Estados Unidos le espanta las lluvias a M¨¦xico
M¨¦xico, con sus 74 millones de habitantes, crecimiento del 3.5% anual en su poblaci¨®n, reservas de hidrocarburos para sesenta a?os, a raz¨®n de tres millones de barriles diarios extra¨ªdos, tiene un tal¨®n de Aquiles: su problem¨¢tica agricultura de temporal, es decir, dependiente de un r¨¦gimen pluvial muy irregular, y, por tanto, el peligro de subordinar su alimentaci¨®n a las ventas de su poderoso vecino, Estados Unidos. Este a?o le ha comprado m¨¢s de diez millones de toneladas de cereales.Ubicado en la franja mundial de los grandes desiertos, el territorio mexicano ha padecido, a trav¨¦s de milenios, las consecuencias de la falta de precipitaciones pluviales. En la antig¨¹edad. las deidades de mayor prestigio eran las de la lluvia. Tl¨¢loc entre los toltecas, Chaac entre los mayas y san Isidro Labrador les vino de perlas a los labriegos cuando lo importaron los conquistadores espa?oles.
Nuestro pa¨ªs ha sentido en varios de los ¨²ltimos a?os una agudizaci¨®n del problema de las sequ¨ªas, y los meteor¨®logos optan ahora por sospechar que estos nuevos fen¨®menos de ausencia de lluvias provienen de las t¨¦cnicas estadounidenses para alejar de las costas de aquel poderoso pa¨ªs a los huracanes tropicales. La especie, manejada un poco como conseja durante largas temporadas, adquiere bases informativas cuando la expresan el secretario de Agricultura y Recursos Hidr¨¢ulicos y la sociedad mexicana de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica, cuya declaraci¨®n es as¨ª: ? La operaci¨®n Stormfury, que el Gobierno de Estados Unidos realiza ininterrumpidamente desde 1961 para desviar huracanes y tormentas de su territorio, ha provocado alteraciones graves de las corrientes atmosf¨¦ricas y las cadenas clim¨¢ticas, con lo que las lluvias se han alejado considerablemente en los pa¨ªses como M¨¦xico y otros de Centroam¨¦rica...?.
Como a finales de la Administraci¨®n de Luis Echeverr¨ªa cobr¨® cuerpo la versi¨®n de que las agitaciones en el campo mexicano, de7 mag¨®gicas y violentas, estimuladas por funcionarios del propio Gobierno, pod¨ªan ser manipuladas desde Estados Unidos para derrumbar la productividad de trigo y otros alimentos, de los cuales el pa¨ªs, del Norte es generador masivo y comercializador din¨¢mico, y, en efecto, M¨¦xico ha padecido despu¨¦s de 1976 bajas muy serias en el rendimiento de sus campos, ahora comienza a pensarse que las ?sequ¨ªas inducidas? por la t¨¦cnica de los anglosajones imperialistas es una nueva manera de reducir las cosechas de alimentos para los mexicanos y obligarlos a adquirir mayores vol¨²menes, que resultar¨ªan, a la larga, compensatorios de las compras de petr¨®leo y gas que hacen en su vecino del Sur los consumidores insaciables, hoy con dificultades en el Pr¨®ximo Oriente.
Es amargo para los seres humanos preguntarse si ya hemos llegado a las invasiones clim¨¢ticas, y si las nuevas formas de penetraci¨®n cient¨ªfica se hallan tan deshumanizadas como para destruir el equilibrio de la vida a cambio de debilitar al amigo m¨¢s pr¨®ximo y sujetarlo a la dependencia, por el inadmisible camino del hambre. Tristes avances de lo que virtualmente Podemos llamar guerras meteorol¨®gicas para el futuro. Todos los d¨ªas surgen nuevas y diversas formas de sometimiento encubiertas en el avance tecnol¨®gico, pero en ning¨²n caso. se asoma en el mundo la piedad, ni tampoco la comprensi¨®n y la solidaridad para con los otros seres. El ego¨ªsmo individual que insensibiliza las relaciones entre personas se generaliza en el seno de las naciones e invade a la humanidad. No hay armas ?l¨ªcitas: todas se aceptan en el torneo de las fuerzas y se comienza por quebrantar a los m¨¢s cercanos, a quienes la geograf¨ªa hizo vecinos y la inhumanidad parece transformar en adversarios a la sombra de la ciega ambici¨®n utilitarista y de los afanes de conquista econ¨®mica. ?No les bastan las transnacionales, de creciente poder¨ªo, no s¨®lo en Latinoam¨¦rica, sino en Espa?a y en otras naciones europeas? ?Es preciso provocar da?os en el clima y en el r¨¦gimen de lluvias, de suyo pobre y problem¨¢tico en la tierra mexicana?
En el menos malo de los casos, las operaciones trastocadoras de los cazahuracanes han procurado alejar de las costas de Estados Unidos los meteoros peligrosos, sin reparar en la magnitud de los da?os a terceros. No hay legislaci¨®n mundial al respecto, pero urge hacerla.
Es hora de encontrar para los problemas de los hisp¨¢nicos, quiz¨¢ de todos los latinos, sean vecinos de la URSS, como Rumania, o de los Estados Unidos, como M¨¦xico; americanos o europeos de ra¨ªces comunes, igual sensibilidad y parecidas costumbres, una comprensi¨®n general. Somos muchos, cada vez m¨¢s, pero desunidos, ajenos los unos a los otros. Ser¨ªamos muy fuertes si form¨¢ramos en las, mismas filas de hermandad y d e com¨²n defensa. Ojal¨¢ todos lleg¨¢ramos a entenderlo as¨ª.
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