"Antonio y Cleopatra", de Shakespeare, representada en M¨¦rida
El Teatro Romano de M¨¦rida no ha vibrado como lo ha hecho en otras ocasiones con la representaci¨®n de la obra de William Shakespeare Antonio y Cleopatra, adaptada al efecto por Enrique Llovet. Si bien por su tem¨¢tica la obra puede considerarse como cl¨¢sica, su estructura, sin embargo, no es la de las grandes obras dram¨¢ticas griegas y romanas, que se adaptan a la perfecci¨®n al marco colosal del Teatro Romano de M¨¦rida.
El teatro de Shakespeare es demasiado profundo y sus personajes tremendamente individualizados como para ser representado en un espacio tan amplio y sobrecogedor que casi llega a anular el esfuerzo tanto de la direcci¨®n como de los personajes o de los actores que intervienen en Antonio y Cleopatra.Afortunadamente, Jos¨¦ Tamayo conoce cada rinc¨®n del Teatro Romano de M¨¦rida, donde ha logrado verdaderos alardes en anteriores oportunidades con obras cl¨¢sicas griegas para las que las ruinas del recinto romano son el complemento ideal. Y en esta adaptaci¨®n de Antonio y Cleopatra, Tamayo ha hecho lo que ha podido dignamente, aunque muy por debajo de su profesionalidad. Y es que el teatro de Shakespeare es distinto y exige un tratamiento esc¨¦nico diferente al cl¨¢sico. Tamayo intenta dividir la escena mediante recursos luminot¨¦cnicos y llega a conseguir en ocasiones imprimir vivacidad y dinamismo mediante el movimiento de masas, t¨¦cnica que conoce bien.
Los personajes centrales de la obra estaban interpretados por Massiel -Cleopatra- y Jos¨¦ Luis Pellicena -Antonio-, y, l¨®gicamente, la atenci¨®n del p¨²blico se centraba en aqu¨¦lla, m¨¢s conocida como cantante que como actriz, y que quiz¨¢ ten¨ªa aqu¨ª su primera experiencia teatral. Massiel sabe estar en un escenario, pero no sabe todav¨ªa interpretar teatro. Teatro de Shakespeare y en el Teatro Romano de M¨¦rida es una prueba demasiado dura para ser superada sobresalientemente. A su inexperiencia quiso adosar una actitud excesivamente majestuosa y en ocasiones hizo alardes de declamaci¨®n, aunque ni esto, por momentos, lograra hacerlo ortodoxamente.
Jos¨¦ Luis Pellicena represent¨® condignidad el personaje de Antonio, muy dif¨ªcil y sujeto a continuos cambios de car¨¢cter, aunque esto no fue para ¨¦l complicado, pues en sus muchos a?os de teatro ha tenido que toparse con personajes a¨²n m¨¢s retorcidos. El Teatro Romano de M¨¦rida exige la representaci¨®n a viva voz, que ha de llenar todo el amplio recinto, y esto supone un gran esfuerzo que Pellicena, en algunos momentos, no puede resistir; pero esto, que es leve y espor¨¢dico, no empa?a la extraordinaria calidad de su representaci¨®n.
Manuel Gallardo es otro gran actor que ha de hacer frente a un personaje, Teobardo, que, sin llegar a lo complicado de los estelares, requiere tambi¨¦n unas grandes dotes interpretativas que salva sin dificultad.
Si hubi¨¦ramos de dar una calificaci¨®n a las primeras representaciones en el Teatro Romano de M¨¦rida, ¨¦sta no podr¨ªa ir m¨¢s all¨¢ del simple aprobado, porque justamente Antonio y Cleopatra no alcanza el nivel de calidad de otras obras que Jos¨¦ Tamayo ha puesto en escena en M¨¦rida; claro que esta particular visi¨®n pertenece a las primeras representaciones, donde los defectos destacan sin remedio de ser corregidos. Hasta el 29 de junio, d¨ªa de la ¨²ltima representaci¨®n, los errores y las dificultades pueden ser subsanados. Massiel, sobre todo, debe hacerlo.
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