Alain Robbe-Grillet: "Ahora que no estoy de moda, mis libros se leen m¨¢s que antes"
El c¨¦lebre novelista Alain Robbe-Grillet (1922), considerado como fundador del nouveau roman franc¨¦s y ampliamente traducido al castellano, se encuentra actualmente en Madrid. Ha venido para intervenir en el programa televisivo A fondo y, de paso, firmar hoy, s¨¢bado, ejemplares de sus obras en la Feria del Libro (caseta 154, de 12 a 2 de la tarde). En estas declaraciones a EL PAIS evoca la reacci¨®n que provocaron en Espa?a sus primeros textos -?ahora m¨¢s le¨ªdos que antes?-, da noticia del libro autobiogr¨¢fico que est¨¢ escribiendo y cuenta su pasi¨®n por el viejo Madrid.
Tiene ya Robbe-Grillet casi sesenta a?os; mas conserva el aspecto de unos cuarenta flexibles y muy bien llevados. Su irrupci¨®n en el hall del hotel. Palace atrae la atenci¨®n de dos j¨®venes japonesas que cuchichean acaloradamente. Pasa una rubia: ?Qu¨¦ moza m¨¢s guapa!? Cuando se acerca: ?No, no es para tanto...? Me se?ala columnas y vidrieras como quien va ense?¨¢ndole a un visitante at¨®nito su propia casa: ?Parece el, decorado de El a?o pasado en Marienbad?. Trae traje gris de lana; se quita la chaqueta al poco rato de sentarse. Cada vez que el altavoz suena, ¨¦l introduce una ajustada pausa en su conversaci¨®n. Poblada barba, mano derecha a punto de tocarte el hombro izquierdo para subrayar ciertas frases, ojos muy m¨®viles, sonrisa generosa y una actitud completamente relajada.De su esquema biogr¨¢fico, ¨¦l suele retener, con gran econom¨ªa de medios, que hacia los veinte a?os era ingeniero agr¨®nomo y que, en raz¨®n de eso, residi¨® en Marruecos, Guinea, La Martinica y Guadalupe. A los treinta comienza su carrera de novelista. A los cuarenta se dedica esencialmente al cine. A los cincuenta se apasiona por pintar cuadros. ?Ahora? Ahora, con iron¨ªa, a?ade: ?Tal vez compondr¨¦ m¨²sica cuando cumpla los sesenta?. Por lo pronto, nos dice, est¨¢ escribiendo -con la dificultad de siempre- un libro sobre s¨ª mismo: ?En un principio quise hacer una t¨ªpica autobiograf¨ªa, repleta de comentarios sobre mi propia obra. Luego..., todo ha degenerado. Por ejemplo, aparecen dos padres. Uno corresponde al m¨ªo real, pero el otro no s¨¦ a qui¨¦n corresponde?. ?Un Edipo que ve doble? Se r¨ªe: ?Yo nunca he tenido el complejo de Edipo. En Francia, al menos, me parece que Edipo s¨®lo se codea con la burgues¨ªa. El proletariado franc¨¦s no conoce a Edipo. Mis relaciones con mi padre fueron siempre muy libres?.
No prepara ninguna pel¨ªcula. No est¨¢ escribiendo ninguna novela. Recordamos la aparici¨®n de sus primeros libros en Espa?a. Les Gommes, traducido aqu¨ª con el t¨ªtulo de La doble muerte del Profesor Dupont (1956), y Le voyeur (El mir¨®n, 1956) surgen al mismo tiempo que los novelistas espa?oles estaban d¨¢ndole de lo lindo al realismo social; esto contribuy¨® a que la acogida resultase m¨¢s bien fr¨ªa e incluso nada grata: ?Conoc¨ª las reacciones sobre el terreno, dado que mi editor, Carlos Barral, me invit¨® varias veces a Barcelona y Mallorca. Hab¨ªa escritores que, aun estimando positivamente lo moderno de mi escritura, se sent¨ªan m¨¢s solidarios del compromiso sartreano. Ese era el caso de Juan Goytisolo. Pero esas reacciones, aunque m¨¢s ¨¢cidas en Espa?a, por imperar aqu¨ª entonces una dictadura opresiva, no difer¨ªan en gran medida de las francesas. Era, una vez m¨¢s, confundir los buenos sentimientos con la literatura?. Alain Robbe-Grillet despertaba curiosidad, pero sus novelas eran poco le¨ªdas,. ?En aquellos a?os yo estaba de moda; sin embargo, no se me le¨ªa. Ahora no estoy de moda y, en cambio, se me lee mucho. Ten¨ªa raz¨®n Cocteau cuando se?alaba que lo importante no es estar de moda, sino sobrevivir a la moda?.
El autor de La casa de citas, En el laberinto y Por una nueva novela nos habla largamente del nouveau roman, de sus odios (Truffaut) y de sus amores (Godard) cinematogr¨¢ficos. Tampoco rechaza abordar lo inmediato y anecd¨®tico: ?Me parece que en Madrid s¨®lo hab¨ªa estado otra vez; s¨ª, fue hace cosa de diez a?os, para dar una conferencia que me encarg¨® Jean-Pierre Richard. Aquella fue una estancia brev¨ªsima; de ah¨ª que ahora me sienta contento al poder permanecer varios d¨ªas en esta ciudad, donde hago cosas tan triviales como todos los turistas: recorrer las calles e ir al Museo del Prado?. Le pregunto si le ha sorprendido algo en especial: ?No. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de sorprenderme??
Retorna el tema: ?Lo que s¨ª me agrada es ver a tanta gente en la calle. Hay un ajetreo humano que no se da en otras ciudades europeas. Adem¨¢s, en el centro de Madrid, en las viejas calles madrile?as, me encuentro con un sinf¨ªn de tiendas que han permanecido intactas. En estas viejas tiendas madrile?as hay un encanto que ha desaparecido de los comercios y de los grandes almacenes modernos?.
Al preguntarle si ha hallado diferencias entre su vieja visita y la presente, Robbe-Grillet sonr¨ªe m¨¢s que nunca: ?Para serle sincero, le dir¨¦ que ya no me acordaba de nada, absolutamente de nada?.
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