Sobriedad y acierto
Un Hamlet sobrio, con ese punto de angustia que puede tener la obra, cuando se le sabe sacar, del encuentro entre un ser pensante -con toda la fragilidad del intelectual- y un mundo b¨¢rbaro, directo. Hamlet es, para muchos, nada menos que la mejor obra de teatro del mundo: poner en escena ese monumento es siempre un riesgo, o una colecci¨®n de riesgos, y el Teatro Itinerante Catal¨¢n los vence en gran parte. Como toda representaci¨®n, sobre todo de un cl¨¢sico, es una interpretaci¨®n, por mucho rigor que se le d¨¦ y mucho esfuerzo de reconstrucci¨®n, siempre ser¨¢ algo que se produce, seg¨²n unas aportaciones actuales, vista y escuchada en un contexto actual. La delicadeza de esta presentaci¨®n est¨¢ en la justeza con que se mueve la obra dentro de esos l¨ªmites posibles, como se resaltan los planes de los personajes de forma que cada uno tenga su ¨¢mbito y al mismo tiempo est¨¦ ajustado con lo dem¨¢s.
Hamlet, de William Shakespeare; traducci¨®n al catal¨¢n de Terenci Moix
Int¨¦rpretes: Teatro Itinerante Catal¨¢n, de la Obra Cultural de la Caja de Pensiones, con Daniel Esteba, Jordi Vosch, Joan Oller, Juanio Puigcorb¨¦, Francesc Balcells, Montserrat Salvador, Enric Maj¨®, Lluis Torner, Pep Mun¨¦e, Boris Ruiz, Muntsa AIca?iz, Bartom¨¦u Olzina, Josep Modern, Polac, Francesc A lbiol, Entic Benz, Enric Casamitiana. Escenograf¨ªa y vestuario de MontseAmen¨®s y de Isidro Prun¨¦s. Direcci¨®n: Pere Planella. Teatro de la Comedia.
Creaci¨®n gestual
No tengo, desgraciadamente, mucha capacidad para un juicio m¨¢s hondo. Me falta el conocimiento suficiente de la lengua catalana, y en muchos momentos me he de quedar en suposiciones. Puedo suponer que la escritura de Terenci Moix, por cuyos textos en castellano tengo antigua admiraci¨®n, se ha ajustado a la obra y ha creado sobre ella; puedo suponer que la dicci¨®n, la prosodia, la entonaci¨®n de los actores es la buena. Como m¨²sica, como entonaci¨®n, como concierto, suena bien. Puedo apreciar que Enric Maj¨® hace una determinada creaci¨®n gestual de Hamlet, acentuando el car¨¢cter histri¨®nico y neur¨®tico, sacando brillo a la frase inteligente; quiz¨¢ con un amaneramiento un poco afeminado, en el que otras veces han ca¨ªdo -y m¨¢s- grandes actores que han interpretado al personaje, lo que, sin duda, se debe al mismo contraste que ofrece en el friso de personajes duros y brutales que les envuelve. Puedo apreciar una serenidad y una justeza en Luis Tomer, que hace Polonio, y el dulce arrebato de Muntsa Alza?iz en Ofelia, y, repito, un encaje, un ajuste entre todos; por su experiencia y por la labor del director, Pere Planella, aplaudido ya en Madrid, y con raz¨®n, por La bella Helena (teatro Lliure). Ha dado este director la sobriedad al escenario, que es apenas algo m¨¢s que una caja negra con una rampa en primer t¨¦rmino; ha dejado que la riqueza de colores se centre en el vestuario, ha conseguido un par de momentos de gran belleza pl¨¢stica -la actuaci¨®n de los comediantes, el final de los muertos en pie-, pero, sobre todo, ha conseguido que la angustia traspase el escenario, aun para aquello que no conocen el idioma en que se representa.
Profesionalismo
Para esta mayor¨ªa de espectadores hay una desventaja en lo que es uno de los m¨¦ritos de esta versi¨®n: su longitud. Tres horas y media, que, a¨²n as¨ª, no son la totalidad -aunque se aproxime mucho- de lo escrito por Shakespeare.Hay un trabajo serio, profesional, profundo, sin regateos, en el ,Hamlet del Teatro Itinerante Catal¨¢n. En varias ocasiones en los ¨²ltimos tiempos, los catalanes han tra¨ªdo a Madrid muy buen teatro: lo trajo el Teatro Libre, lo trajo Dagoll-Dagom con Antaviana, lo trajeron Els Joglars. Esta nueva aportaci¨®n completa un panorama muy satisfactorio.
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