La democracia, ?ha venido?, todos saben c¨®mo ha sido
?Se han diluido las mieles del ?consenso?? Parec¨ªa que s¨ª y hasta Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa dicho no, que algo huele a podrido en este pa¨ªs, porque la frase est¨¢ ya muy gastada, pero s¨ª que comenzaban a notarse s¨ªntomas (le corrupci¨®n en la democracia advenida, sobre todo como consecuencia de un entierro. Cuando le¨ªmos que se hab¨ªa excitado, por fin, el olfato del l¨ªder socialista, muchos pensamos: ?M¨¢s vale tarde que nunca?. Pero parece que nos hab¨ªamos precipitado. Porque la consecuencia l¨®gica, una vez advertido el tufillo de la corrupci¨®n -?qu¨¦ se le va a hacer!, ?algo huele a podrido?, no hay manera de evitar la frase-, parece que deb¨ªa haber sido evitar un epi-?centro? tan maloliente y poco democr¨¢tico, es decir, desmarcarse y correr hacia el ejercicio de la oposici¨®n. Sin embargo, no ha ocurrido tal cosa. En lo que conf¨ªa mi amigo Felipe Gonz¨¢lez es en una ?nueva mayor¨ªa?. Digo amigo, aunque quien lo fue era Isidoro, puesto que, en la etapa legal, Felipe se me ha quedado muy lejos, inaccesible y, por supuesto, desconocido. Este no es mi Isidoro, que mo lo han cambiado. Estamos, pues, donde est¨¢bamos: en la ?alternativa?. ?Ay, el poder!, ?c¨®mo tira! Felipe y su partido no se resignan a ejercerlo desde la oposici¨®n, tanto en el Parlamento como en la calle, en m¨ªtines, manifestaciones, movilizaciones, etc¨¦tera, para mantener en forma a la militancia y al electorado m¨¢s seguro. En el Parlamento, arropados con la impunidad del esca?o representativo, pueden los diputados ejercer el derecho al pataleo, pero ?y en la calle? En la calle hay que echar a correr delante de los botes de humo, las cadenas utilizadas como l¨¢tigos y las balas m¨¢s o menos perdidas.Sin embargo, Felipe Gonz¨¢lez prefiere apostar por una ?nueva mayor¨ªa? parlamentaria en lugar de la dernostraci¨®n, tan pac¨ªficamente como sea posible, de que la calle no es s¨®lo de los sucesores del se?or Fraga en el Ministerio del Interior, y ?por ende?, del Gobierno, que tiene una mayor¨ªa no aritm¨¦tica, sino proporcional, seg¨²n manda la ley d'Hont, sino que es tambi¨¦n de la oposici¨®n. Felipe Gonz¨¢lez parece confiar m¨¢s en que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez se vea agobiado por su conciencia y rompa con sus amigos -si es que los tiene- la disciplina del voto en UCD que en la fuerza de su militancia, la del PSOE, en la militancia de toda la izquierda -parlamentaria o no- y en el electorado respectivo. ?Que qu¨¦ se podr¨ªa hacer con toda esa gente? Presionar. Porque eso tambi¨¦n es democracia. ?Y tanto! A grandes males, grandes remedios. Existe una pr¨¢ctica muy recomendable en el ejercicio de la libertad de expresi¨®n se llama mitin. Por ejemplo. Y otra se llama manifestaci¨®n. Autorizado todo ello y legal, desde luego. ?Faltar¨ªa m¨¢s! ¨ªComo que de lo que se trata es de poner a prueba la democracia! Porque, tal como va la cosa, da la impresi¨®n de que esta que tenemos es una democracia de ?mirame y no me toques?. Me recuerda el d¨ªa de Reyes en la familia de clase media baj¨ªsima, a la que yo pertenec¨ªa cuando era ni?o. Estaban los juguetes en el balc¨®n. pero eran los mismos del a?o anterior, porque, cuando el d¨ªa de Reyes acababa, los juguetes nos eran retirados hasta otro a?o ?para que no se rompan?. Cosas de la estrechez econ¨®mica, que no daba para m¨¢s. Con la democracia que tenemos, consecuencia del entierro del 20 de noviembre de 1975, ocurre algo parecido. El consenso es la manera de no utilizarla paraevitar que nos la quiten de las manos y la escondan hasta despu¨¦s de otro entierro. Aunque en tal caso habr¨ªa antes otros muchos entierros. Que los reg¨ªmenes autoritarios resultan muy necrol¨®gicos.
