El conformismo supera al esp¨ªritu cr¨ªtico en la sociedad rusa
La ideolog¨ªa del filisteo sovi¨¦tico (estoy pensando en la peor gente, aunque, desgraciadamente, cada vez se dan m¨¢s entre los obreros y los campesinos y a lo largo y ancho de toda la intelectualidad) la forman varias ideas simples:- El culto del Estado, que conlleva, en diferentes combinaciones, sometimiento a la autoridad, la inocente creencia de que la vida en Occidente es peor que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, gratitud a un Gobierno ?benefactor? y, al mismo tiempo, miedo e hipocres¨ªa.
- Intentos ego¨ªstas de asegurar e una buena vida para uno y para los suyos, de ?vivir como todo el mundo? mediante la corrupci¨®n, los robos ignorados por los jefes y buenas dosis de hipocres¨ªa. Existe, sin embargo, un deseo entre la gente m¨¢s noble de alcanzar una buena vida gracias a su propio trabajo, a sus propias. manos. A pesar de todo, hace falta todav¨ªa enga?ar y hacerse el hip¨®crita.
- La idea nacionalista de superioridad que adopta posturas siniestras, hist¨¦ricas y racistas en algunos rusos, y no exclusivamente entre los rusos. Con frecuencia se oyen exclamaciones del tipo de ?estamos malgastando nuestro dinero en estos monos negros (o amarillos). Estamos alimentando a par¨¢sitos? o ?la culpa la tienen los jud¨ªos?, o ?los rusos?, o ?los de Georgia?, o ?los chuchmecas?, t¨¦rmino peyorativo para referirse a los pueblos de Asia central.
Todo ello constituye s¨ªntomas preocupantes tras sesenta a?os proclamando ?la amistad de los pueblos?.
Oficialmente, la ideolog¨ªa comunista es internacionalista, aunque explota subrepticiamente los prejuicios nacionalistas. Esto se ha hecho, hasta el momento, de manera precavida y espero que estas fuerzas no lleguen a desatarse. Despu¨¦s de haber padecido los odios de clase, no nos hace ninguna falta una ideolog¨ªa nacionalista racista. Estoy seguro de que, a primera vista, es peligrosa y destructiva, incluso en sus manifestaciones ?disidentes? m¨¢s humanitarias. Ya hay poca gente que reaccione seriamente a los esl¨®ganes propagand¨ªsticos para la construcci¨®n del comunismo, a pesar de que hubo una ¨¦poca en que, quiz¨¢ a causa de ciertos malentendidos, los lemas comunistas reflejaban un deseo de justicia y felicidad para toda la humanidad.
Explotaci¨®n de la tragedia b¨¦lica
La propaganda interna explota de manera intensiva la tragedia nacional de la segunda guerra mundial y el orgullo que siente la gente por su activa participaci¨®n en los acontecimientos hist¨®ricos de aquella ¨¦poca. La iron¨ªa de la vida es que fue tan s¨®lo durante la guerra cuando la gente corriente sinti¨® su importancia y dignidad en medio de un mundo inhumano de terror y humillaci¨®n. Se explota intensivamente el riesgo de guerra y las muy aireadas bases militares alrededor de nuestro pa¨ªs. Se fomentan los sentimientos de sospecha sobre las tretas de los ?imperialistas?.
Una naci¨®n que ha sufrido las terribles p¨¦rdidas, crueldades y destrucci¨®n de los a?os de guerra ansia la paz sobre todo. Es un sentimiento amplio, profundo, poderoso y honesto. Hoy d¨ªa, los dirigentes del pa¨ªs no van, ni pueden, contra los deseos dominantes del pueblo. Quiero creer que, en este sentido, los dirigentes sovi¨¦ticos son sinceros, que cuando se trata de la paz se convierten de robots en personas.
Pero hasta este profundo deseo de paz del pueblo es explotado, y quiz¨¢ sea esto el m¨¢s brutal enga?o. Este profundo anhelo de paz se utiliza para justificar todos los rasgos m¨¢s negativos de nuestro pa¨ªs, el desorden econ¨®mico, la excesiva militarizaci¨®n, las supuestas medidas ?defensivas? de pol¨ªtica extranjera (lo mismo en Checoslovaquia que en Afganist¨¢n) y la falta de libertad en nuestra cerrada sociedad. Y esos rasgos negativos incluyen tambi¨¦n la locura ecol¨®gica, como la destrucci¨®n del lago Baikal, de prados y campos, los recursos pisc¨ªcolas del pa¨ªs y el envenenamiento de nuestras aguas y nuestro aire.
La gente de nuestro pa¨ªs se somete sin quejas a la escasez de carne, mantequilla y muchos otros productos, aunque se quejen en sus casas. Aguantan las tremendas desigualdades sociales entre la ¨¦lite y los ciudadanos ordinarios. Soportan el comportamiento arbitrario y la crueldad de las autoridades locales. Est¨¢n al corriente de las palizas y de las muertes de algunos individuos en las comisar¨ªas de polic¨ªa, pero, por lo general, se mantienen callados. No protestan, e incluso se complacen a veces, por el injusto tratamiento de los disidentes. No dicen lo m¨¢s m¨ªnimo sobre ninguna acci¨®n de pol¨ªtica extranjera.
Un pa¨ªs que ha vivido durante d¨¦cadas en condiciones en las que todos los medios de producci¨®n pertenecen al Estado padece graves privaciones econ¨®micas y sociales. No puede producir alimento suficiente para toda su poblaci¨®n. No puede, sin las ventajas aportadas por la distensi¨®n, mantenerse al d¨ªa con los niveles actuales de la ciencia y la tecnolog¨ªa.
