Ra¨²l despeja la inc¨®gnita de los jaboneros
Ra¨²l S¨¢nchez consigui¨® sacarles pases, queremos decir torear, queremos decir dominar, a los sucios jaboneros claros de Prieto de la Cal.Ra¨²l S¨¢nchez: el gran olvidado, la percha de los golpes, paradigma de tosqueclad para el taur¨ªn¨ªsmo zafio; el que se la juega de mil veces mil, h¨¦roe para nada le los veranos sangrientos en Las Ventas; m¨¢s torero que casi todos y m¨¢s valiente que ninguno sin poderlo demostrar, salvo una vez al a?o, frente a las gayumbadas, en juego sus femorales.
Prieto de la Cal: jaboneros en cadena, capa vistosia; mansedumbre a toda prueba; carne de matadero; cornada a punta de pit¨®n; lo que nadie quiere, lo que nunca muere, sangre, sudor y l¨¢grimas. Poner a cualquier torero frente a lo de Prieto de la Cal es hundirlo en la miseria.
Plaza de Las Ventas
Toros de Prieto de la Cal, todos jaboneros, mansos, peligrosos; los tres ¨²ltimos, con cornadas recientes. Ra¨²l S¨¢nchez: Media trasera y dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Pinchazo perdiendo la muleta y media atravesada (palmas y saludos). Jos¨¦ Ortega, que confirm¨® la alternativa: bajonazo (silencio). Pinchazo hondo, estocada y descabello (silencio). L¨¢zaro Carmona: Pinchazo sin soltar y estocada corta (silencio). Pinchazo delantero sin soltar perdiendo la muleta, pinchazo sin soltar y estocada ladeada (palmas).
Pero cualquier torero no es Ra¨²l S¨¢nchez y la compa?¨ªa. Cualquier torero es el resto del escalaf¨®n; no el jabato de Ra¨²l, con Jos¨¦ Ortega y L¨¢zaro Carmona. Los tres, lejos de no-que rer-ni-mirarlos a los sucios jaboneros claros mala entra?a, se cruzaron con ellos, los citaron con ambas manos, pretenilleron em barcarles y sacar faena.
Vana pretensi¨®n cuando los jaboneros no es que embistan bien o mal, sino, como ocurr¨ªa, no embisten, que topan, o se quedan debaio de la barriga del mortal enlinilado en oro, o derrotan con la aviesa mirada puesta en el flequillo. Contra estos imposibles se estrellaban Ortega y Carmona, para quienes cada muletazo era un achuch¨®n y su correspondiente susto, lo cual, es de justicia a?adir, no les arredraba, y volv¨ªan a empezar, fingiendo que no se hab¨ªan dado cuenta, empe?ados en despejar la. inc¨®gnita de, las arrancadas por si alguna ten¨ªa parecido, aunque remoto, con una embestida.
La inc¨®gnita de los jaboneros
Pero la pretensi¨®n. no es vana si sale Ra¨²l al encerado para despejar la inc¨®gnita de los jaboneros. El gran olvidado, la percha de los golpes, el que dicen tosco con evidente injusticia,, se faja, se cruza, se descara (valor), elige el terreno, la distancia, la suerte (t¨¦cnica), mete al jabonero o lo que sea en la muleta, le exprime hasta el ¨²ltimo pase, remata con hondura y se va alegremente de la cara, como si all¨ª no hubiera pasado nada (torer¨ªa).
Luego dicen que s¨ª, que conformes, pero que en cuanto sale el torito de az¨²car, Ra¨²l empieza a perder los papeles, a sentirse perplejo y no sabe c¨®mo preparar la golosina. En fin, de acuerdo, no ser¨¢ pastelero, pero torero s¨ª es, y lo tiene demostrado desde hace a?os, pero nada en realidad, pues lo que consigue, a lo sumo, es volver el verano siguiente a Las Ventas a dominar y tumbar patas arriba otra gayumbada. Si alguien no le hacejusticia a tiempo, as¨ª seguir¨¢ siendo hasta que se harte o hasta que le ocurra algo.
Tres toros corneados
De los seis jaboneros, tres salieron cosidos a cornadas, lo que ocasion¨® las justas y airadas protestas del p¨²blico. El cuarto ten¨ªa rajada la barriga con una herida larga y profunda; el quinto, abiertos y sangrantes los test¨ªculos; el sexto, un tajo enorme en el cuarto trasero. S¨®lo ¨¦ste fue devuelto al corral (y sustituido por otro jabonero), lo que quiere decir que al p¨²blico le estafaron dos toros deliberadamente y quisieron hacer lo propio con otro, pues ya ten¨ªan que estar heridos antes de enchiquerarlos. Son culpables la empresa, los veterinarios y la autoridad. Pero hemos llegado a unos extremos que ya no sabemos a qui¨¦n pedir responsabilidades, a qui¨¦n recurrir. Quiz¨¢ al Papa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.