Por su parte, Santiago Carrillo tampoco parece decidido a que su partido ejerza de oposici¨®n en solitario. Son pocos los diputados con que cuenta y los del PSOE no los quieren cerca, aunque tampoco los quieren demasiado lejos, para evitar una imagen derecholde. Y as¨ª resulta que quien queda escorado hacia la derecha es el partido de-todas-las-culpas, que no hay quien lo conozca, con su eurocomunismo formal y su disciplina interna tan real. Los que en su interior ejercitan el eurocomunismo, creyendo que de verdad el PCE se parece al PCI, tropiezan sin remedio con un ?aparato? integrado por ?conversos? de poco fiar. ?Conversos? formales con pr¨¢cticas reales de los a?os cuarenta. Se pueden contar casos en todas las ?secciones? regionales del partido, y mucho m¨¢s en las que no quieren ser ?regionales?, sino ?nacionales?, como la del Pa¨ªs Valenciano. Aqu¨ª, con motivo de la suspensi¨®n de militancia del ex alcalde de Sueca Y algunos concejales -a fin de echarle del ayuntamiento por nacionalista-, el acuerdo ?provincial? donde manda el ?aparato? no fue confirmado por las instancias ?nacionales? del Pa¨ªs Valenciano. Pero luego vino la decisi¨®n de Madrid, del ?aparato? madrile?o, a proteger al ?provincial?, que es tambi¨¦n un ?aparato?, y muy celoso, por cierto, del principio de autoridad, aunque sea a cargo del eurocomunismo. Porque las autocr¨ªticas sobre el estalinismo pasar¨¢n, pero la disciplina para que se mantengan los mismos en el poder, no pasar¨¢. Carrillo espera mucho m¨¢s que Felipe, o desea y manifiesta, quiz¨¢ para ver si manifestarlo tiene la virtud de realizarlo, un partido burgu¨¦s progresista. Es decir, que piensa tambi¨¦n en Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y sus arnigos. Pero ?qu¨¦ tendr¨¢ Fern¨¢ndez Ord¨®?ez que todos cuentan con ¨¦l para que deje UCD?
Y as¨ª est¨¢ la izquierda, sin decidirse a serlo. Se ve que le gust¨® la miel del consenso y lo aguanta todo, hasta los cortes de manga del se?or Abril Martorell en el Congreso de los Diputados. Quien lo puede, lo gasta. Y no es s¨®lo Abril Martorell el que le hace cortes de manga a la democracia. Ah¨ª est¨¢n, sin ir m¨¢s lejos, las sentencias en cadena contra el director de este peri¨®dico, tan una despu¨¦s de la otra que cualquier mal pensado podr¨ªa sospechar una intenci¨®n decidida de carg¨¢rselo, para ver si descabe.zando el peri¨®dico se acaba su independencia. Porque eso de publicar las editoriales que publica, y algunos de los art¨ªculos que publica y, sobre todo, la informaci¨®n que publica..., hay que reconocer que tiene que molestar mucho a los que vienen de otro sistema informativo. Aquel que el proyecto de estatuto para la profesi¨®n period¨ªstica quisiera perpetuar. ?Y qu¨¦ decir del se?or Cid Ca?averal, que bate el r¨¦cord? ?Y del se?or Miguel Angel Aguilar? Y de Pilar Mir¨®, y de etc¨¦tera, etc¨¦tera. Es decir, de un etc¨¦tera muy largo. ?La libertad de expresi¨®n! Un sue?o, una quimera, una ilusi¨®n...
Me pregunto si eso de confiar m¨¢s en ?nuevas mayor¨ªas? o en ?partidos burgueses progresistas? que en gobernar desde la oposici¨®n no ser¨¢ algo as¨ª como aplazar el remedio para ver si se aplaza tambi¨¦n la enfermedad. Porque hay enfermedad. No hay partido parlamentario que la padezca manifestada en tantas facciones, y tan feroces, que quiz¨¢ sea esa -pensando piadosamente- la causa de que no hagan pol¨ªtica de oposici¨®n. Gastan sus energ¨ªas en oponerse internamente los unos a los otros: los
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?cr¨ªticos? contra los ?socialdem¨®cratas?; los del ?aparato? contra los ?euros?. ?Pero si el mal ha llegado incluso a las filas extraparlamentarias que, aspiraban a parlamentarias! Ah¨ª est¨¢ el PT, que despu¨¦s de su fusi¨®n con la ORT no ha visto hora buena. Unos por estar ya dentro y otros por querer entrar, todos van a la zarpa la gre?a. Ni siquiera se atienen a aquello de que antes de entrar hay que dejar salir. ?Qu¨¦ espect¨¢culos! Como para pedir el carn¨¦.
Uno cre¨ªa que el primer enemigo es el de clase, se mire la cosa desde el lado que se mire, puesto que en la derecha eso lo tienen muy claro. Hasta Fern¨¢ndez Ord¨®?ez lo tiene claro. Pero se ve que en la izquierda las cosas no son igual, porque el primer enemigo parece siempre el de al lado y dentro mismo de casa. Justificaciones ideol¨®gicas no faltan pero las verdaderas habr¨ªa que buscarlas en otro lado: en la ?alternativa? que siempre quiere ser, casi todo el mundo, del que est¨¢ arriba. Es la condici¨®n humana, ya se sabe.
Y, mientras tanto, en la calle, en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos, en la pantalla de televisi¨®n, en las de los cines, en la mayor parte de las antenas de radio, salvo contadas excepciones, hay una ?reconducci¨®n? evidente de la libertad de expresi¨®n. Y la hay en la simple libertad de expresarse en la calle, a gritos, ya que no se puede de otro modo. Y en los tribunales, donde parece que vacila el pulso de la se?ora esa que tiene la balanza en la mano y los ojos tapa dos. Y es que, ya lo dicen los que siempre han sido de los ?nuestros?. ?Pero esta gente, ?qu¨¦ se cre¨ªa que era la democracia? Lo de siempre, hombre, lo de siempre?. Y, en efecto, es lo de siempr,. Quiero decir, lo de antes del entierro a causa del cual se nos ?concedi¨®? para que la conserv¨¢ramos sin usarla, puesto que no fuimos,capaces de obte nerla por m¨¦ritos propios. Habr¨ªa, pues, que ir pensando en hacerlos a ver si la ganamos de una, buena vez, en lugar de preferir ?nuevas mayor¨ªas? y ?partidos burgueses progresistas?.
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