Carter buscar¨¢ en Madrid una nueva relaci¨®n bilateral de los Estados Unidos con la Espa?a democr¨¢tica
El presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, inicia hoy una visita oficial a Espa?a de veinticuatro horas, en la que tiene previstas conversaciones con el rey Juan Carlos, el presidente Su¨¢rez y el l¨ªder de la oposici¨®n, Felipe Gonz¨¢lez. La b¨²squeda de una nueva relaci¨®n bilateral e imagen de Estados Unidos en Espa?a, la renegociaci¨®n de los tratados bilaterales, el calendario atl¨¢ntico del Gobierno Su¨¢rez y la situaci¨®n pol¨ªtica internacional ser¨¢n los temas esenciales de las entrevistas de Carter en Madrid, todas ellas enmarcadas en un cierto aroma electoralista que el presidente norteamericano ha exigido con vistas a la campa?a electoral que libra en su pa¨ªs.
La nueva imagen de Estados Unidos en Espa?a. Este es el tema central de las relaciones hispano-norteamericanas, sometidas en los ¨²ltimos cuarenta a?os al dictado de Washington y reguladas a trav¨¦s de unos acuerdos y tratados, llamados de cooperaci¨®n, y gracias a los cuales Espa?a ofreci¨® a, Estados Unidos facilidades militares en nuestro territorio para el uso de sus tropas y armamentos, tanto t¨¢cticos como nucleares.El Gobierno americano compensaba a Espa?a justificando, ante la opini¨®n p¨²blica internacional, la dictadura del general Franco y ofreciendo unas grants o ayudas econ¨®micas para la compra de material b¨¦lico en franco desecho por el Ej¨¦rcito americano. En el transcurso del largo per¨ªodo de la dictadura y, m¨¢s concretamente, desde la primera firma de acuerdos en 1953, Estados Unidos fue el valedor del franquismo en la esfera internacional y el administrador de su pol¨ªtica exterior y buena parte de la interior. Esta es la imagen que persiste en un amplio sector de la opini¨®n p¨²blica espa?ola, y su sustituci¨®n parece ser el principal objetivo de la pol¨ªtica que hacia Espa?a desarrolla, en los ¨²ltimos meses, la Administraci¨®n americana.
Estas circunstancias hist¨®ricas permiten entender, aunque no justifican, un cierto complejo de culpabilidad americana frente a la joven democracia espa?ola. Por ello, la brevedad de. la visita de ?cortes¨ªa? a Espa?a del presidente americano, el hecho de que no reciba las llaves de la ciudad, ni visite el Parlamento, ni tenga conversaciones con la mayor¨ªa de los grupos pol¨ªticos representados en las Cortes. Para colmo, el. presidente Carter elude una conferencia de prensa en Madrid, cosa que ya hicieron con desprecio los presidentes que le precedieron en su visita a Espa?a: Eisenhower, Nixon y Ford.
