprobada para ban dear los peligros en pol¨ªtica exte rior, permiten a los dirigentes de Kuwait seguir adelante con su programas de diversificaci¨®n in dustrial e inversiones para preparar el futuro, tan lejano, en el que los campos petroleros de Burgan y Magwa, los m¨¢s grandes del mundo, se sequen.
El a?o pasado, las inversiones en el extranjero se cifraban en 30.000 millones de d¨®lares, aunque el vo lumen exacto y la naturaleza de la operaciones se mantiene en secre to. Dentro de unas d¨¦cadas Kuwait puede ser el primer Estado-rentista del mundo, y muchos ven en est peque?o emirato un futuro rrierca do de capitales y un centro neur¨¢lgico de las finanzas interna cionales, m¨¢s que un mini-Estado industrial, cuyos productos dif¨ªcilmente ser¨ªan competitivos en el mercado internacional.
De momento, es evidente, Kuwait importa. En las tiendas de la calle de Fahd al Salem, en lo supermodernos zocos no falta de nada; el pa¨ªs es como una gigantesca tienda libre de impuestos donde puede comprarse a precio irrisorio desde el ¨²ltimo modelo de video al m¨¢s eficaz sistema de aire acondicionado, para afrontar los cuarenta grados cent¨ªgrados con que se abre, a las ocho de la ma?ana, un d¨ªa de primavera.
La prohibici¨®n absoluta del al cohol, de acuerdo con los preceptos cor¨¢nicos, es una caracter¨ªstica de Kuwait, dura de soportar para los numerosos occidentales que trabajan all¨ª temporalmente. Los peri¨®dicos publican las fotograf¨ªas d dos contrabandistas detenidos mientras vend¨ªan alcohol de con trabando, la cerveza a 1.500 peseta la botella, y el whisky escoc¨¦s, a 15.000.
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