Desde la ¨¦poca en que escrib¨ª Mi pa¨ªs y el mundo (publicado en 1975), el salario medio ha aumentado, pero el coste de vida ha aumentado evidentemente mucho m¨¢s, porque la calidad de la vida ordinaria no ha mejorado. El tan aclamado servicio m¨¦dico gratuito empeora gradualmente (es gratis, gracias a que los sueldos de los trabajadores se mantienen bajos y a que hay que pagar las medicinas m¨¢s caras). La situaci¨®n en la ense?anza no es mucho mejor, sobre todo en las zonas rurales. Ya no es posible restar importancia a estos problemas, como si fueran resultado de la guerra o de errores accidentales.
Necesidad urgente de reformas econ¨®micas
Hay una necesidad urgente de reformas econ¨®micas, que aumenten la independencia de las empresas y permitan ciertos aspectos de una econom¨ªa mixta. Hace falta mayor libertad de informaci¨®n, una prensa libre y cr¨ªtica, libertad para que la gente viaje al extranjero, libertad de emigraci¨®n y la libre elecci¨®n del lugar de residencia dentro del pa¨ªs. A largo plazo deber¨ªa existir un sistema multipartidista y eliminarse el monopolio del partido sobre todos los aspectos de la vida ideol¨®gica, pol¨ªtica y econ¨®mica.
Pero todo esto, a pesar de resultar obvio para la mayor¨ªa de la gente, no es por el momento m¨¢s que un sue?o. Los dogm¨¢ticos bur¨®cratas y los nuevos miembros que est¨¢n reemplaz¨¢ndoles, unos c¨ªnicos an¨®nimos y astutos, que se mueven en los ?pasillos del poder? de las secretar¨ªas del Comit¨¦ Central, de la KGB, de los ministerios y de los comit¨¦s provinciales y regionales del partido, est¨¢n llevando el pa¨ªs hacia lo que ellos consideran el camino m¨¢s seguro, que es en realidad el camino al suicidio colectivo.
Todo permanece como era bajo el sistema de poder pol¨ªtico y del tipo de econom¨ªa creados por Stalin. Los dirigentes siguen adelante con la carrera armamentista, ocult¨¢ndola bajo palabras de amor a la paz. Intervienen en zonas en crisis de todo el mundo, desde Etiop¨ªa a Afganist¨¢n, a fin de, aumentar su prestigio, de fortalecer el poder¨ªo de la naci¨®n y de asegurar que los rifles no se oxiden. Arrestan a los disidentes, llevando el pa¨ªs a la tranquila ¨¦poca ?predisidentes?, tal como lo ha descrito la situaci¨®n mi nuero, Efrem Yankelevich. (Yankelevich, que emigr¨® en 1977, trabaja como investigador en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts).
En los ¨²ltimos diez o quince a?os se ha visto agravado el tradicional problema ruso, la bebida. El Gobierno ha tomado unas t¨ªmidas medidas, m¨¢s de palabra que de obra, pero se ve incapaz de lograr ning¨²n resultado positivo. El alcoholismo es un fen¨®meno mundial, no es algo que se deba exclusivamente a las condiciones de nuestro pa¨ªs, pero existen ciertos factores espec¨ªficos que desempe?an un papel importante.
El alcohol, aut¨¦ntica libertad,
Los gastos en bebidas reducen el excedente del poder de compra de la poblaci¨®n, pero lo esencial es que un alcoh¨®lico no representa ninguna amenaza para el Gobierno. Adem¨¢s, la bebida es la ¨²nica libertad existente, y las autoridades no tienen el valor suficiente para retirarla sin dar nada a cambio. Hay en todo ello elementos econ¨®micos, sociales y psicol¨®gicos. Y el resultado es que en lugar de vino con una sequedad natural y vodka de buena calidad, las autoridades inundan el mercado con vino barato, reforzado qu¨ªmicamente, conocido con el nombre de ?bormotuja?, que destruye r¨¢pidamente a los j¨®venes y a los hombres y mujeres. Ya lo dijo el ?apacible? zar Aleksei Mijailovich hace trescientos a?os: ?No ech¨¦is a los extremistas de las tabernas?.
La gente de nuestro pa¨ªs se encuentra en cierta medida confusa e intimidada, desde luego, aunque existe un autoenga?o consciente y un escapismo ego¨ªsta de los problemas dif¨ªciles. El lema ?El pueblo y el partido son uno?, que cuelga en las paredes de uno de cada cinco edificios, no es totalmente una frase vac¨ªa.
Pero fue de entre las filas del pueblo de donde surgieron los defensores de los derechos humanos, enfrent¨¢ndose al enga?o, a la hipocres¨ªa y al silencio, armados simplemente de plumas, dispuestos a sacrificarse, a pesar de fallarles el est¨ªmulo que ofrece la seguridad de poder conseguir un resultado positivo r¨¢pido. No los olvidaremos. Tienen de su parte la fuerza moral y la l¨®gica del desarrollo hist¨®rico. Estoy asimismo convencido de que su actividad continuar¨¢ en una forma u otra, por peque?o que sea el movimiento; lo que importa no el la aritm¨¦tica, sino el hecho cualitativo de atravesar la barrera del silencio psicol¨®gico.
Pero la historia se desarrolla seg¨²n sus propias leyes lentas (y tortuosas). Vivimos en una ¨¦poca dif¨ªcil y problem¨¢tica, con un agravamiento de las tensiones internacionales, de expansionismo sovi¨¦tico, de vergonzosa propaganda antinorteamericana, antioccidental, antiisrael¨ª, antiegipcia y antiintelectual, y amenazas de mayores tensiones en el futuro.
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