Eisenhower, en Madrid
El 21 de diciembre de 1959 el general Eisenhower llegaba a Madrid en visita oficial, invitado por Franco. Estados Unidos hab¨ªa sacado a Espa?a del cerco diplom¨¢tico mundial, ya funcionaban los acuerdos bilaterales de 1953 y todo ello, m¨¢s la propaganda oficial que arrop¨® el viaje, eran garant¨ªas suficientes de ¨¦xito para la comitiva. El avi¨®n presidencial americano tom¨® tierra en la base de Torrej¨®n, base americana en las cercan¨ªas de Madrid. Y por si quedara alguna duda de ello, el general Franco se lo dijo en sus palabras de bienvenida: ?Espa?a, se?or presidente, con la hospitalidad que est¨¢ enraizada profundamente en su alma, os abre las puertas de su casa y la ofrece a vuestra persona de todo coraz¨®n, para que entr¨¦is en ella como si fuera la vuestra propia?. Y as¨ª fue.El paseo por la Gran V¨ªa, ornado de anuncios luminosos -"Espa?a saluda a lke"-, guirnaldas y banderas, nada ten¨ªa que envidiar a los grandes desfiles de la quinta avenida neoyorquina. Hubo, desde luego, fervor popular y espontaneidad. No fue posible, en aquellos momentos, el debatir el contenido de los contratos leoninos firmados por Espa?a. Sobre estos acuerdos, el presidente Eisenhower dir¨ªa al t¨¦rmino del almuerzo oficial en el palacio de Oriente: ?El hecho mismo del fortalecimiento de las relaciones en los ¨²ltimos a?os, especialmente desde 1953, entre Vuestro pa¨ªs y el m¨ªo es uno de los ejemplos de lo que pue de lograrse. Y os aseguro que en lo que a Estados Unidos de Am¨¦rica concierne estos lazos ser¨¢n fortalecidos m¨¢s a¨²n y ser¨¢n mutuamente beneficiosos?. lke respond¨ªa as¨ª al brindis de Franco, quien, tras el almuerzo de un men¨² compuesto por lubina del Cant¨¢brico y silla de ternera castellana, dir¨ªa al presidente americano: ?Sabemos que a vuestra energ¨ªa y generosidad y a las de vuestro pueblo debemos la paz que disfrutamos y que el Occidente de Europa haya permanecido libre sin caer bajo el yugo comunista?.
Las alusiones a la conquista y descubrimiento de Am¨¦rica, a la cultura hisp¨¢nica y a la lengua fueron temas constantes en este viaje, al igual que tambi¨¦n en los de los presidentes Nixon y Ford en 1970 y 1974, respectivamente.
Nixon y Ford
Nixon llegaba a Madrid el 2 de octubre de 1970, fecha en la que ya se encontraba al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores Gregorio L¨®pez Bravo. Un a?o antes, Fernando Mar¨ªa Castiella hab¨ªa sido cesado de su puesto del palacio de Santa Cruz, entre otras cosas, por haber considerado infirmables los acuerdos que Washington quer¨ªa imponer a Madrid por estas fechas y que el ministro Castiella rechaz¨® de plano en la capital americana. El embajador americano en Madrid presion¨® en El Pardo y sus quejas tuvieron efecto fulminante sobre Castiella y hubo firma inmediata de los acuerdos dejados en suspenso. Franco sancion¨® este debate con una de sus frases lapidarias: ?Hay que casarse con el m¨¢s rico?.Las mismas coordenadas de los dos viajes anteriores enmarcaron la visita de Gerald Ford a Madrid, en junio de 1974, una vez que Nixon cayera por el esc¨¢ndalo del Watergate. El presidente americano llegaba, como siempre, al olor de la nueva negociaci¨®n del acuerdo, que esta vez encontraba m¨¢s resistencia espa?ola y ten¨ªa en sus perspectivas no lejanas la ca¨ªda de la dictadura. Como record¨® Kissinger en sus memorias, Franco se durmi¨® durante la entrevista con Ford, en el palacio de El Pardo, y como se vio dos a?os m¨¢s tarde, los acuerdos que fueron elevados a rango de tratado, tras la muerte del dictador, fueron sensiblemente retocados en, favor de un equilibrio que tampoco lleg¨® esa vez. En 1976, los nuevos contratos preve¨ªan la salida del armamento nuclear del territorio espa?ol y las contrapartidas americanas eran, por primera vez, m¨¢s concretas e interesantes en el campo econ¨®mico-militar.
