Catalanes en Madrid
HOY SE inaugura, en el palacio Vel¨¢zquez del Retiro, la exposici¨®n ?Cien a?os de cultura catalana?, que contiene una panor¨¢mica de lo que ha sido, de 1880 a 1980, la pintura, la arquitectura, la escultura, la literatura, el cine y la cultura popular del antiguo Principado. El acontecimiento no debe quedar circunscrito a la dimensi¨®n pura mente cultural de la convocatoria. Tambi¨¦n merece ser subrayada la significaci¨®n pol¨ªtica -pol¨ªtica con m¨¢y¨²sculas- que encierra esta cita que se hace a los madrile?os, en el coraz¨®n de su ciudad, para que conozcan realidades que durante muchos a?os fueron ocultadas o subvaloradas y para iniciar ese imprescindible di¨¢logo entre la comunidad catalana y el resto del pa¨ªs sobre el que debe edificarse nuestra convivencia. El se?or Tusell, director general del Patrimonio Art¨ªstico, merece un elogio p¨²blico por haber dado acogida a esta exposici¨®n, cuya oportunidad y conveniencia no necesitan de justificaci¨®n desde el punto de vista del Estado. Y tambi¨¦n son acreedores de reconocimiento los pol¨ªticos e intelectuales catalanes de los que ha partido la idea original del proyecto y la voluntad de llevarlo a cabo en Madrid. En este sentido, Francesc Vicens, director de la Fundaci¨®n Mir¨®, portavoz de Esquerra Republicana en el Parlamento catal¨¢n y hombre conocido por sus arraigados sentimientos nacionalistas, ha jugado un papel de primera importancia en el nacimiento y desarrollo de una iniciativa, cuyo car¨¢cter constructivo y esp¨ªritu, reconciliador puede servir como ejemplo.Ser¨ªa absurdo tratar siquiera de resumir, en unas pocas l¨ªneas, la trayectoria de la cultura catalana y sus logros a lo largo de la ¨²ltima centuria. Pero no est¨¢ de m¨¢s recordar que, frente a la visi¨®n unidimensional, sesgada y centralista de una patria cuyas ¨²nicas se?as de identidad ser¨ªan el castellano y la cultura pensada y escrita en castellano, es preciso reivindicar. la idea de otra Espa?a posible, que asuma sin mitolog¨ªas su historia, renuncie al ret¨®rico macizo de la raza en nombre de las diferentes culturas, lenguas, etnias y tradiciones que contribuyeron a formar nuestra comunidad nacional y reconozca inst¨ªtucionalmente en el presente esa diversidad que nos viene dada por nuestro pasado.
Ese reacomodo de las palabras con los hechos lo piden no s¨®lo los pueblos que hablan idiomas distintos del oficial del Estado, sino tambi¨¦n sectores nada desde?ables de la sociedad que piensa, habla y escribe s¨®lo en castellano. Los b¨¢rbaros excesos perpetrados en el inmediato pasado contra la cultural y el idioma de catalanes y vascos produjeron, como lamentable reacci¨®n, un intento de culpabilizaci¨®n global de la cultura y la lengua castellana, identificadas tan gratuita como absurdamente con la opresi¨®n y la explotaci¨®n.
A este proceso de reinterpretaci¨®n de nuestro pasado, los catalanes est¨¢n contribuyendo, desde el final del r¨¦gimen anterior, de una forma tan eficaz como silenciosa. En la izquierda, socialistas y comunistas han hecho compatible su identidad catalana con f¨®rmulas flexibles de federalizaci¨®n con los partidos de ¨¢mbito estatal, y han dejado sin espacio a la ultraizquierda independentista. Y las formaciones propiamente nacionalistas, Convergencia y Esquerra Republicana, fundamentalmente, tambi¨¦n han elaborado racionalmente los impulsos emocionales y han dado sobrios y sinceros ejemplos de su sentido del Estado y de su voluntad de integrarse en esa otra Espa?a posible, tan diferente del monolito tridentino y centralista en el que no tienen cabida ni ellos ni muchos castellanos. La inteligencia pol¨ªtica y la habilidad negociadora de la minor¨ªa catalana brill¨® ya con luz propia en los debates de las Cortes Constituyentes. Y en el Pleno de la moci¨®n de censura, el diputado Roca consigui¨® que una parte de la opini¨®n p¨²blica espa?ola situada en el centro del espectro lo comparara ventajosa y melanc¨®licamente con los hombres que hoy nos gobiernan o que aspiran a hacerlo.
La exposici¨®n que abre hoy sus puertas en el Retiro constituye tambi¨¦n, en esta perspectiva, una lecci¨®n de sentido com¨²n, realismo, generosidad y voluntad de entendimiento. Tiene lugar, adem¨¢s, precisamente cuando el presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, visita Madrid en un viaje pol¨ªtico de efectos insospechados para el futuro pr¨®ximo. Pujol, un dem¨®crata inequ¨ªvoco y un catalanista de siempre, tendr¨ªa hoy en su mano la llave de una nueva mayor¨ªa parlamentaria si llegase a un acuerdo de este g¨¦nero en sus conversaciones con el presidente Su¨¢rez. Lo que muchos se preguntan es si esta m¨²ltiple presencia catalana en Madrid no tiene un sentido pol¨ªtico inmediato adem¨¢s de una profunda significaci¨®n hist¨®rica. Y si, en definitiva, no puede venir ahora de Catalu?a un apoyo sustancial y renovador al debilitado Gabinete del se?or Su¨¢rez.
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