?Ha cambiado la pol¨ªtica agraria?
En estos d¨ªas se cumple el primer aniversario del debate que sobre pol¨ªtica agraria se realiz¨® en el Congreso de los Diputados, y su celebraci¨®n ha ido acompa?ada de dos interpelaciones sobre la negociaci¨®n de precios agrarios, suscritas, por los grupos Socialista del Congreso y Coalici¨®n Democr¨¢tica.Es posible que un a?o sea espacio de tiempo insuficiente para comprender la incidencia de todos los prop¨®sitos manifestados en el referido debate, sobre todo en aquellos aspectos que carec¨ªan de una fecha de cumplimiento. Pero hay otros aspectos sobre los que s¨ª se puede hacer balance, y en esta perspectiva hab¨ªa que referirse a si han cambiado las formas, las pautas, las directrices de la pol¨ªtica agraria.
A mi juicio, se ha producido un fuerte retroceso respecto de las cotas alcanzadas por el protagonismo de los agricultores, y comparto aquel titular de este mismo diario cuando no hace muchas fechas se refer¨ªa al ?mazazo al movimiento campesino?.
?Cu¨¢l era el punto de partida? Durante 1978 y 1979, las organizaciones profesionales o sindicales agrarias negociaron de forma global los precios de los productos agrarios regulados y una serie de medidas complementarias dirigidas a introducir importantes modificaciones en las estructuras comerciales o productivas. Esta negociaci¨®n, globalizada, es considerada como positiva por el propio Ministerio de Agricultura, y su raz¨®n de ser obedece al cambio que en el escenario pol¨ªtico se hab¨ªa producido en junio de 1977. En palabras del actual ministro, ?vamos hacia una pol¨ªtica agraria construida en un sistema democr¨¢tico y, por ello, participativo que debe corresponderse con unas coordenadas esencialmente distintas?.
Sin embargo, la segunda quincena del mes de febrero ser¨ªa decisiva para quebrar esos buenos prop¨®sitos, para olvidarse en el camino del programa electoral que Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico ofreci¨® en las elecciones generales de marzo de 1979, que promet¨ªa negociar con las organizaciones agrarias la fijaci¨®n de unos precios remuneradores para los agricultores.
?Y qu¨¦ se esconde tras ese golpe de tim¨®n? El miedo. Hay en las altas instancias del Gobierno quienes tienen un acusado sentido electoral de la pol¨ªtica agraria. La negociaci¨®n de precios gener¨® en el sector agrario una din¨¢mica consistente en la vertebraci¨®n sindical en torno a las organizaciones no oficialistas que pon¨ªa en peligro la tradicional dominaci¨®n y sumisi¨®n del sector. Para romper esa din¨¢mica fue necesario inventar excusas, tales como lo que sucede en la CEE, la falta de un clima de di¨¢logo y serenidad, la no diferenciaci¨®n sem¨¢ntica entre negociaci¨®n y consulta, etc¨¦tera. Pero la realidad iba por otros caminos, que queda expresada en una frase del vicepresidente para Asuntos Econ¨®micos, que acusaba a la izquierda de meterse en segmentos en los que no ten¨ªa nada que hacer. Frase que, como tuve ocasi¨®n de decir en el Congreso, nos recuerdaaquella otra de ?la calle es m¨ªa?.
Y ah¨ª est¨¢, a mi juicio, el ?quid de la cuesti¨®n?. Hab¨ªa que romper el movimiento campesino. Donde se dec¨ªa negociaci¨®n, ahora se dec¨ªa consulta. Si antes se citaba a las cinco organizaciones agrarias de ¨¢mbito estatal, ahora se omit¨ªa la citaci¨®n a la COAG, organizaci¨®n con fuerte implantaci¨®n. Si antes se negociaba globalmente, ahora se ?consultaba? producto a producto. El fin era el mismo. Despu¨¦s de un a?o como 1979, agr¨ªcolamente malo, por m¨¢s que por ocultarlo se hiciesen juegos de magia como olvidarse de la comparaci¨®n de 1978, Vas organizaciones hab¨ªan acumulado un potencial reivindicativo que podr¨ªan hacer m¨¢s exigentes sus pretensiones para 1980. La ¨²nica forma de diluir esas exigencias era no concentrar en los meses de febrero-marzo la reivindicaci¨®n campesina, y para ello se consultar¨ªa producto a producto, lo que permit¨ªa espaciar a lo largo del a?o la presi¨®n de los agricultores.
Conforme al sistema buscado, se trababa asimismo de potenciar las organizaciones sectoriales que tanto peso tuvieron en ¨¦pocas no muy lejanas. Hoy ser¨ªan los remolacheros; ma?ana, los olivareros; pasado, los cerealistas, y as¨ª hasta acabar la lista. De esta forma se responde a las pretensiones sectoriales en funci¨®n de su peso electoral.
Pero lo sucedido en el campo de la negociaci¨®n de precios no es el ¨²nico motivo para pensar que nada ha cambiado. Todav¨ªa sigue pendiente que se articule la presencia de las organizaciones agrarias en organismos de primera importancia, como el FORPPA o el IRYDA, y ello en un plano de igualdad con el tratamiento que se da a las c¨¢maras agrarias.
El balance es negativo. En el campo se tiene la sensaci¨®n de que no todos los sectores econ¨®micos son tratados igual. El campo comprende que el marco econ¨®mico, social e internacional a que se refer¨ªa el ministro de Agricultura en junio de 1979 ha cambiado, se ha agravado, y que debe compartir su parte en esta crisis. Pero el campo, el sector agrario, no ve por ning¨²n lado que el escenario pol¨ªtico, las formas de hacer la pol¨ªtica agraria, hayan cambiado.
Por ello, contestando al encabezamiento de este art¨ªculo, hay que afirmar que el Gobierno se ha olvidado de ?las circunstancias cualificadamente nuevas de car¨¢cter pol¨ªtico? necesarias para realizar una pol¨ªtica de cambio para la agricultura, y como colof¨®n de este primer aniversario, dentro de no muchos d¨ªas asistiremos a la constituci¨®n de la Confederaci¨®n Nacional de C¨¢maras Agrarias (Conca, SA), versi¨®n 1980, de la que cre¨ªamos extinguida Hermandad de Labradores y Ganaderos. Con el tiempo comprobaremos que ser¨¢ ¨¦sta quien se siente en el FORPPA o en el IRYDA, con lo que se habr¨¢ completado el c¨ªrculo.
Si fuera posible, desde el Ministerio de Agricultura se ordenar¨ªa retirar de los quioscos la publicaci¨®n que lleva por t¨ªtulo Debate sobre una pol¨ªtica de cambio para la agricultura en el Congreso de los Diputados, que el ministerio edit¨®.
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