Las armas at¨®micas en los acuerdos
Uno de los puntos clave de los acuerdos hispano-americanos fue la autorizaci¨®n espa?ola a que Estados Unidos situara armamento at¨®mico sobre territorio espa?ol. Esto y las enormes posibilidades de movimiento y utilizaci¨®n de las bases constituyeron los puntos neur¨¢lgicos de los contratos, porque inclu¨ªan, en ellos, el riesgo de implicaci¨®n de Espa?a -con el puente a¨¦reo- en los conflictos internacionales, como los de Oriente Pr¨®ximo, y la posibilidad de accidente. De hecho, esta segunda alternativa casi se convirti¨® en desgraciada realidad: en enero de 1966 cay¨® en aguas de la localidad de Palomares un bombardero con cuatro bombas at¨®micas. Se sabe que hubo otros accidentes a¨¦reos con riesgos nucleares, pero no se tienen detalles de su alcance.Lo cierto es que, despu¨¦s de los acuerdos de 1976, Estados Unidos acept¨® la evacuaci¨®n de su arsenal nuclear sito en Espa?a y posiblemente circulante por sus cuatro bases -Torrej¨®n, Rota, Mor¨®n y Zaragoza-, y ¨¦sta se llev¨® a cabo (seg¨²n fuentes oficiales) en los seis primeros meses de 1979. Estados Unidos perdi¨® esta posici¨®n estrat¨¦gica que ten¨ªa su punto de arranque en la base de submarinos Poseid¨®n de Rota -una de las m¨¢s importantes bases de EE UU en el mundo-, pero sustituyeron su efectividad a base de armas m¨¢s sofisticadas y de mayor alcance, poniendo en marcha a?os antes el programa de submarinos nucleares Trident, dotados con misiles nucleares de cabeza m¨²ltiple y con un radio de acci¨®n muy superior a los Poseid¨®n. El 1 de julio se anunci¨® el final de la operaci¨®n de retirada mientras que, por esas fechas, estaba tambi¨¦n en marcha un m¨¢s duro y estricto control de la movilidad de las fuerzas americanas en el territorio espa?ol.
Este control de la movilidad americana ser¨¢ uno de los temas de la nueva negociaci¨®n hispano-norteamericana sobre la renovaci¨®n de los acuerdos, si es que estos incluyen, esta vez, contrapartidas militares. La decisi¨®n del Gobierno de poner en marcha el calendario de ingreso de Espa?a en la OTAN va a condicionar seriamente estas conversaciones, que tendr¨¢n un inicio formal con motivo de la estancia de Carter en Madrid, y su continuidad negociadora, el pr¨®ximo oto?o.
En la negociaci¨®n, pensando, en la perspectiva OTAN, se cree que el Gobierno espa?ol pedir¨¢ el cierre de la base de Torrej¨®n, muy pr¨®xima a Madrid, contrapartidas tecnol¨®gicas y material de guerra en buen estado, control de movilidad estricto y la posible extensi¨®n de las ¨¢reas de cobertura del acuerdo o tratado al norte de Africa, zona de tensi¨®n conflictiva para Espa?a.
Las conversaciones, en Madrid
A su paso por la capital espa?ola, el presidente Carter abordar¨¢ este tema con el presidente Su¨¢rez, y muy posiblemente, tambi¨¦n, con el l¨ªder de la oposici¨®n, Felipe Gonz¨¢lez. El calendario OTAN del Gobierno ha de entremezclar se, inevitablemente, en las conversaciones, porque la opci¨®n atl¨¢ntica ha de condicionar el contenido militar de los nuevos acuerdos. En Washington, algo embarazados por el hecho de que el anuncio de dicho calendario coincida con la visita de Carter, no ocultan su satisfacci¨®n por esta iniciativa, ya que, al final, se consigue que el Gobierno Su¨¢rez acceda a poner en marcha sus dos aspiraciones in mediatas: el acercamiento al Tratado de Washington y el mantenimiento de la relaci¨®n bilateral. Esta ¨²ltima cuenta, al menos hasta hace poco, con el apoyo de los partidos PSOE y PCE.Los temas internacionales que ser¨¢n debatidos en Madrid son: Sahara, Oriente Pr¨®ximo, Conferencia de Seguridad de Madrid, Ir¨¢n, Afganist¨¢n y, posiblemente, el proceso de integraci¨®n de Espa?a ante la CEE, que en la actualidad se encuentra bloqueado por Francia y Alemania Occidental.
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