De las cantatas de Bach al bolero de Ravel
En la actual gira espa?ola del Ballet del Siglo XX, Maurice B¨¨jart no ha acompa?ado a su troupe. Sin embargo, el genio singular del artista franc¨¦s se hace presente, con inusitada fuerza, a trav¨¦s de sus coreograf¨ªas. Asombra pensar el volumen del trabajo de B¨¦jart a lo largo de casi treinta a?os; sorprende su capacidad renovadora y su extra?o y fascinante poder para internarse en los significados de las partituras hasta explicarlas incluso como m¨²sica. Y es que B¨¦jart, excelente m¨²sico, hace derivar todas y cada una de sus creaciones de los mismos pentagramas despu¨¦s de someterlos a un proceso anal¨ªtico que a veces parece obra de un maestro de la composici¨®n y en ocasiones b¨²squeda a lo Proust o investigaci¨®n a lo Freud. El primer caso queda perfectamente ejemplificado con Actus tragicus, sobre dos cantatas de Juan Sebasti¨¢n Bach, estrenado en 1969. La serena meditaci¨®n de esa suerte de ofrenda f¨²nebre abierta a la fe, propia de la cantata 106, se abre y trasciende en la jubilosa ? transfiguraci¨®n ? de la n¨²mero 51, incontenible canto de ?aleluya?. Vemos la partitura, en sus significaciones y en su estructura, realizada en el escenario a trav¨¦s de un c¨²mulo de soluciones, a cada cual m¨¢s bella, ?mel¨®dicas?, ?contrapunt¨ªsticas?, r¨ªtmicas. La textura interna de las obras toma cuerpo y expresi¨®n tanto en las partes de conjunto como en el trabajo solista de la Heinonen, Detournay, Le Gac, Bovron, Ziemski, Ullate, la Baule y la Csamoy.Otra interpretaci¨®n de la muerte, tan distinta como impone la m¨²sica de los cuatro ¨²ltimos lieder de Strauss es el ?ballet? Serait-ce-la mort?. En este caso, a trav¨¦s de la poes¨ªa de Eichendorff y Hesse hecha m¨²sica por el compositor de Don Juan, se evocan, al modo autobiogr¨¢fico tan querido por Strauss, los amores que fueron o se so?aron, tres mujeres reales en la vida del protagonista y una vislumbrada, como dice B¨¦jart. Se alude por el m¨²sico en su p¨¢gina postrera a la ? transfiguraci¨®n ? con el recuerdo del tema correspondiente del poema Muerte y transfiguraci¨®n y, en definitiva, se da un largo y emotivo ?adi¨®s a la vida? en el que el core¨®grafo ha alternado ?lieder? y silencios que otorgan mayor intensidad a la aparici¨®n de la melod¨ªa cantada. Wilk y las cuatro mujeres (Detournay, Csarnoy, Mirk y Dethy) logran una pieza ?de c¨¢mara?, exponen lo que es principio en el g¨¦nero ?lieder¨ªstico?: intimismo y confesi¨®n personal en una supersensible obra de arte. ?Qu¨¦ silencio el de los miles de espectadores! Y es que B¨¦jart, desde sus concepciones, fuerza su at¨®nita participaci¨®n.
Palacio de los Deportes
Ballet del Siglo XX, de Maurice B¨¨jart. Director art¨ªstico: Jorge Donn. Obras de Bach, Strauss y Ravel, coreografiadas por M. B¨¨jart. 21 de junio.
Para final, el Bolero, ya aplaudido y comentado en otras visitas del Ballet del Siglo XX, aunque ahora se nos ha dado la variante de 1979, protagonizada no por una mujer, sino por Jorge Donn en una soberbia creaci¨®n. La feminidad de la melod¨ªa, al encarnarse en un bailar¨ªn, fuerza su significado frente a la persistencia r¨ªtmica y la progresiva tensi¨®n de la orquestaci¨®n, valores ?masculinos? del Bolero, seg¨²n B¨¦jart. Se mantiene, fundamentalmente, la originalidad coreogr¨¢fica.
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