El asesino del decorador de cine actu¨® movido por motivos pasionales
Se afianza la hip¨®tesis del crimen pasional como explicaci¨®n a la muerte de Vicente Sebasti¨¢n Cervera, de 44 a?os, decorador cinematogr¨¢fico, cuyo cad¨¢ver apu?alado fue descubierto por el equipo de bomberos que acudi¨® a sofocar un incendio en el piso s¨¦ptimo B del edificio Barreda, en el n¨²mero 148 de la avenida del Manzanares (v¨¦ase EL PAIS de ayer). La figura de Vicente Sebasti¨¢n sol¨ªa pasar discretamente ante los vecinos; apenas se sab¨ªa de ¨¦l que era soltero, que ocupaba el piso desde hace unos trece o catorce a?os, y que frecuentemente lo compart¨ªa con otros hombres, casi siempre m¨¢s j¨®venes que ¨¦l.
En los peque?os establecimientos que bordean el portal del edificio Barreda, los encargados y los clientes hablan del se?or Sebasti¨¢n con cierta parquedad, como si temieran ser malinterpretados al describirlo o al juzgarlo. Apenas se atreven a recordar que era el presidente de la comunidad de vecinos, tal vez porque se le atribula una cierta cultura o porque su aspecto, siempre atildado, suger¨ªa una capacidad de orden o de formalismo; un rigor que no ten¨ªa por qu¨¦ limitarse a la l¨ªnea del pantal¨®n de sus trajes.Alg¨²n tiempo antes de la llegada de los bomberos a la casa, una vecina descubri¨® que una humareda oscura sal¨ªa al exterior, a trav¨¦s de los resquicios de la puerta de la terraza. Antes de que saliese el humo, Vicente Sebasti¨¢n hab¨ªa vuelto, acompa?ado por un hombre ?rubio y m¨¢s alto que ¨¦l?, seg¨²n voz difundida entre el vecindario.
Los bomberos encontraron poco despu¨¦s un cad¨¢ver cubierto por una colcha y apu?alado varias vecel. La reiteraci¨®n de las pu?aladas, inferidas en zonas pr¨®ximas al coraz¨®n, hace pensar en una inapelable decisi¨®n de matar y en la probable satisfacci¨®n de un deseo largamente contenido. Cuando cometen homicidios pasionales, los asesinos casi nunca se conforman con matar a sus v¨ªctimas, y, antes de abandonar sus cuerpos, los rematan.
Por todo ello, el factor de reflexi¨®n es el incendio. Las llamas, que afectaron parte del mobiliario y algunos gabinetes con documentos, pudieron surgir por accidente o por acci¨®n deliberada del criminal, si bien la proposici¨®n inicial puede ser desechada, puesto que no hay indicios de que Vicente y su asesino luchasen en la cocina o en cualquier otro lugar con focos de llamas. As¨ª, pues, el atacante incendi¨® la vivienda para borrar huellas, para ofrecer pistas falsas a los investigadores o para rematar a un hombre a quien odiaba intensamente. Luego sali¨® al exterior y acaso se desliz¨® hacia el parque de la Arganzuela a trav¨¦s de uno de los pasadizos rojiblancos que cruzan la avenida del Manzanares.
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